Por: Isabel Dorado Auz

En una de mis colaboraciones del año 2013, comentaba que en el PRD se hizo común recurrir a la ley de las canicas cuando de tomar decisiones se trataba. Esto es, si representabas a un buen número de militantes se te tomaría en cuenta y si no era así, por más de que tuvieras buenos argumentos a favor de una causa, simplemente no se te atendía.

Negaba así, ese instituto político, su origen y las muchas veces que fue ninguneado por el gobierno de Salinas de Gortari. Sin embargo, el peso de la razón terminó por empoderar al entonces digno partido opositor, mismo que ahora tiende a desaparecer. La razón principal, de esto último, es que sus dirigentes se interesaron más en quien tenía la capacidad de acarrear votos y muy poco en quienes aportaban ideas valiosas para el quehacer político.

Algo parecido está ocurriendo hoy en día en el Partido Morena, con el agravante de que está gobernando la nación y, para interés nuestro, el estado de Sonora. De pronto, los padrecistas y un sinnúmero de personajes innombrables fueron aliados importantes, dado que tuvieron la capacidad de mover muchos votos que antaño favorecían a los prianistas. Esto es, Alfonso Durazo se impuso fácilmente a pesar de que un gran porcentaje de la población decidió no votar en las elecciones de este año. Lo mismo ocurrió con varios diputados, dándose el caso de que hubo distritos con un porcentaje de votación inferior a un tercio de la lista nominal.

Será por eso que se percibe una especie de estancamiento en la conducción política del estado. Durazo ha decidido recibir solo a quienes cree que serán aliados incondicionales y nos ha negado ese derecho de Audiencia, a pesar de que es obligación constitucional, que le hemos solicitado formalmente. No solo eso, el presidente del Congreso local, de Morena, se dio el lujo de hacernos esperar más de media hora para finalmente no atender a una Comisión del Grupo Ciencia y Sociedad, ya que se pretendía informarle de nuestra propuesta de Nueva Ley para la Universidad de Sonora. De manera similar, Álvaro Bracamontes, secretario de gobierno, nos hizo esperar una hora para finalmente no atender a una Comisión de Ciudadanía Activa, para informarle de un anteproyecto de Rescate de La Sauceda.

Pareciera, pues, que para los que gobiernan el estado, no es importante el esfuerzo realizado por académicos y ambientalistas, o peor aún, que temas como la nueva normatividad para la Universidad de Sonora y el rescate de uno de los espacios públicos más emblemáticos de la capital sonorense, tengan la importancia suficiente para ser atendidos como una prioridad en las políticas de gobierno.

Si la lógica es que no se nos atiende, porque no hemos demostrado la capacidad de movilizar a las grandes masas, podrían estar cometiendo el mismo error en el que cayeron Claudia Pavlovich, quien nunca imaginó que un grupo reducido de personas fuera capaz de colectar poco más de cinco mil firmas para exigirle una Consulta cuando pretendía vender el estadio Héctor Espino y La Sauceda; y por otro lado, Célida López cometió el mismo error al minimizar la inconformidad social que provocó ese sabadazo en el que el Cabildo autorizó la venta del Cárcamo, misma que se echó atrás después de una gran movilización social.

Hemos sido prudentes, dado que se supone que congeniamos ideológicamente con la 4T, sin embargo, nos causa sorpresa que tengamos que recurrir, una vez más a la movilización social para lograr ser atendidos. Primero le haremos un plantón al presidente municipal, otro que tampoco nos ha brindado la Audiencia solicitada y posteriormente, todo indica, que tendremos que hacer lo mismo con Alfonso Durazo, quien a pesar de haber comentado que no era necesario que le hiciéramos plantones, la realidad nos dice que para él, Nosotr@s no somos importantes.