Extraído del Border Hub. Por Melva Frutos.
Los periodistas de Ciudad Juárez, Chihuahua estaban acorralados, el ataque era por distintos frentes y la única solución era “organizarse o morir”.
El origen de la Red de Periodistas de Juárez, una de las agrupaciones de periodistas más icónicas en México, no es tan célebre como sus resultados.
Fueron cuatro mujeres periodistas destacadas que en 2011 pensaron cómo cambiar el rumbo al que la violencia estaba llevando al gremio y redirigirlo a la capacitación y profesionalización.
Empezaron por buscar talleres. Querían abordar tantos temas, todos necesarios, que buscaban los que tuvieran más al alcance y fueran gratuitos, explica Lucy Sosa, quien trabaja en El Diario de Ciudad Juárez y es una de las fundadoras de la Red.
“Decíamos, ‘es que, la seguridad es bien importante; es que tenemos que hablar de mecanismos de seguridad; tenemos que hablar de protocolos de seguridad; tenemos que impulsar esto y también tenemos que modificar nuestra redacción’.
“Porque también, había algunas veces en que, por el uso de adjetivos calificativos nos poníamos en riesgo, porque no nos pasaba por aquí el hecho de que ponerle ‘narcotraficante’ sin el ‘presunto’, nos podía poner en riesgo. Entonces, eso también fue parte de lo que necesitábamos, la profesionalización en cobertura y empezamos con nuestros propios recursos”, detalla la periodista juarense.
Inseguridad en Ciudad Juárez
En 1988, cuando fueron sus inicios como reportera en el canal 5 local, mayormente de la fuente de inseguridad, Lucy no imaginó los niveles de inseguridad a los que llegaría esa ciudad fronteriza.
Ya en 1992, al quedarse permanentemente en la fuente policiaca, se intensificó el trabajo en esa sección, cuenta, primero con el incremento de los feminicidios.
“A partir de entonces, a mí me tocó cubrir los primeros feminicidios. Me tocó cubrir, pues, hechos muy lamentables que ocurrieron aquí, de homicidios. Estaba también en esa época el narcotráfico y empezaban ya a perfilarse los grupos delictivos, como el Cártel de Juárez, el Cártel de Sinaloa”, describe.
Asesinatos de Periodistas
En Ciudad Juárez, con una larga historia de contrabando y narcotráfico, incluyendo la corrupción policial, los periodistas siempre han estado expuestos.
A la periodista Linda Bejarano la asesinaron en julio de 1988. A Victor Manuel Oropeza lo mataron en julio de 1991.
El 13 de noviembre de 2008 nuevamente fue sacudido el gremio, cuando asesinaron al periodista Armando Rodríguez Carreón.
Ella lo conocía muy bien. Trabajaban juntos, ya en el Diario de Ciudad Juárez. Eran un equipo.
“En ese entonces, el periódico tenía tres reporteros cubriendo seguridad en diferentes puntos.
“Yo, por ejemplo, estaba encargada de lo que tenía que ver con la prevención del delito. Cubría seguridad vial, cubría seguridad pública y trabajaba mucho en las colonias con los vecinos, con organización vecinal y todo eso a través de Seguridad Pública. Armando cubría los hechos y cubría Fiscalía y otra compañera cubría lo que tenía que ver con ejército, Ceresos y juicios federales”, comenta.
Existía el antecedente de una ocasión que fueron colgados en un puente los cuerpos de personas asesinadas. Una de ellas estaba decapitada. Su cabeza fue dejada sobre el monumento al papelerito, en la Plaza del Periodista. Después asesinaron a su compañero.
Sin embargo, no lo tomaron como advertencia. No imaginaron que podrían matar a un periodista de la fuente policiaca.
Por esa época los grupos criminales empezaron a dar órdenes a reporteros y redacciones. Exigían la cobertura de sus crímenes, así como cuando dejaban mantas con mensajes en determinados lugares.
“No teníamos mucha conciencia de, (decir) ‘no, a ver, nosotros no somos mensajeros’.
“Nos costó, fue parte de estos aciertos y errores en las coberturas. La forma en que iba escalando la violencia y la forma en que íbamos sacando el trabajo, pues cometimos aciertos y errores”, reconoce.
Al igual que en otras partes del territorio mexicano, los reporteros cambiaron su dinámica de trabajo. Al cubrir los hechos de inseguridad se organizaron para no llegar solos al lugar de los hechos, dejaron de lado las notas exclusivas y elevaron al máximo sus precarias reglas de autocuidado.
