La crisis socio-ambiental que vivimos actualmente no se puede ver más que desde una perspectiva sistémica; desde donde la palabra crisis se refleja como una oportunidad para el modelo de producción-consumo de continuar con una hegemonía dentro de los propios sistemas de gobierno.
Partiendo de esa idea la crisis ambiental no es sino el resultado de una acción depredadora, extractiva y privatizadora no solo de los bienes comunes naturales, sino de los bienes comunes estratégicos, estos tienen que ser revisados y por supuesto cambiados desde la ecología política, pues es desde este instrumento que podemos buscar las alternativas al modelo de producción-consumo; modelo que es la piedra angular del sistema capitalista.
Ahora; ¿Qué es lo que propone la ecología política? Propone tres hipótesis fundamentales. La primera de ellas hace una relación directa entre la explotación de la naturaleza mediante la extracción y la privatización de los bienes comunes naturales y la explotación social que se da entre el uno por ciento que tiene el poder económico y el otro 99 por ciento que son los que viven en la mayor desigualdad.
La segunda tesis se refiere al tema espacial y las afectaciones a las dinámicas poblacionales que se dan en primer lugar entre un ecosistema y en segundo al sistema natural que mantiene a la tierra en equilibrio. Esta segunda tesis la retomaremos más adelante; aunque desde el enfoque ecosistémico donde nos permitimos o tenemos la obligación de considerar a los asentamientos humanos como parte de un ecosistema, el ecosistema en que se desarrollan, es una tesis fundamental para comprender la ecología política y la necesidad de comprender que el sistema-mundo como lo define Wallerstein tiene en si o debe de tener en sí esta contradicción ecológica donde la naturaleza es vista como un recurso y no como un bien.
La tercera tesis intenta determinar que la crisis y las crisis mejor dicho que estamos viviendo desde hace 15 años es una respuesta a una crisis mucho más amplia, una crisis civilizatoria que ha iniciado con el cenit del capitalismo y su cara más voraz llamado neoliberalismo donde la explotación, la extracción y la privatización de los bienes comunes naturales. Esta tesis parte de que la modernidad basada en la sobreexplotación de los bienes comunes naturales, el uso de los combustibles fósiles como ejes rectores de la economía global, la ficción democrática que no es sino una dictadura ordenada y una ideología del progreso y desarrollo que no se traduce en equidad y justicia están llevando al planeta en general y a la especie humana en particular de un equilibrio natural a un estado caótico; donde las dinámicas poblacionales que son parte fundamental en el equilibrio de cualquier ser vivo este viviendo un estado de jaque donde la crisis climática es la mayor crisis que estamos viviendo.
Una cuarta tesis que no es recogida por la mayor parte de los investigadores de la ecología política pero sin embargo es necesaria para comprender las resistencias; principalmente aquellas que nacen desde abajo y con agendas locales sobre problemáticas globales; es la tesis que se refiere a los enfoques ecosistémicos como idea horizontal que reúne la necesidad de reconocer que somos parte de ecosistemas; donde incluso podemos desde la visión de los municipios libertarios incluir a las ciudades como un ecosistema con su propia dinámica que va desde la cuadra, el barrio hasta la ciudad y que desde este reconocimiento crea toda una nueva/vieja visión de que somos parte de la naturaleza y por lo tanto, sin caer en romanticismos añejos somos parte de una dinámica que tiene que mantener un equilibrio para evitar el caos en el que nos encontramos.
Las tres primeras tesis son procesos provocadores del desorden; del caos socio-ambiental y son el resultado de la consolidación y expansión del modelo de producción-consumo que ha llevado al dislocamiento ecológico global, a la inequidad social, a la ineficacia y disfuncionalidad de la mayoría de las instituciones que se habían instalado de la revolución industrial a la fecha, como son el Estado de bienestar, la justicia, la democracia, la difusión del conocimiento. Estos tres procesos tienen al mundo moderno atrapado en un desorden del cual el sistema se alimenta. De igual forma crear los mecanismos de ilusión, similares a esa analogía de la zanahoria y el caballo, donde nos plantean una crisis abiertamente aceptada por el sistema como una crisis de la que ellos son culpables; siempre y cuando no se cuestione de raíz el modelo de producción-consumo. Con esta aceptación incluso van creando una serie de nuevas estrategias para ir definiendo nuevas identidades con sus espejismos incluidos de que la crisis está tocando fondo y que por lo tanto; la creación de esta nueva identidad del “ser humano consciente” y del “ciudadano/a participativo” están en el camino correcto para el rescate de la civilización cuando el sistema colapse.
Por eso la cuarta tesis me parece tan importante de recuperar pues intenta recuperar las resistencias locales de luchas antisistémicas con una profunda critica al modelo de producción-consumo desde donde se están armando verdaderas resistencias que no necesariamente se dan en la confrontación al sistema; sino reconociendo sus propias necesidades de autonomía y de autogestión a la par de reconocerse como parte del ecosistema en que se desenvuelven, recuperando algunas cosmovisiones de los pueblos originarios, pero reconociendo el desorden y caos en que vivimos al cual la adaptación es una nueva arista en lo que el estudio de la naturaleza reconoce como dinámica poblacional.
