Extraído del Border Hub. Por Melva Frutos.
La periodista sonorense ha demostrado que la sensibilidad de la maternidad es un factor positivo en su trabajo y no una debilidad. Ha impreso su personalidad fuerte y a la vez empática en cada una de las tareas que ha realizado en favor de su comunidad
Una periodista como Gabriela Medina conoce la medida exacta de la fortaleza que se requiere para cruzar la puerta y dejar a sus hijas para salir a reportear las historias que necesitan ser contadas con sensibilidad y empatía, aunque algunas veces la maternidad sea tomada como una debilidad.
“Las empresas tienen que entender que nosotras, con esa fuerza que nos da el ser mamá, con esa fuerza que dice ‘yo por mis hijos puedo hacer lo que se tenga que hacer’, con esa misma fuerza, vas a lograr hacer un buen trabajo.
“Muchas veces creen que ser mamá te limita y yo creo que no, que, al contrario, por ser mamá lo haces mejor”, afirma la periodista de Sonora.
Penosamente, a factores como el riesgo y el estrés que imperan en el ámbito periodístico, cuando se trata de mujeres que viven la maternidad, se suman la discriminación y la subestimación.
“Sí te subestiman por estar embarazada o por ser mamá. Pero yo creo que lo que deben entender es que ser mamá es una fortaleza más que una debilidad”, afirma.
Desde el primer contacto, a Gabriela se le percibe con una personalidad empoderada, segura de su potencial. Detrás de ese imponente temperamento hay una larga travesía de esfuerzo para librar los obstáculos del camino.
Dos pequeñas, de 8 y seis años, son las personas más importantes en su vida y, en febrero, dará a luz a su tercer hija.
Junto a su esposo, Alberto Moreno Olguín, comparte su crianza. También combinan las labores de la casa y hasta la profesión. Él es camarógrafo y productor.
“Aquí no hay roles definidos”, afirma la reportera cuando habla de cómo lleva el rol ama de casa y profesionista, “aquí los dos hacemos todo y eso es algo que también te ayuda mucho y se agradece mucho.
“Aquí no es, ‘las tareas de la casa son de ella, ella se encarga de esto y yo le ayudo’. Aquí nadie le ayuda a nadie, aquí todos hacemos todo y eso es algo que me ayuda mucho y en mi trabajo también”, describe.
Como corresponsal de Milenio Sonora desde Hermosillo, constantemente Gabriela debe moverse de ciudad. Además de contar con el apoyo de su madre para el cuidado de sus hijas, cuando el horario laboral de su esposo se lo permite, la acompaña a sus coberturas.
“Otra cosa también muy difícil son las salidas. El enseñarles que mamá tiene que salir y cuando mamá sale y papá sale con ella, porque a veces vamos juntos, porque no me deja sola. Porque, si tengo que salir, si hay que cubrir algo en Sonora, si hay algo en Nogales, yo tengo que ir a Nogales y me dicen a las 10 de la noche: ‘¿te puedes ir mañana para allá?’. Pues me voy”, explica.
Ser clara con las implicaciones de su trabajo ha dado madurez a sus hijas, afirma, a la vez que les muestra que ello genera bienestar para la familia.
“Siempre les he dicho que mamá tiene que ser feliz, para que mamá esté feliz, mamá tiene que hacer lo que a mamá le gusta. Igual que ellas lo van a hacer cuando estén grandes. O sea, mamá para algo estudió y mamá estudió para hacer algo que le gusta y es importante que lo haga, porque así como importa mi trabajo como mamá, también importa mi trabajo como reportera, como periodista.
“Siempre digo eso, que cuando ya se estén grandes lo van a entender y siempre les digo, ‘tú vas a hacer lo que tú quieras hacer y nadie te va a limitar y tú puedes hacerlo’”.
Como a la mayoría de las madres, el trabajo en casa se le ha multiplicado con la pandemia por COVID-19. Ahora también ha tenido que convertirse en “maestra” de sus hijas, logrando, incluso, enseñar a leer y a escribir a la más pequeña cuando cursaba el tercero de preescolar.
Desde casa ha llevado bien su faceta laboral, dice, y en familia han aplicado un sin número de inventivas para cumplir con su papel de corresponsal.
Sus hijas saben que cuando es hora en que Gabriela tiene que entrar al aire, hacer entrevistas o grabar audios, deben guardar silencio, relata, y algunas veces tiene que meterse a un closet para lograr mejor calidad en el sonido de las grabaciones.
“Controla dos niñas de 8 y 6 años para tú grabar o tú entrar al aire, en donde siempre estás, pues estás aquí en casa, todo lo estás haciendo desde aquí”.
Cuando el pasado 25 de noviembre la joven activista, Marisol Cuadras fue asesinada en un ataque armado al Palacio Municipal de Guaymas, Gabriela demostró una vez más que el embarazo no la limita a cumplir con su labor de informar.
Viajó Guaymas para cubrir del hecho, “fueron tres días en los que fue una cobertura muy intensa, muy peligrosa, muy riesgosa”.
La sensibilidad de la multifacética comunicadora ha mantenido su trabajo del lado de la sociedad y su carácter, de parte de la verdad.
Inició en el mundo de la información antes de entrar a la facultad en la Universidad de Sonora, cuando le dieron la oportunidad de ser ayudante de producción en Unison, la estación de radio de esa institución educativa.
