#DíasdelFuturoPasado 101
Después de unas (in) merecidas vacaciones de un poco más de un mes, retomo esta columna que está cumpliendo tres años de ser publicada de forma periódica en este medio, el cual ha sido un espacio donde mis colaboraciones sobre temas socio-ambientales se han publicado por casi diez años. Se dice fácil, pero no lo es, especialmente para el grupo que mantiene vivo este proyecto de medio ciudadano.
Retomo la columna como cada enero, con la idea de armar un texto sobre la inexistente política ambiental que permea desde el gobierno federal hasta los municipales, y digo inexistente porque al igual que los gobiernos anteriores el actual, que pomposamente se hace llamar la cuarta transformación, solo promueven una falsa política ambiental. Al contrario, es el continuismo de políticas extractivistas que mantienen a un sistema de clases y un modelo de producción-consumo que está en contra de la naturaleza, que vulnera a las comunidades donde se llevan a cargo sus proyectos extractivos, privatizadores, dejando a su paso deterioro ambiental, desplazados, daños ecológicos y una deuda ecológica en lo local que se traduce a lo global.
Mientras escribo esto, está iniciando la reunión entre Joe Biden, Justin Trudeau y López Obrador con el propósito de evaluar el Tratado Comercial Trilateral (T-MEC), además de ir armando la estructura del “Green New Deal” y las propuestas de energías renovables que cada uno de los países tienen como parte de sus programas contra el cambio climático, y donde el papel de México es básicamente el de proveedor de la materia prima (por llamar a la naturaleza en términos economicistas) necesaria para que los Estados Unidos y Canadá se maquillen de verde y cumplan sus falsos objetivos de reducción de emisiones.
Es decir, en el nuevo colonialismo verde, México seguirá asumiendo los costos, en este neo-feudalismo tecnócrata, es muy claro el papel que juego este país, el mismo que todo el Sur Global, de servidumbre para los países del Norte.
Pero más allá del servilismo climático del gobierno federal, no solo para con Biden o Trudeau, sino también para con las corporaciones transnacionales, detrás de la agenda de la 4T no se plantea una política ambiental o de protección a la naturaleza, aunque podemos mencionar muchos ejemplos de esto, de como el gobierno con su actuar está contribuyendo a la crisis socio-ecológica. Desde la construcción de la refinería de Dos Bocas (un sinsentido que va más allá del tema de cambio climático) con la que han destruido cientos de hectáreas de manglares poniendo en riesgo los ecosistemas marinos de esa región, además de todo lo que implica una refinería, con sus emisiones, sus impactos a la aire, el agua y la tierra una vez que este funcionando, la falta de prevención en toda la obra. También podemos mencionar el fracaso del programa “sembrando vida” que esta modificando muchos ecosistemas, cambiando el tipo de flora que en ellos cohabitan. Y muchos otros impactos socio-ecológicos relacionados con el modelo de producción-consumo que podría mencionar en este texto, pero que para efectos de este prefiero centrarme en los que ya esta causando y que aumentarán cuando comience su operación el mal llamado “tren maya”: un megaproyecto sin precedentes y que será el responsable directo de la pérdida de ecosistemas completos en el Caribe y el Golfo de México.
Si bien esta región ha sido muy golpeada, tanto por el mega turismo de sol y playa, los monocultivos, la extracción de petróleo y su refinación, convirtiendo a muchas comunidades en zonas de sacrificio, la propuesta de este proyecto ferroviario que es mucho más complejo que unas simples vías para que pase un tren por la región del Caribe Mexicano, no es solo la más devastadora de todos los proyectos que se planean en este administración federal (y eso es decir mucho) sino que sirve de impulso para que muchos otros proyectos extractivos, privatizadores se adueñen de esa región, con lo que los impactos negativos que ya existen, solo aumentarán en daño, como en cantidad. Esto va más allá que un simple tren.
Es importante recalcar dos puntos que me parecen urgentes de atender. El primero tiene que ver con la construcción del proyecto en sí, el cual ya está generando daños irreparables en la región, tan solo el más reciente cubierto por varios medios de comunicación y que se refiere al material que esta llegando de otros estados y países, para lo cual Puerto Progreso ha pasado de ser un puerto de pesca y comercio mediano a un puerto industrial, con lo que se están perdiendo cientos de hectáreas de manglares, los cuales dicho sea de paso, son uno de los ecosistemas más frágiles en el mundo, la pérdida de estos repercute de muchas formas en los océanos y en la pesca artesanal/familiar. Otro de los ecosistemas que se está viendo afectado son los arrecifes de corales, que al igual que los manglares, es muy frágil y cualquier modificación en su entorno los deteriora hasta el grado de desaparecer. Los arrecifes son ya de por sí en riesgo por el calentamiento de los océanos como consecuencia del cambio climático. Se calcula que para fines de esta década no habrá más arrecifes de coral en el mundo. El gobierno actual esta contribuyendo para que esto ocurra más rápido.
Esto es solo una parte del daño, de los enormes impactos que esta causando el proyecto mucho antes de comenzar a operar y el cual por más botín electoral que se convierta para la oposición partidista, esta va mucho más allá, son daños irreparables que contribuyen a una innegable crisis socio-ecológica.
¿Por qué tomar este proyecto como el ejemplo de la falta de política ambiental del gobierno de la cuarta transformación? Muy simple, los daños que esta generando y que se van a generar no tienen precedente alguno y son fundamentales en el colapso que se avecina. Pudiéramos tomar la minería -principalmente la de litio- los monocultivos y el indiscriminado uso de agrotóxicos, o el programa “sembrando vida” que están generando severos daños, pero es el proyecto mal llamado “tren maya”, por su magnitud y por la defensa que hace el presidente cada vez que se le cuestiona, que lo convierte en el claro ejemplo de que no solo no hay políticas ambientales, sino que al igual que en los gobiernos anteriores, no existe un respeto por la naturaleza, un cuidado al momento de pensar en proyectos de ”desarrollo” los cuales no tienen enfoque ecosistémico y si hablamos de poblaciones humanas, es más que claro su vulnerabilidad, su desplazamiento forzado y la pérdida de su patrimonio biocultural.
Este 2023 pinta igual que todos los años de cuarta transformación que no son sino una réplica de los anteriores, donde las resistencias sobreviven a pesar de los ataques, de la criminalización y el señalamiento.
Enero, 2023
Desde los fríos días en Klatch City
Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia