#DiasdelFuturoPasado 84
Por Jorge Tadeo Vargas
En pleno domingo de resurrección, la Cámara de Diputados sesionó para la aprobación o el rechazo de la reforma energética presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador; misma que fue rechazada en una votación bastante reñida de 223 a 275, además de presentar un debate de casi cuatro horas bastante lamentable por parte de los diputados y diputadas que no supieron estar a la altura de lo que se requería. Lo usual en la democracia parlamentaria.
Esta reforma estuvo rodeada de polémica desde su presentación hasta que fue llevada a pleno, pues para la oposición, al menos en su discurso, es un retroceso en materia de crisis climática y energética. Y digo en su discurso pues lo que se presentó desde el gobierno federal dista mucho de mover un poco lo que hay en materia de energías mal llamadas renovables o un cambio en el modelo de producción energética basado en megaproyectos, mucho menos en la matriz energética centralizada y controlada por el gobierno federal, sin permitir que los estados, ni los municipios, mucho menos las poblaciones, las ciudadanas puedan decidir qué tipo de matriz y de producción necesitan.
En resumen, la reforma presentada a la Ley de Energía solo buscaba blindar ciertos aspectos en relación a las energías renovables, específicamente aquellos que tienen que ver con la extracción de materiales (minería) y así quitarles poder a ciertos grupos cercanos a la oposición del partido en el poder político actualmente. Grupos que al final lograron detener la reforma, manteniendo el nivel de polarización y discusión en donde tanto a ellos como al gobierno federal les gusta: un nivel donde el debate bien informado, basado en la mejor ciencia posible es remplazado por mentiras o por verdades a medias en el mejor de los casos, con acusaciones sin sentido y mucha información falsa (tanto de unos, como de los otros) hacia la población. Un nivel que no ayuda en nada pero que fomenta la discusión estéril dejando de lado lo importante.
Esta reforma no estaba hecha para beneficiar a las comunidades, mucho menos a la naturaleza, tampoco pretendía (como lo dijo muchas veces el presidente) en darnos mayor soberanía energética, al contrario, es un retroceso, al no tener un programa en el cambio del modelo de producción y distribución. Tampoco tenía un cambio real en la matriz energética. Los combustibles fósiles ahora llamados de transición siguen siendo el eje central de la política energética del actual gobierno.
Pero tampoco lo propuesto por la oposición se puede ver como un avance. Salvo que al no pasar la reforma se sigue respetando el derecho de las comunidades a formar cooperativas de energía y así tener un mínimo de autonomía y autogestión, cosa que con la propuesta rechazada se perdería.
Independientemente del rechazo como ya lo había declarado el presidente días antes, asegurando que ya todo estaba blindado para detener a “los traidores a la patria”, el eje central de esta se presentó el lunes después del domingo de resurrección como una nueva ley minera, la cual se aprobó y paso de forma inmediata a comisiones en la Cámara Alta para que sea revisada y aprobada en pleno en Fast Track.
Con esto el gobierno federal busca retomar el tema de las concesiones mineras, solo que esta vez priorizando y decidiendo de forma unilateral a que empresas darle las concesiones y a cuáles no. Será a empresas mexicanas es lo que se dice en el discurso. A la par de esto se inicia otra etapa más del nuevo colonialismo con los Green New Deal muy presentes y la extracción del litio, el cual este gobierno pretende explotar al máximo. Ya lo dijo Víctor Toledo en su paso por SEMARNAT: “es el nuevo oro, el oro verde”.
De nuevo y entrando en controversias absurdas, polarizaciones tontas, sin sentido, se deja fuera la discusión real que son los impactos tan agresivos en la salud ambiental de los ecosistemas, impactos que se generan con la extracción del litio que van desde la pérdida de biodiversidad, estrés hídrico, contaminación de mantos freáticos y aguas superficiales, nuevas zonas de sacrificio, todos estos están perfectamente documentados en regiones donde la extracción del litio tiene ya varias décadas como en Argentina, Chile y Bolivia.
A pesar del discurso que pone a este metal como parte de las energías limpias, no lo es, mas al contrario, es una de las actividades mineras/extractivas más agresivas que existen. Desde su extracción hasta su disposición final va cargando con una serie de injusticias socio-ambientales por lo que no se puede llamar un energético limpio por más que no libere emisiones de CO2 a la atmósfera en su uso, pues este es otro de los mitos de la industria.
Aun con toda la campaña desde la 4T construida para convencernos de que mantener el litio en manos de los mexicanos es un gran triunfo del gobierno actual, habrá que aclararles algunos puntos.
Primero: la Constitución Mexicana es clara al definir que todos los “recursos” que se encuentran en el subsuelo son propiedad de todos los mexicanos y el Estado como administrador es quien decide como administrarlos (sic). En este sentido las empresas mineras no son “dueñas” de lo que extraen, sino que están pagando una cuota al gobierno mexicano el cual puede quitarles la concesión en el momento que así lo decida.
Segundo: el litio es parte de toda una línea de metales que el Green New Deal necesita para que estos funcionen donde se están promoviendo, es decir en el Norte Global; desde el Sur nosotras asumimos los costos socio-ambientales en las zonas de sacrificio, además de todos los daños causados por el modelo de producción-consumo extractivo y depredador. Habrá que tener una visión más amplia que incluya el cobre, el aluminio entre otros metales y minerales.
Tercero y lo más importante desde mi punto de vista: el litio, al igual que los metales, minerales, el agua, el petróleo es un elemento físico con propiedades químicas que es limitada en cantidad en la tierra y que tiene una función específica en las dinámicas ecosistémicas del lugar donde se encuentra, por lo que es demasiado antropocéntrico pensar que nos pertenece y que es nuestro derecho (aunque lo llamemos humano) extraerlo y usarlo para nuestras necesidades o las del sistema. No lo es, no es nuestro derecho y no es un recurso de ningún tipo. No está en la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades. Las consecuencias de pensarlo así es lo que nos tiene metidos en este colapso socio-ecológico a un paso de una etapa tecno-feudal mucho más devastadora que el neo liberalismo actual.
El discurso del gobierno federal de hacerse realidad no abrirá una época de boyante economía verde, al contrario, va a contribuir a mantenernos en un nuevo colonialismo, donde la devastación socio-ecológica será aún mayor que la actual. Las comunidades cercanas a los yacimientos del litio se convertirán en verdaderas zonas devastadas, sin ningún futuro mientras que las ganancias económicas no les tocarán en ningún sentido. Como si eso importara al final. No hay dinero que valga la muerte.
Si la 4T se preocupara por la naturaleza, por las comunidades humanas más vulneradas por el neo liberalismo y lo que le sigue entendería y legislaría porque el litio, así como todo lo que se encuentra en el subsuelo permanezca donde está. No es posible mantener este modelo por mucho tiempo más.
Desde Klatch City, muy lejos de Elisyum
Abril 2022
*Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de X.
PD: comparto tres links que vale la pena leer sobre la minera, el litio y el cambio climático que se publicaron en este mismo medio en el 2018: