Publicado originalmente en La Verdad Juarez, difundido a través del Border Hub. Por Iván Gómez Cruz.
La comunidad indígena Ndee en el estado de Chihuahua resurge para contar su historia, organizarse y encabezar un movimiento para que se reconozca a su pueblo, porque ‘oficialmente no existe’
Martín Cristóbal Rojas Guevara es descendiente de la comunidad Ndee, N´nee, Ndé, perteneciente a la etnia a la que coloquialmente se le conoce como apache, una comunidad indígena que, asegura, ha existido en lo que hoy es el estado de Chihuahua desde antes que llegaran los españoles al continente americano.
“Los libros de historia oficial siempre marcan a nuestro pueblo como un pueblo invasor y siempre le dan un origen más al norte, y que llegamos a esta tierra invadiendo o siendo desplazados por otras tribus, pero la verdad es que nuestro pueblo siempre ha estado presente en estas tierras”, afirma Martín Cristóbal, de 49 años, en entrevista para La Verdad.
En diciembre de 2021, la comunidad Ndee, N´nee, Ndé, envió una carta al presidente Andrés Manuel López Obrador, en la que solicitaban su intervención ante el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), para que se les reconozca como pueblo originario, pues aseguran, cuentan con todas las pruebas para comprobar cómo se les ha invisibilizado de la historia. La petición aún no ha tenido respuesta.
“Buscamos reivindicación moral. Que se haga un estudio antropológico a fondo, que se revise la historia del país, que se conozca realmente la historia tal como es, y que se sepa que nuestro pueblo ha permanecido en estas tierras, en estos lugares”, señala Martín Cristóbal, respecto a la carta enviada al presidente.
La petición es respaldada por integrantes de la comunidad Chiricahua también perteneciente al pueblo Ndee, descendientes de la nación Ndee, N´nee, Ndé. Su representante es Martín Javier Tafoya Domínguez, comerciante de 52 años nacido en Ciudad Juárez.
Al igual que Rojas Guevara, Martín Javier también busca el reconocimiento para los Ndee, tanto a nivel local, como estatal. Ambos comparten las mismas costumbres y la misma lucha de reivindicación moral y reconocimiento.
“Hay una petición que no se ha hecho formalmente, yo se lo hice llegar informal al presidente municipal Cruz Pérez Cuéllar, para que nos ayudará a declarar área natural protegida atrás de lo que es el Cerro Bola; ahí hay una planicie muy bonita. Tratamos de que se nos cediera, para cuidarla y reforestarla, y hacer un área natural igual en Samalayuca”, comentó Martín Javier, de 52 años.
A pesar de que sus comunidades se encuentran registradas ante la Comisión Estatal de Pueblos Indígenas (COEPI), tanto Tafoya Domínguez como Rojas Guevara expresan que no se les ha tomado en cuenta porque “oficialmente no existen”.
Jesús Vargas, director de la COEPI, ha declarado que para que ellos puedan reconocer que existe una comunidad indígena, es necesario que un grupo de personas se reúnan, compartan costumbres y que se autoadscriban a un grupo indígena.
“Sé que hay una lucha por lograr el reconocimiento de su comunidad, y que incluso sea reconocida como uno de los grupos originarios del estado de Chihuahua, junto con los rarámuris, pimas, guarijíos y los tepehuanos del norte”, dice Vargas.
El director de la COEPI también comenta que ha estado en una de las reuniones de los Ndee, en una ceremonia de agradecimiento por la cosecha durante noviembre, y menciona que, aunque ellos ya no se dedican a cosechar, todavía mantienen esa costumbre.
Los apaches se denominan a sí mismos “Ndeh”, “Ndee”, “N’de”, “Dišnë”, “Tišnde” o “Inde”, según la tribu a la que pertenecieran. Quiere decir “la gente”, “hombre” o “el pueblo”, de acuerdo con investigaciones como la realizada por el historiador Gorka Alonso.
Martín Cristóbal Rojas Guevara y Martín Javier Tafoya Domínguez se reconocen como Ndee por la herencia cultural de sus familias, quienes siempre les hablaron de su ascendencia.
“Mi madre pertenecía al clan Golgalné o gente de las planicies, y mi padre al clan Chihene o gente pintada de rojo”, comenta Rojas Guevara. En el caso de Martín Tafoya Domínguez, él dice que sus abuelos paternos de quien proviene la sangre Ndee.
Actualmente se tienen registradas 25 familias de la comunidad Ndee, N´nee, Ndé, comenta su representante, lo que equivale a 250 personas en el estado de Chihuahua.
Martín Tafoya declara que en la ciudad de Chihuahua se han contabilizado 15 familias, aunque todavía no han terminado con ese proceso. Estas cifras solo incluyen a la gente que tiene ascendencia Ndee y se han reconocido como tal.
Rojas destaca un factor que tienen en común todas las familias Ndee que han encontrado e investigado a través del tiempo: el antecedente de las contratas de sangre efectuadas en Chihuahua a partir de 1839.
En aquél entonces se ofrecían recompensas económicas por las vidas de las personas de su pueblo, con el fin de despojarlos de sus tierras, recorda.