Todo eso a la par de los ataques por otro frente, el de las autoridades, que les intimidaban, censuraban y desprestigiaban.
El 16 de septiembre de 2010 asesinaron al fotoperiodista, Luis Carlos Santiago Orozco y en el mismo atentado resultó lesionado su compañero, Carlos Manuel Sánchez Colunga; ambos del Diario de Juárez.
Buscando una organización
Buscando unir esfuerzos para la reducción de riesgos y el empoderamiento, cuenta Lucy que, junto a Rocio Gallegos, Araly Castañón y Gabriela Minjares, se integraron a la Asociación de Periodistas de Juárez.
“Queríamos cambiar las cosas en esa asociación. Ya estaba hecha, sólo nos queríamos adherir y entramos muy activas, cada quién tenía diferentes comisiones”.
Lucy pasó a formar parte de la Comisión de Reclutamiento, desde la que intentaba sumar a los periodistas jóvenes, argumentando la existencia de un seguro de vida que ofrecía la organización para convencerlos.
“(Les decía) ‘mira, sí es importante, al menos hay un seguro de vida’, porque ya pensábamos en eso, ‘hay un seguro de vida y si te matan, pues hay un seguro de vida para tu familia y no los dejas en el desamparo’”, recuerda.
Los intereses de esa agrupación no se empataron con los de ellas. Las periodistas buscaban un proyecto independiente sin compromisos con el Estado.
La organización Artículo 19 y otras sociedades internacionales se acercaron a impartirles talleres de capacitación.
“Empezamos a tener más conocimiento de lo que podía hacer la protección internacional, la organización y empezamos a conocer a más personas”.
Explica que, hasta ese momento, ellas no consideraban crear una asociación y fue cuando les dijeron que no lo lograrían, que en abril de 2011 conformaron la Red.
“Alguien nos dijo que nosotras no podíamos organizar ni una borrachera, pues menos una agrupación, y nosotras dijimos ‘sí podemos, nosotras sí podemos’, y empezamos”, agrega.
Solidaridad del gremio
La periodista, Marcela Turati, quien ya había cofundado la Red de Periodistas de a Pie junto a otras colegas, las asesoró, sugiriéndoles que buscaran apoyos para arrancar con lo más urgente, que era la capacitación.
Con sus propios recursos económicos, una subvención aportada por una fundación y alianzas con otros periodistas, iniciaron con las capacitaciones a los colegas juarenses.
“Alianzas con, por ejemplo, a Marcela le presentamos su libro y nos dio un taller. Después vino Anabel Hernández, le presentamos un libro y nos dio un taller, y por ejemplo no teníamos dónde hacer los talleres”, describe.
Sin ningún compromiso de por medio, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez les prestó un lugar para realizar los talleres y con intercambios con periodistas fueron capacitando a los colegas en temas desde ortografía, sistema judicial, matemáticas, Excel, seguridad y Derechos Humanos, entre otros.
“Los colegas han sido tan solidarios con nosotros y te estoy hablando de personajes como Mónica González, Óscar Martínez de El Faro; también Daniel Lizárraga, Anabel Hernández, Eileen Truax, Memo Hernández; todas las de a Pie (Red de Periodistas de a Pie), no habido una sola que no venga”.
Además de la solidaridad del gremio, la transparencia y óptima rendición de cuentas le ha valido a la Red de Periodistas de Juárez para obtener financiamiento del Consulado de Estados Unidos.
La Red juarense ha significado un medio de capacitación para cientos de periodistas, pero además, una guía y contención para los que viven situaciones de riesgo en todos los ámbitos de su labor.
Celebra el surgimiento de tantas organizaciones y redes en México, recomendando a quienes están en esa construcción, desprenderse de lo que más cargan los periodistas, el ego.
Entre las aptitudes sugeridas por la destacada periodista, subraya la humildad y sabiduría y muy importante, dice, no tomar decisiones unilaterales.
“Puede que una vida esté en tus manos y si tú no tienes una buena reacción, si tú minimizas una agresión contra un colega, teniendo la posibilidad de apoyarlo y de hacer más, pues eso es un riesgo que todos corremos, pero que precisamente por eso está la organización, la red”.
Las incidencias presentadas en el trayecto y la complicación que significa crear una asociación han sido superadas gracias a la gran amistad entre ellas y la pasión por la profesión.
“Nosotras somos muy amigas. A pesar de que tenemos un diferente carácter cada una, nos complementamos. Tenemos experiencias distintas y tenemos intereses distintos, pero algo en lo que coincidimos todas, es que creemos en el periodismo y le apostamos todo al periodismo”.