Era una adolescente que “por puro gusto” ayudaba buscando información para programas que transmitían música de los 60’s y 70´s. Después le dieron una sección informativa con el mismo corte.
Como estudiante de la Facultad de Comunicación colaboró como guionista en Televisión Azteca y al poco tiempo ya cubría a otros reporteros.
Al concluir la licenciatura trabajó en un medio digital en donde asegura que aprendió mucho, pero que padeció en carne propia la explotación, pues con una mínima paga debía cubrir intensas jornadas.
Cuenta que, al no ser respetados sus derechos laborales, renunció. Supo que fue una buena decisión porque de inmediato se le abrieron otras puertas.
Le llamaron de Tv Azteca, en donde trabajó como reportera por un breve periodo. Después estuvo en el periódico Expreso y posteriormente aceptó una mejor oferta en Telemax.
En esa televisora fue contratada para cubrir la sección policiaca y descubrió cómo cubrir la nota roja dándole espacio a las víctimas.
“No era nada más buscar choques y robos, para mí era buscar historias y cualquier choque yo lo convertía en una historia y cualquier robo yo lo convertía en una historia y cualquier mínima cosa que era de la fuente policiaca, que todos rechazaban, yo lo convertía en la historia del día, con eso se abrían los noticieros por el enfoque que yo le daba”, recuerda.
Por un tema de “egos” entre sus compañeros fue movida a la sección política, en donde, dice, continuó buscando el enfoque social. Luego de tres años terminó por ser sacada del área de noticias. La enviaron a un escritorio para manejar las entonces nacientes redes sociales de la empresa.
“Me pusieron un escritorio ahí escondida, donde no me vieran los de noticias y yo dije, ‘bueno, igual que siempre, si me ponen aquí, lo voy a hacer bien”, agrega.
Después de seis años en la empresa se tomó un año para dedicarse “a ser mamá totalmente”. Como su personalidad es hiperactiva, adecuó el cuidado de sus hijas con el trabajo de fotógrafa de eventos sociales.
Su regresó a los medios fue en el periódico Entorno, en donde duró pocó tiempo porque fue invitada por su amigo y colega, Juan Carlos Zúñiga, a estar al frente de un noticiero de radio Contacto.
Como conductora en ese programa tuvo una estrecha relación con la comunidad.
“La gente se identificó conmigo mucho y yo siempre fui muy natural. Yo llegaba y la gente, cuando salíamos a la calle, los saludaba y llegaban y me abrazaban como si me conocieran de mucho tiempo y yo también.
“Luego, aparte, yo calmadita nunca he sido, entonces yo decía sus verdades a los políticos, a los gobernantes; defendía mucho a la gente y la gente empezó a identificarse mucho conmigo”.
Gabriela es abierta y expresiva y en el espacio radial frecuentemente comentaba detalles de la vida con sus hijas, como los momentos en que las extrañaba por haberse perdido de algún evento escolar. Percibe que su lado maternal la acercaba más a la audiencia.
Al mismo tiempo, se condujo como una comunicadora ética y directa en sus cuestionamientos a los representantes del poder y en 2019 fue dada de baja en el noticiero.
“Sabía que por mi forma de ser podía pasar eso, pero yo no iba a cambiar. Callada no me iba a quedar. Yo no iba a dejar de ser yo para conservar un trabajo. Para mí siempre ha sido más importante ser yo misma y seguir lo que yo creo y lo que yo siento y lo que yo soy, a conservar un trabajo por el simple hecho de estar al aire. Para mí eso no, para mí, primero soy yo y mi dignidad y mi trabajo como periodista”.
Aprovechando su conexión con la audiencia, junto a su esposo como productor, crearon un noticiero independiente que grababan en una cabina prestada, pero al poco tiempo les resultó insostenible vender publicidad, producir, conducir y atender a sus hijas.
“Había veces que nos las llevamos dormidas porque ya no había tiempo de llevarlas con mi mamá y las acostábamos entre dos sillitas ahí de oficina, acostaditas, dormiditas las niñas, mientras nosotros nos subíamos a la cabina a hacer el noticiero.
“Era muy difícil, hasta que dijimos ‘ya basta’. La gente no quiere que lo dejemos de hacer, pero yo tengo que pensar también en mi salud y la de mi familia y nos dimos cuenta que teníamos que ver prioridades”, comenta.
En agosto de 2020 publicó el reportaje “Multas fantasma” en Hermosillo, un sistema de recaudación al margen de la ley” en el Border Hub.
En éste, la reportera dio a conocer que, de marzo de 2019 a febrero de 2020, 235 hermosillenses impugnaron infracciones de Tránsito ante la Dirección de Jueces Calificadores.
Para la comunicadora, la investigación significó mostrar un problema de corrupción que afecta a todos los ámbitos sociales, pero con mayor impacto a quienes menos tienen.
Destaca que, seguir un proceso metodológico durante una investigación, supera la experiencia de sólo reportar y repetir el discurso oficial.
“Cuando te enfrentas a un método como el que te enseña el Border para investigar realmente a fondo, sin dejar escapar nada, entonces te das cuenta que toda esa experiencia que tienes, pues en realidad no te sirve si no la sabes aplicar para hacer una investigación”, detalla.
Para continuar superando sus propios éxitos, Gabriela pronto reanudará el trabajo de investigación en el Border Hub, afirmando que ser madre no la limita para emprender cualquier proyecto.
“Te hace más fuerte y te hace una mejor persona y te hace una mejor reportera, una mejor periodista”.