
#DiasdelFuturoPasado Vol. 54
“El problema del futuro es que siempre se convierte en presente”
Hobbes, de Calvin and Hobbes
Jorge Tadeo Vargas
Hacer un recuento sobre la agenda ambiental de los gobiernos este año, podría dar la apariencia de que es un trabajo un tanto complicado pues el espejismo de que una de las cosas positivas que tiene la pandemia/cuarentena que seguimos viviendo actualmente es que le dio un respiro a la tierra, así en abstracto. Esto es falso, pues el avance del capitalismo voraz, el extractivismo no se detuvieron, al contrario, fueron muchos los megaproyecto en el Sur Global los que se aprobaron en este año que acaba de terminar. A pesar de todos los impactos en la naturaleza, de la pérdida del patrimonio biocultural, de la pérdida de territorios, el desplazamiento de comunidades enteras en los ecosistemas devastados, este espejismo de que este año de encierro ayudó al planeta fue una idea que se mantuvo por muchos meses.
Si analizamos la agenda ambiental del gobierno mexicano de forma muy pragmática y reconociendo que lo que ellos entienden por protección ambiental es una idea muy capitalista, entonces su agenda se cumplió cabalmente. ¿Cuál es su agenda? Pues bueno, es fortalecer el extractivismo como método de control económico, desplazar comunidades de los ecosistemas dañados por sus proyectos devastadores (léase el mal llamado tren maya, la refinería de dos bocas, su ley de economía circular entre otras) promovidos por las corporaciones transnacionales. El aumento de las zonas de sacrificio en la 4T continua como forma hegemónica de su modelo de producción-consumo. La agenda de este gobierno solo beneficia al capital y han tenido en la pandemia/cuarentena el pretexto perfecto para fortalecerse pues las resistencias comunitarias se han visto mermadas por este encierro selectivo que se ha impuesto, además de los contagios que se han producido debilitando las resistencias.
Esto no solo sucedió en México, a nivel global la situación es muy similar. La mayoría de los gobiernos aprovecharon este impasse producido por la pandemia causada por el virus SAR-COV2 para ir deteniendo cualquier intento de justicia socioambiental, de resistencia comunitaria, predominando el modelo de producción-consumo voraz, lineal, extractivo. En las iniciativas de reducción de residuos plásticos de un solo uso es donde mejor se puede ver esto. Todas las iniciativas de prohibición fueran detenidas al menos un año, con lo que hubo un fortalecimiento a una industria muy ligada a la industria petrolífera.
Donde esto fue más notoria a nivel mundial es en la agenda climática, después de un par de años con un fuerte movimiento de justicia climática (léase Extintion/Rebellion, Fridays for Future, entre otras) que si bien no eran la mejor opción al menos mantenían la problemática visible en los medios de comunicación. En el 2020 estos movimientos desaparecieron por completo. Incluso la fallida Conferencias de las Partes de la ONU sobre cambio climático fue pospuesta hasta noviembre del 2021. Y aunque han surgido un par de alianzas internacionales sobre el tema tanto en el Norte como en el Sur es claro que no se tiene la presencia mediática que se tenia antes, con lo que es mucho más difícil sobrellevar una resistencia por la justicia.
Si a esto le sumamos que el informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU dice que este año alcanzamos la histórica cifra de 417 partes por millones de Gases de Efecto Invernadero, cifra que no tiene precedentes, jamás la humanidad había estado en una situación igual. Los polos están en un proceso de pérdida de glaciares a un ritmo nunca visto, con lo que el aumento de los mares traerá impactos no registrados en la historia. A esto le podemos seguir sumando impactos que no tuvieron un “respiro” en este año pandémico. Estamos ante una realidad que ya no se puede esconder. Es la parte más dura de la crisis climática y el futuro no es para nada optimista. Todo lo contrario, este año de encierro permitió al sistema trabajar en proyectos aún mas depredadores y criminales como son los “Green New Deal” presentados por los Estados Unidos, que con la llegada de Joe Biden a la presidencia se activa, además del presentado por la Unión Europea. Dos iniciativas que bajo la premisa del capitalismo verde continuarán con el extractivismo y la expropiación de territorios en el Sur Global. Estamos ante una nueva forma de neoextractivismo que se sustenta en la falsa idea de justicia climática. Es solo una nueva forma de privatización de la naturaleza.
Hoy más que nunca vemos el renacer de las zonas de sacrificio, las cuales son selectivas y muy bien cuidadas por los gobiernos, vemos la mutación del neoliberalismo hacia un capitalismo sustentado en un modelo neofeudal donde la justicia socioambiental solo existe como parte del “aparentismo” del modelo. Se van dando dos formas de accionar. La primera se relaciona con las zonas de sacrificio donde se concentra los medios de producción y todos los impactos a la salud ambiental y humana ocasionados por estos, mientras que en la segunda el capitalismo de plataforma se va convirtiendo en la estrategia para mantener a un sector que no produce, pero si consume alienado, dormido, sin respuesta a las violaciones básicas de los derechos humanos.
La nueva normalidad no es solo una necesidad ante una de las amenazas biológicas más grandes que nos enfrentamos en la actualidad, sino también es una herramienta de control por parte del gobierno para mantener la hegemonía de este modelo de producción-consumo. El 2020 no solo será recordado por la pandemia, por los miles de muertos ocasionados por el fracaso del sistema de salud, sino también por ser el año que ante el pretexto de cuidarnos todos, la justicia socioambiental desapareció de las agendas.
Enero 2021, primer mes del siguiente año pandémico
Desde la zona de sacrificio llamada Toluca.
Jorge Tadeo Vargas. Activista, escritor, ensayista, anarquista, biólogo, panadero casero, coordinador de LIDECS