Por: Isabel Dorado Auz / auz3@correom.uson.mx

Podría decirse que quienes tomarán la decisión, sobre el nuevo marco normativo de nuestra Alma Mater, nunca han pertenecido al PRI, pero las prácticas implementadas son muy semejantes a las que recurrió Manlio Fabio Beltrones en la primera imposición.

Al igual que Beltrones, Alfonso Durazo se está apoyando en el Imparcial para dar el golpe mediático. Al mismo tiempo, les ha prohibido a Luis Alberto Medina, Juan Carlos Zúñiga y al Aarón Tapia, entrevistar a quienes verdaderamente presentan una oposición al intento de imponer la continuación de la Ley 4 en tiempos de la cuarta transformación.

Poco ha importado el discurso presidencial en cuanto a que las Universidades Públicas deban ser cada vez más democráticas. En su lugar, han montado una faramalla de Foros, dentro de lo que llaman el Parlamento Abierto, para disfrazar una supuesta participación democrática, con la salvedad de que no acuden a la Comunidad Universitaria y, por lo mismo, no hay garantía de un involucramiento pleno de quienes padecerán lo más negativo de esta nueva imposición en proceso. No hay, tampoco, la garantía de la gratuidad de la educación superior pública, salvo que se menciona un término ambiguo de progresividad, y no se fija un plazo perentorio para eliminar los exámenes de admisión, en contraposición del discurso presidencial en ese sentido.

Si hay, la pretensión de ser los nuevos dueños de la Universidad de Sonora. Un botín muy apetitoso que permitiría desplazar al actual grupo en el poder y, vía Congreso del Estado, imponer a quienes serán los nuevos burócratas de nuestra amada Universidad. Con ese objetivo en mente, poco les importa incluir en la ley algunas disposiciones que son violatorias a la Constitución Política de nuestro país. Menos les importa realizar un debate a fondo, donde la Comunidad Universitaria exprese su sentir.

Tienen convencimiento pleno de que deben actuar con rapidez, atropellar a quien se les ponga por enfrente. Total, cuentan con 27 votos y, según sus cuentas, la apatía universitaria es tan alta que será una imposición tersa.

Lo que no saben, o no quieren saber, es que el tigre dormido en cualquier momento puede despertar. La ambición es tan grande que no tienen un plan B en caso de que, una vez aprobada la continuación de la ley Beltrones, la Comunidad Universitaria despierte de su letargo y exija una verdadera transformación en la conducción de la máxima institución de educación superior en el estado.

Lo que no sabemos es si el apuro los llevará a aprobar este remedo de ley antes de la visita presidencial. Si será el regalo de bienvenida a quien un día y otro también se ha manifestado en contra de las mafias que controlan a las universidades públicas. A menos que el preciso quiera inaugurar la instalación de nuevas mafias, pero al servicio, ahora, de lo que han dado en llamar la cuarta transformación.

De nuestra parte, seguiremos denunciando todo este tipo de arbitrariedades e informando a la Comunidad Universitaria la traición que se está cocinando en el Congreso del Estado. Estemos atent@s para cualquier escenario. Aún con IMPOSICIÖN nada es definitivo. Marcaría, de hecho, el inicio de un nuevo proceso de resistencia, tal y como ocurrió en 1991.