“En 1880 1885 ya no se pagaba, pero no era penalizado. Tenemos ejemplos de 1930 a 1940 donde todavía se asesinaba a nuestra gente y no se castigaba como un delito de asesinato, era como un deporte, como la cacería”, explica Martín Cristóbal, y asegura tener las pruebas documentadas de aquellos crímenes perpetrados en Chihuahua y Sonora.
Marzo de 1930 Nacori Chico Sonora, Cabelleras de Apaches “Cazados” Fotografía del libro “los diarios apaches: un viaje de padre e hijo de Greenville Goodwin y Neil Goodwin
Fue precisamente por aquel exterminio que actualmente se ignora lo que ha ocurrido con su pueblo. Explica que, para los gobiernos del estado, invisibilizar toda aquella cultura fue la opción más viable ante el derramamiento de sangre y el despojo; a pesar de aquello, menciona que representan una cultura que “nunca se fue aquí, nunca desapareció”.
Mantener un bajo perfil se convirtió en la única alternativa a la que el pueblo Ndee pudo aferrarse para sobrevivir durante el siglo pasado y antepasado, pero aquello implicaba ocultar su lenguaje, su vestimenta y a practicar sus costumbres a puerta cerrada, en situaciones controladas dentro de círculos familiares, sin gente que no perteneciera a su etnia.
“Tenemos mucha población descendiente que perdió su identidad cultural, algunas personas lo conocen, otras conservaron únicamente algunos restos de su cultura”, agrega Martín Cristóbal.
Rojas y Tafoya mencionan que hasta 1930 en Estados Unidos, a las personas Ndee se les consideraba prisioneros de guerra, a diferencia de México, donde si se mantenían ocultos, podían casarse, formar familias, trabajar y estudiar.
Fue a partir de las décadas de 1970 y 1980 que las comunidades Ndee comenzaron a resurgir para contar su historia y volver a organizarse lentamente, comenta Rojas. “Creo que hemos avanzado bastante desde los años 80”.
Las redes sociales, explica Rojas Guevara, han jugado un papel fundamental para unificar las causas de distintas familias Ndee dispersas en Chihuahua. “Teníamos personas en Guerrero, Chihuahua, personas en Casas Grandes, personas en Juárez, donde cada uno tenía su lucha por separado”.
Martín Cristóbal relata que durante los últimos 7 años han logrado identificar una gran cantidad de personas que persiguen el mismo objetivo. Aunque fue entre el 2007 y 2008, años en los que fallecieron sus padres, cuando emprendió su búsqueda para conectar con más personas de ascendencia apache, y comenzó con la familia de su madre. Fue a través de ellos que se le dio reconocimiento en una comunidad Ndee en Arizona.
Luego de ser reconocido por sus parientes de lado materno, participó en varios foros de historia, a través de los cuales conoció más personas con las que compartía la misma herencia cultural, incluido al representante de la comunidad Chiricahua, su tocayo y amigo, Martín Javier Tafoya Domínguez.
Más allá de las peticiones aún sin respuesta hacia los representantes de los tres niveles de gobierno, Rojas Guevara y Tafoya Domínguez también se enfrentan constantemente a otros retos que tienen que ver con instituciones gubernamentales, con las que deben lidiar en su búsqueda de reconocimiento en la historia oficial de Chihuahua y México.
Algunos de las situaciones con las que los representantes Ndee deben tratar, son derivadas de malentendidos y del desconocimiento de su cultura. “Cuando nos acercamos a las oficinas de gobierno a solicitar reconocimiento o la apertura de espacios, nos quieren dar despensas, y nosotros no vamos a pedir despensas. A lo mejor hay gente de nuestro pueblo que si llegan a necesitar ese apoyo, pero no es lo que estamos buscando”, relata Martín Cristóbal.
“Cuando nos llegan a invitar a mostrar un poco nuestra cultura”, expresa Martín Cristóbal, “lo primero que hacen es preguntarnos por nuestras artesanías o qué comida vendemos. Nos quieren ver como las demás etnias”.
El representante Ndee considera que el asistencialismo que el gobierno ofrece a las tribus indígenas resulta incluso perjudicial para estas, porque para él y otros miembros de su comunidad, no son más que formas de sobornarlas ante “necesidades verdaderas”, como la inclusión y la educación.
En el estado de Chihuahua, oficialmente se reconocen 4 grupos originarios: los rarámuris, los pimas, los tepehuanes del norte y los guarijíos, y a pesar de que el pueblo de Martín Cristóbal se encuentra registrado ante la COEPI, todavía no se les reconoce como pueblo originario, y es ese el eje central de su lucha.
Martín Tafoya y Martín Cristóbal aseguran que no pararán hasta que el pueblo Ndee recupere lo que históricamente les corresponde, algo que es intangible, la cultura, la lengua, sus tradiciones, el reconocimiento y una disculpa por el exterminio al que fue sometido su pueblo en dos siglos distintos.
No buscan tierras, beneficio económico o puestos gubernamentales. Para ellos, como grupo indígena, ser reconocidos como grupo originario de Chihuahua es una cuestión de honor y de preservación cultural.