No se puede ser indiferente ante la guerra no declarada que Presidentes municipales, Gobernadores y el idiota que ocupa la presidencia de México han declarado en contra de la clase trabajadora y la población mexicana para quitarles sus derechos laborales, prestaciones sociales y exprimirlos hasta quitarles su existencia.
Por Oscar Yescas Dominguez.
Cuando llegas a un nivel en el que tu consciencia te permite comprender el significado oculto de los acontecimientos sociales y comprender la interrelación e interinfluencia que guardan con otros acontecimientos, el impacto que tienen en nuestra vida cotidiana, no puedes quedarte callado, guardar un silencio cómplice.
No puedes fingir que nada sucede porque algo está pasando, tú sabes que es lo que está sucediendo y tus principios y valores que determinan tu actitud te llevaron a desarrollar un alto grado de compromiso social.
En momentos de flaqueza llego a sentir cierta envidia de aquellos que viven en la más absoluta ignorancia social y viven sus vidas como si toda la parafernalia que rodea a nuestra sociedad fuese lo más normal del mundo. Pero luego me pongo a pensar en las víctimas de las injusticias sociales y me digo a mí mismo que yo estoy muy bien comparado con quienes sufren intensamente, ya sea por la pérdida de seres queridos, como los padres de los niños fallecidos en el incendio de la guardería ABC, o los padres de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace exactamente 18 meses.
Tampoco se puede ser indiferente al sufrimiento de millones de personas que padecen los efectos de la corrupción y la grave crisis económica que vivimos.
No se puede ser indiferente ante la guerra no declarada que Presidentes municipales, Gobernadores y el idiota que ocupa la presidencia de México han declarado en contra de la clase trabajadora y la población mexicana para quitarles sus derechos laborales, prestaciones sociales y exprimirlos hasta quitarles su existencia.
Lo que me reanima es ver que no soy el único loco o soñador que intenta contribuir con su grano de arena para cambiar este sistema injusto en el que vivimos.
Las tragedias nos han enseñado que todavía quedan muestras de solidaridad dentro de nosotros. Así lo vimos en 1985 durante el terremoto que golpeó a la ciudad de México y la ciudadanía se organizó para ayudar a las víctimas.
También lo vimos con las masivas muestras de solidaridad con los padres de los niños que fallecieron en el incendio de la guardería ABC y que dejaron más de 70 bebés lesionados.
Lo hemos visto también con las masivas demostraciones de apoyo y demanda de justicia en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace 18 meses.
http://www.monografias.com/trabajos102/rebelion-juvenil-mexico/rebelion-juvenil-mexico.shtml
http://www.monografias.com/trabajos103/tragedia-y-esperanza-vivir-mexico/tragedia-y-esperanza-vivir-mexico.shtml
Sin embargo, debemos reconocer que estos esfuerzos han sido insuficientes, que la desigualdad social sigue en aumento, que la corrupción sigue imperando que la descomposición de nuestras instituciones sigue adelante y que quienes están en el poder (en forma fraudulenta o no, pero que es claro que los intereses que defienden no son de las personas que dicen representar), están decididos a transitar el autoritarismo hacia un totalitarismo de Estado con tal de seguirse beneficiando del poder.
Necesitamos tomar consciencia de que nosotros somos los principales actores en la película de nuestra realidad social. Necesitamos revalorarnos a nosotros mismos y tomar consciencia de que estamos inmersos en un construccionismo social, que significa que la historia la hacemos nosotros en forma colectiva, la historia no la hacen los políticos.
La historia la construimos realizando grandes cambios sociales cuando participamos en los diversos movimientos colectivos que luchan en contra de las injusticias, en contra de la corrupción, en contra del autoritarismo.
La humanidad ha dado grandes cambios sociales cuando se ha visto envuelta en grandes convulsiones sociales, en revueltas, en revoluciones que han logrado conquistar derechos laborales y sociales, que han logrado derribar a dictadores y tiranos que explotan a los pueblos.
En estos momentos en México y en varios países de Latinoamérica y el mundo entero, sus gobernantes realizan una guerra sucia contra sus poblaciones, quitándoles aquellos derechos que fueron conquistados a través de grandes luchas sociales, condenando a las poblaciones a grandes sufrimientos al reducir su capacidad adquisitiva gradualmente.
Todo esto se hace para favorecer a los dueños de las grandes corporaciones, a los eternos políticos que viven de la política. Es evidente que urge cambiar esta sociedad, urge lograr cambios sociales. Quienes se oponen a los cambios sociales con métodos pacíficos, están creando las condiciones para que los cambios se den en forma violenta.
Por eso quienes tenemos esa claridad política y social, tenemos la responsabilidad de compartir nuestra percepción de esta realidad convulsa y sobre todo, la obligación de lanzar propuestas alternativas de cambio social.
En la medida de que tomemos consciencia de que somos muchos más los que estamos sufriendo y que son unos cuantos quienes se están enriqueciendo, perderemos el temor a expresar nuestras ideas y opiniones.
La clave para cambiar este injusto estado de cosas está en el incremento de nuestra participación social en los diferentes grupos, organizaciones y comunidades en las que vivimos y de los cuales formamos parte.
Esta participación social debe ir acompañada de una actitud que esté basada en la desobediencia civil y en un gran resistencia social, considerando que no somos unos cuantos, sino que somos millones los que deseamos cambiar esta realidad excluyente.