Isabel Dorado Auz

Empezó la implementación de la ley orgánica número 169 en la Universidad de Sonora y todo sigue igual hasta el momento. La máxima autoridad, el Colegio Universitario, no aparece como tal todavía y se sigue haciendo lo que el grupo de poder, en torno a rectoría, decida hacer.

Se siguen implementando los exámenes de admisión, lo cual trae como consecuencia que se rechacen cientos y cientos de estudiantes en las diversas carreras que ofrece nuestra Alma Mater. La programación de cursos sigue supeditada a las decisiones de la Dirección de Planeación, dado que el Colegio Departamental no asume, aún, plenamente sus facultades.

La dirigencia sindical sigue exigiendo democracia al interior de la Universidad de Sonora, pero paradójicamente sigue implementando en sus elecciones internas un mecanismo muy cuestionado de votación electrónica para nombrar a los delegados de los distintos departamentos y es muy probable que intenten implementar ese mecanismo en la próxima elección del Comité Ejecutivo, misma que debe realizarse en el mes de septiembre.

Por lo mismo, la mejor garantía de que todo siga igual es que se mantenga esa dupla de poder, rectoría y dirigencia sindical, donde la burocracia dorada garantiza mantener sus privilegios y personajes que le han hecho mucho daño al sindicato sigan controlando los espacios de poder dentro de la estructura sindical.

Desde que Sergio Barraza llegó por primera vez a la dirigencia sindical se empezaron a tener muchas mermas en las conquistas laborales ya pactadas en el Contrato Colectivo de Trabajo. Se modificó, por ejemplo, una cláusula para negarles derecho de antigüedad a aquellos maestros a quienes se les expulsó arbitrariamente de la Unison y que posteriormente regresaron a la misma. No contando, para efectos internos, el periodo previo, con lo que se limitan las posibilidades de avanzar en el escalafón. Curiosamente, el ISSSTESON si reconoce todos los años ejercidos como docente del personal en estas condiciones.

Programas de vivienda que llevaron a la creación del fraccionamiento STAUS y otros desarrollos habitacionales dejaron de existir y ahora se busca revivirlos a través del INFONAVIT y de otra institución estatal. El asunto es, ¿por qué se perdió algo que ya se tenía?

En el caso de la jubilación se incrementó la edad de retiro a los 65 años, a pesar del cuestionamiento permanente del presidente de la República con relación al intento neoliberal de imponerles a los mineros esa misma condición, lo cual se impidió en ese caso. No solo eso, se aumentaron las cuotas al ISSSTESON y el servicio siguió siendo deficiente.

Aunque permanece la práctica de “castigar” a quienes se atreven a cuestionar los vicios existentes y premiar a quienes garantizan obediencia total a las líneas trazadas por la dupla Rectoría-Dirigencia Sindical, se empieza a ver un poco de mayor justicia en la relación laboral. Solo un poco, porque la inercia es muy fuerte.

Demasiado temprano para exigir cambios radicales, pero si hacer un llamado de atención a quienes ocupan un espacio en los órganos de decisión para que asuman una representación real de sus bases y no sean comparsas de las inercias existentes. De eso depende hacer realidad el lema de nuestra querida Universidad: El saber de mis hijos hará mi grandeza.

auz3@correom.uson.mx