#Diasdelfuturopasado 42
Revisando algunas noticias me encuentro con algunas que me dejan muy claro que vivimos momentos en que los gobiernos de todo el mundo comienzan a operar basando cada una de sus acciones en la doctrina del shock, ese concepto que en su momento “popularizó” Naomi Klein con su libro del mismo nombre, del cual Alfonso Cuaron hizo un documental. A grandes rasgos y sin entrar mucho a detalle, la doctrina del shock parte de la hipótesis, lo digo así para no entrar en debate con sus detractores, parte de la idea que el sistema de clases, ya sea capitalismo de estado o neoliberal, aprovechan los fenómenos/desastres naturales que impactan de forma negativa a comunidades para posicionarse aún mas, es decir, al sistema y su modelo de producción-consumo ¿De que forma? Beneficiando a las corporaciones transnacionales en el manejo de los daños ocasionados por el desastre/fenómeno, a la par de que privatizan los bienes estratégicos de los países con lo que cierran cualquier oportunidad de un cambio sistémico mucho mas cooperativo y comunal. El ejemplo del huracán Katrina, el temblor en México, en el 2017, son muy claros de cómo funciona.
La pandemia que vivimos en todo el mundo como parte de las estrategias para detener el contagio del virus SARS COV-2 a traído como resultado que los gobiernos pongan en marcha de forma tajante la doctrina del shock, con lo que todo parece indicar que el capitalismo es quien saldrá ganando de esta situación. Lo vemos con el trato que se le esta dando a los pequeños y medianos comerciantes a los que se les obliga a cerrar sus negocios, mientras que las grandes cadenas siguen trabajando a tope, enriqueciéndose cada vez mas. Igual la propaganda gubernamental difundida por los medios de comunicación que nos dicen que pronto regresaremos a la normalidad. Intentan que cuando pase la cuarentena nos mantengamos en el mismo modelo de producción-consumo que nos invita a consumir hasta morir, que no pensemos, que la obsolescencia tanto programada como percibida se mantengan como las normas que permiten que el sistema de clases se sostenga como el único que importa y vale.
Regresando a las noticias que me llevaron a escribir esto y me sacaron de la apatía, y el hastío producido por estos días de encierro, me centro en tres temas que me parece que son importantes para mi tesis de cómo la doctrina del shock esta funcionando a tope en estos momentos. Además de hacerlo desde la región en la que vivo.
La primera de ellas, fue la declaración del subsecretario de salud Hugo López Gattel sobre la industria cementera, la cual sigue funcionando como si nada pasara o como si fuera una actividad primordial. Las plantas cementeras siguen trabajando. Parte de mi trabajo como activista comunitario/investigadora en zonas donde la industria cementera ha ido creando zonas de sacrificio juntos otras industrias, me dice que mi percepción es que en la 4T la industria cementera sigue siendo intocable, como lo fue en las administraciones anteriores. Su poder se basa en la idea desarrollista de que es la industria donde se sustenta el motor del progreso del país. Sin cemento no hay desarrollo, dijo Felipe Calderón en algún momento de su mandato presidencial.
Otra situación a mencionar con respecto a las cementeras en México, es que muchas plantas, especialmente las que se encuentran en el Estado de México, Hidalgo, Puebla, desde hace algunos años hacen el papel de incineradoras para el manejo de residuos industriales, peligrosos y urbanos. Para estas empresas donde CEMEX, Holcim y Fortaleza llevan la delantera, la pandemia se presenta como una oportunidad excelente para ampliar el radio de municipios a quienes venderles sus servicios. Esto sin importarles los impactos a la salud ambiental y humana que van provocando, los cuales están documentados en todo el mundo, pues ésta lamentablemente no es una práctica solo mexicana. Esto genera una serie de impactos y no solo el daño a la salud como lo menciono líneas arriba, las pepenadoras ven en riesgo su forma de vida, pues con esta práctica los rellenos sanitarios no son opción y aun a sabiendas del riesgo de salud que se corre en ellos la opción no es desaparecerlos sino convertirlos en espacios dignos para los trabajadores que recolectan materiales en ellos.
Las comunidades que viven cerca de estas plantas cementeras se han convertido en autenticas zonas de sacrificio, donde las personas que tienen la desfortuna de vivir en ellas, respiran día con día el veneno que estas plantas producen. Mención aparte merece la industria incineradora que con esta pandemia han incrementado su presión para poder instalarse en el país, argumentando la necesidad de una gestión “Mas limpia” -en palabras de ellos- de los residuos, además de la producción de energía como resultado final. Incluso se presentan como una opción ante la situación que vivimos a causa del COVID-19.
Por ultimo pero no menos importante es el cabildeo de la industria del plástico que se ha intensificado después de que muchas organizaciones han logrado a nivel mundial que se prohíba el uso de estos productos, especialmente aquellos conocidos como de un solo uso. Esto lo vienen haciendo apoyados en el falso argumento de la necesidad del plástico como la mejor opción contra el combate del contagio.
De lograr darle marcha atrás a los avances en materia de gestión responsable de los residuos, se corre el riesgo de que esto se instale como la norma y tengamos que comenzar de nuevo una lucha por la salud y la naturaleza.
Estas medidas que solo se presentan en el final de la línea del modelo de producción-consumo, parten justamente de ese regreso a la normalidad que tanto promueven los gobiernos y los medios de comunicación a su servicio. Es lo que a las corporaciones que controlan el poder económico les beneficia.
La normalización de la crisis que llevamos años viviendo, la normalización de la destrucción de los ecosistemas que entre muchas cosas ha traído consigo la propagación de virus como el actual, la normalización de las zonas de sacrificio, de la privatización de los bienes comunes y/o estratégicos, la normalización del colapso civilizatorio al que nos enfrentamos desde hace algunas décadas.
Volver a la normalidad no tiene que ser una opción, al contrario, no podemos volver a ella pues por años hemos luchado por cambiarla. El regreso debe ser de la mano de la cooperatividad entre nosotras, del apoyo mutuo, de otras formas de relacionarnos individualmente, colectivamente y con la naturaleza.
Abril 2020
Jorge Tadeo Vargas
Activista, escritor, anarquista, biólogo, panadero casero, coordinador de LIDECS