Columna Economía de la Salud
Por Manuel Alberto Santillana*
1. Una de las características de los sistemas nórdicos de salud es que son públicos, gratuitos al pago por el servicio, accesibles y de alta calidad, oportunidad y efectividad. Explico cada punto. Los servicios de salud pueden ser públicos, es decir, proporcionados por el Estado (ya sea federal, estatal, regional o municipal). Mientras que los servicios de salud privados pueden ser con pago por servicio (pay per view, le dicen despectivamente) o pago a través de una compañía de seguros o “aseguranza” como le llaman los paisanos de EE.UU. En el caso de públicos los mejores ejemplos son el canadiense, los de los países nórdicos y el de Corea de Sur contra ejemplos críticos como el cubano o el británico. Mientras que en el caso de los privados sólo existe un caso de predominio que es el de los EE.UU., cuya calidad es magnífica pero cuya eficiencia es baja porque depende de contar con un buen seguro de gastos médicos, lo cual es accesible al 30% de la población mientras que el 35% de la población total norteamericana no tiene acceso a ningún servicio de salud. Véase por ejemplo el excelente documental “Sicko” de Michael Moore.
2. Por eso, explico, los sistemas nórdicos de salud son gratuitos en su gran mayoría al pago por servicio. Con la excepción en Suecia, según me comenta mi amiga Luz de Luna quien hoy vive allá, de que uno tiene acceso a ciertos estudios y servicios gratuitamente, pero si quiere estudios o servicios más sofisticados, debe de pagar una parte de los mismos, la otra la paga el Estado. Pero el costo de los servicios, estudios y hospitales nórdicos es a través del pago de impuestos y estos sí son altos. Por ejemplo, mientras en México el ISR, impuesto sobre la renta o ingresos oscila entre el 28 hasta el 35%, en los países nórdicos gira alrededor del 41 al 45%, además, mientras el IVA en México es del 16% allá es según el país o el producto vendido entre un 10 hasta un 20%. Dicho de otra forma, en todos los países nórdicos sí cuestan mucho y se financian muy bien vía los impuestos.
3. Por cierto, el mayor gasto asignado al sector salud en el mundo lo tiene los EE.UU. desde hace 25 años, con una proporción de alrededor del 20% como proporción del PIB. Sí, pero recordemos que es un gasto privado. Mientras que en los países nórdicos, acorde a la OCDE o el Banco Mundial, la proporción del gasto en relación al PIB anual oscila entre el 10 al 12.5%. Y recordemos lo señalado en el artículo previo, que México entre los países de la OCDE es el que se encuentra en el último lugar y apenas llega al 6% de la proporción del PIB anual. Recordemos también que solo en dos ocasiones en los últimos 35 años ha llegado al 6.5% anual.
4. Pero el asunto no es sólo la asignación presupuestal que sea cada vez mayor y alcance, digamos, el 10% en proporción al PIB anual. Si no que, como sucede en los países nórdicos, se asigne adecuada e inteligentemente, que los niveles de corrupción sean nulos o mínimos y que, la rendición de cuentas sea positiva. Ya que todo eso incide en la eficacia, eficiencia y oportunidad del sistema de salud de resolver los problemas epidemiológicos. De esta forma, el retraso que tiene el sistema de salud mexicano, con la mentira del 98% de cobertura del seguro popular al ideal del 100% de la atención con el IMSS Bienestar depende de que, como en los países nórdicos, no sólo haya más dinero, sino que se utilice en los lugares donde se requiere, en los momentos oportunos y con la eficiencia que se necesita. Porque con los datos actuales encontramos que las estructuras de poder siguen iguales: sigue existiendo, en México, una gran diferencia la calidad, sueldos de los médicos o el personal de salud, prestaciones, o el equipamiento entre los hospitales de las ciudades capitales contra los de las áreas rurales, y pero aún los de las zonas indígenas.
5. Ese es el otro punto, porque la diferencia no sólo se encuentra en la infraestructura, equipamiento o características salariales o de prestaciones de las plazas en hospitales en áreas rurales o indígenas. Sino que, como no acontece en México y sí sucede en los países nórdicos, la diferencia entre la calidad de vida entre las zonas rurales y las zonas urbanas es mínima. Y no sólo en salud, sino en infraestructura y servicios de electricidad, agua potable, drenajes, caminos, seguridad. Eso también es una infraestructura nórdica que debemos alcanzar.
*Doctor en Ciencias en Salud Pública.
Publicado originalmente en inversionistasonora.com, reproducido con la autorización expresa del autor.