Ahora; como lo mencione líneas arriba; el sistema neoliberal que no es sino la fase más caótica y depredadora del capitalismo y que crea mecanismos para mantener la hegemonía del modelo de producción-consumo, base de su economía global, de su privatización de bienes comunes tanto naturales como estratégicos. Muchos de estos mecanismos se centran en la economía global; es decir; crean nuevos mercados globales que apoyados en las crisis creadas por el mismo sistema; continúan con su depredación, su privatización, su caos y su desorden; claro lo hace desde una nueva cara que en teoría se contrapone al sistema neoliberal, pero en la práctica sigue fomentando el modelo de producción-consumo.
El capitalismo verde: misma cara; distinto maquillaje
Si nos queremos remontar en la historia moderna para reconocer cuando el sistema neoliberal comenzó a sentar las bases de lo que hoy conocemos como capitalismo verde; tenemos que hacerlo desde el inicio. En 1983 la ONU; cuando la crisis ambiental comenzaba a ser más evidente, especialistas encabezados por la doctora Gro Harlem Brundtland comenzaron a trabajar en un informe que se publicó en 1987 bajo el nombre “Nuestro futuro común” Se trata de un documento atravesado por severas contradicciones. Por un lado, este informe documentó muy ampliamente los severos problemas ambientales que confrontaba el planeta. Fue, sin embargo, incapaz de abordar las causas fundamentales de éstos. No se planteó la exploración de opciones fuera del marco dominante de la lógica capitalista del crecimiento económico sin fin. El informe sostiene que la mejor forma de responder a los retos planteados por la destrucción ambiental y la pobreza, ampliamente diagnosticados, es mediante más crecimiento. Proponen la necesidad de “revivir el crecimiento” con tasas anuales de entre 5 y 6% para el conjunto de los países del Sur.
Ante cuestionamientos cada vez más amplios a la idea de que es posible un crecimiento sin fin en un planeta limitado, el Informe Brundtland realiza un extraordinario malabarismo conceptual orientado a darle nueva vida a la noción de desarrollo, bajo la nueva denominación de desarrollo sostenible. Esta nueva categoría permitiría, según el informe, relanzar el crecimiento en todo el planeta, eliminar la pobreza, y hacer todo esto en un modo sostenible en la medida en que las transformaciones tecnológicas permitirían producir cada vez más con menos insumos materiales y energéticos.
El concepto de desarrollo sustentable tuvo una extraordinaria eficacia política e ideológica. Respondió en términos que parecían tomar en cuenta los cuestionamientos al desarrollo, mientras que en realidad lo que hacía era reforzarlo. Operó como un dispositivo tranquilizador en la medida en que logró crear la ilusión de que se estaban tomando medidas efectivas en respuesta a la crisis diagnosticada. Al no cuestionar la lógica de la acumulación capitalista y el modelo de la sociedad industrial como causas fundamentales de la destrucción de las condiciones que hacen posible la vida, operó como mecanismo legitimador de la globalización neoliberal, que de ese modo pasó a presentarse como sustentable, a pesar de su avasallante dinámica devastadora. Aún a la fecha y a pesar de que a casi 40 años de puesta en marcha el concepto; el desarrollo sustentable sigue siendo una herramienta de maquillaje verde para el modelo de producción-consumo.
Veinte años más después de la publicación del Informe Brundtland y con un claro objetivo de englobar dentro de las necesidades del sistema todas aquellas problemáticas que comenzaban a repuntar por el crecimiento acelerado del modelo de producción-consumo y en el marco de las celebraciones de la Cumbre Rio ’92; la ONU regresa a Rio con su Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable Rio +20. En este marco el PNUMA publica un informe de más de 600 páginas donde recoge con gran detalle las problemáticas actuales, definiendo lo que desde entonces se conoce como “Economía Verde” creando con esto nuevas formas de mercado y dándole al sistema nuevos mecanismos para que ahora no solo continúe con la extracción y privatización de los bienes comunes naturales; sino que lo puede hacer desde una lógica de sustentabilidad. Una lectura detallada de los textos nos permite responder, sin lugar a dudas, que no estamos ante la presencia de los diagnósticos y las respuestas urgentemente requeridas, sino ante un sofisticado esfuerzo por demostrar que es posible resolver los problemas de la crisis ambiental del planeta sin alterar la estructura global del poder en el sistema mundo, ni las relaciones de dominación y explotación existentes en éste. Se argumenta a lo largo del informe que con los mismos mecanismos de mercado y patrones científicos y tecnológicos, con la misma lógica del crecimiento sostenido, será posible salvar la vida en el planeta. Sigue habiendo en el discurso oficial un rompimiento entre ecología y política. Entre bienes naturales y recursos naturales. El análisis de la cumbre de Rio + 20 y las propuestas de los países para salir de la crisis ecológica nos dice que el futuro del planeta dependerá de que los Estados, mediante políticas impositivas, regulaciones, incentivos e inversiones, logren reorientar este monto de inversiones privadas de la “economía marrón” a la “economía verde”. Operando al interior de los dogmas del libre mercado, que la era de la globalización neoliberal han consolidado como único imaginario posible en los organismos multilaterales y en los “encargados de formulación de políticas”, el PNUMA advierte que para que estos instrumentos de políticas públicas logren los objetivos propuestos, es necesario que los inversionistas perciban que estas inversiones verdes aumentarán su competitividad. ¿Qué pasa con esto? Que ahora tenemos acuerdos comerciales como el TPP, el TIPP entre muchos otros que perpetúan la hegemonía del modelo de producción-consumo y van creando nuevas fronteras entre la ciudadanía y el uso de los bienes comunes tanto naturales como estratégicos. Es por eso que las nuevas reformas estructurales que se viven a nivel global y donde México no es la excepción; se dan en la lógica de las nuevas trampas del mercado global; incluido en ellas la economía verde.
Fronteras virtuales: nueva división de clases
En el 2006 cuando filmo la adaptación cinematografía de Children of the men quiso ir un poco más allá y filmo un pequeño documental titulado The possibility of hope; donde la pregunta a varios académicos, investigadores, activistas como ven el presente y como se imaginan el futuro. En este documental Naomi Klein habla de esas fronteras virtuales que se están dando en el futuro y del cual ya las comenzamos a tener en el presente. Fronteras que crean una nueva división dentro de las clases sociales. Para Klein en este nuevo sistema neoliberal enmarcada en la crisis climática se están creando nuevas definiciones de clases sociales donde en primer lugar se encuentra ese uno por ciento del que comenzó hablar los Ocuppy Wall Street a raíz de la crisis financiera norteamericana y que si bien es cierto no refleja cabalmente el porcentaje de aquellos que controlan la economía global; es bastante acertado como discurso. Este digamos uno por ciento mantiene regiones enteras que son de su interés en la forma más salvaje posible. La familia sambrano, dueña de la transnacional cementera CEMEX adquirió hace unos años gran parte de la huasteca hidalguense y la mantiene como reserva; eso sí, con un espacio habitacional donde ellos pueden vacacionar, siempre desde la lógica sustentable. Este ejemplo lo podemos insertar en todo el uno por ciento responsable de mantener el modelo de producción-consumo; creando un espejismo para la siguiente clase social de que esas son las formas. De que las resistencias deben de ser en corto; pequeñas, casi individuales, sectarias y así se dan ahora nuevas formas de control desde la lógica de la zanahoria y el caballo. Hagamos turismo sustentable creando comunidades que viven de la servidumbre; dejando fuera su territorio, pues existen muchas formas de perder el territorio cuando este lo ubicamos desde la cosmovisión de los pueblos y entendemos el territorio como el espacio geográfico, cultural y forma de vida que ha mantenido una comunidad. Hagamos comercio local, sin los productores locales, creando el imaginario que de que propuestas como los huertos urbanos, la agro-ecología familiar son herramientas para “salvar al mundo” Esta nueva clase social que se preocupa por ser “ecofriendly”, socialmente responsable, no cuestiona al modelo de producción-consumo; al contrario fomenta de manera indirecta la economía verde y el capitalismo disfrazado de social y ambientalmente responsable. Aceptamos la crisis de manera abstracta; tal como lo espera el sistema; asumiendo que aunque somos parte de ese 99 por ciento que no tiene el poder económico, somos corresponsables y por lo tanto debemos hacer nuestra parte. Esto genera la última clase social que es aquella que no tiene acceso a la comida libre de agro tóxicos, que no hace turismo, sino que vive de él y lo hace de manera precaria, que engrosan las filas de los cientos de miles de refugiados sociales y desplazados ambientales, que sirven de carne de cañón para el modelo de producción-consumo. Entre estas tres clases sociales, según Naomi Klein y que lo ha documentado tanto en su libro La doctrina del shock, como en Esto la cambia todo, existen fronteras virtuales que no necesitan de vigilancia, están dadas por las condiciones del mercado, por las formas de consumo, incluso por la forma de manejo de los residuos que se producen.
Cuando analizamos la realidad que se vive; donde efectivamente estamos ante una crisis civilizatoria, con un sistema capitalista que muestra su cara más depredadora, con un modelo de producción-consumo lineal, extractivo, con resistencias sociales que no alcanzan a ser mayoría ante tantos proyectos privatizadores de los bienes comunes. El panorama no alcanza a ser esperanzador y por eso el entender a cabalidad que la ecología política, el enfoque ecosistémico, las teorías más radicales de la antropología como las propuestas por Miquel Amoros, John Zernan, Derek Jensen donde un rompimiento de tajo con este modelo no solo es necesario, sino urgente.
Jorge Tadeo Vargas; es coordinador de campañas en el Laboratorio de Investigación en Desarrollo Comunitario y Sustentabilidad, LIDECS.