Vivir en México se torna cada día más difícil, las libertades individuales y colectivas, así como los derechos humanos son violados en forma impune. No en balde México ocupa un importante lugar en la lista de países en los que desempeñar la profesión de periodista implica poner en riesgo la vida, en un momento en el que a nivel internacional todos los periodistas se han convertido en blanco de la represión. Decir la verdad es un acto de alto riesgo en un país donde predomina al autoritarismo, la corrupción y la impunidad, o sea en México. De esta manera el oficio de periodista se torna en un oficio de alto riesgo.
El despido de Carmen Aristegui y su equipo de colaboradores por haber hecho un excelente trabajo periodístico es un claro ataque a la libertad de expresión y en consecuencia, no sólo es una agresión a un pequeño grupos de periodistas, ni tampoco es un “conflicto laboral”, es en realidad una agresión al derecho a la información que tenemos todos los mexicanos.
Esta última afirmación se basa en la apreciación de que el programa de noticias de Carmen Aristegui había logrado posicionarse como una tribuna social en la que un creciente público escuchaba información veraz y objetivos (sobre todo crítica), de los acontecimientos nacionales e internacionales. Un gran sector de los mexicanos satisfacíamos nuestra necesidad de estar informados escuchando este programa. De repente llega el zarpazo del poder, utilizando un pretexto nimio: el apoyo de Carmen Aristegui a MéxicoLeaks. El trasfondo real todos lo conocemos, el desnudo de la corrupción del gobierno de Peña Nieto al ventilar el caso de la Casa Blanca. Para cualquier observador objetivo, es claro que los medios masivos de difusión están controlados por el poder en turno.
Esta vinculación entre medios masivos y el poder toma características de delincuencia organizada cuando se utilizan todos los medios para denigrar a quien protesta o se rebele.
Este amasiato ha sido más evidente en los últimos años con la imposición de las contrarreformas que empezaron con Felipe Calderón y continuaron con Enrique Peña Nieto.
El poder no soporta la existencia de una prensa independiente y crítica, tampoco soporta la presencia de una radio donde se realice la crítica social. En Sonora tuvimos el caso de Radio Bemba, una radio que al inicio era comunitaria, pero que dejó de serlo cuando Carlos Aparicio se apoderó de la misma y corrió a los conductores del programa de radio Política y Rockandroll, Amílcar Peñúnuri y Alejandro Cabral, para poner a disposición del Gobierno del Estado a Radio Bemba como radio comercial. Tenemos presente también el desmantelamiento de la radio Política y Rockandroll que Amílcar y Alejandro lograron echar a andar, pero que fueron perseguidos como criminales por no contar con los permisos necesarios para su transmisión. Ese fue el pretexto, todos sabíamos que la agenda oculta era callar la voz crítica de la disidencia. El silencio de la voz crítica de Radio Bemba y el cierre de la Radio Política y Rockandroll, fue una agresión a la comunidad sonorense, en el caso del despido de Carmen Aristegui, el daño es mayor porque su audiencia se encontraba por todo el país.
Si decir la verdad es un acto peligroso, ¿qué podemos esperar del maestro que parte de la premisa de que la educación debe enseñar a pensar a los estudiantes, más que repetir respuestas previamente memorizadas? Quienes se encuentran en el poder no sólo no desean callar la crítica disidente, también desean oprimir el pensamiento crítico. Quisieran lograr la existencia del hombre unidimensional denunciado por Herbert Marcuse. (http://pdfsr.com/pdf/el-hombre-unidimensional)
Por simple cuestión de procedimiento, debemos ubicar el despido de Carmen Aristegui y equipo de colaboradores en el contexto de una sociedad inmersa en una fuerte crisis económica, política y social que padece el pueblo mexicano. Una crisis provocada por la enorme corrupción que caracteriza al gobierno mexicano en sus tres niveles: municipal, estatal y federal. En este contexto la denuncia de la corrupción es verdaderamente inaceptable para quienes se benefician de ella. La existencia de la corrupción perjudica enormemente al pueblo mexicano. La población mexicana está consciente de la existencia de esta corrupción y de los perjuicios que trae consigo. En consecuencia Carmen Aristegui y colaboradores no descubrieron el hilo negro, simplemente demostraron lo que sabemos millones de mexicanos. Por lo tanto, estos millones de mexicanos conscientes y críticos debemos alzar la voz en protesta por este atropello a la libertad de prensa y a la libertad de información, porque los despedidos no son los únicamente agredidos, el pueblo mexicano también ha sido agredido por este zarpazo del poder. La consigna Todos Somos Aristegui toma cuerpo en este contexto al percatarnos de que no es un problema individual, sino más bien es un problema colectivo que requiere de que TODOS sin excepción nos manifestemos en contra de esta medida y en solidaridad con los despedidos.
Finalmente ¿cómo manifestarnos ante este atropello?, todas las ideas son bienvenidas en este punto, para empezar sugiero un boicot y denuncia permanente a la emisora de radio MVS, responsable directa del despido laboral de este equipo de colaboradores. Y Manifestar, además, nuestra solidaridad en la batalla legal que emprenderá Carmen Aristegui y su equipo de colaboradores ante el atropello del que han sido objeto.