En la sociedad contemporánea, la socialización ya no se da en las esquinas de los barrios como se hacía en tiempos pasados, el principal medio de interacción social se da en forma virtual usando teléfonos celulares y utilizando redes sociales. Inclusive, se ha llegado al extremo de estar en una reunión presencial y evadirse de ella fijando la mirada en el móvil para interactuar con personas a distancia, ignorando a los presentes.

Las redes sociales, internet y telefonía celular le han dado voz a millones de personas ( a legiones de idiotas dijo Umberto Eco). Todos usan sus teléfonos para decir algo, para subir una foto, un vídeo. No importa que lo que se diga sea una estupidez, la foto sea una imagen privada como el trasero, o el vídeo una evidente exhibición de torpeza o ridiculez.

Lo que importa es hacer acto de presencia en redes sociales, provocar reacciones de risas, comentarios o aumentar los “me gusta”, porque si no existes en redes sociales padeces una “muerte social”.

Pero está libertad de expresión no está acompañada de una libertad de pensamiento, al contrario, su continuo uso, la adicción al teléfono y a estar “conectado”, impiden el desarrollo de la capacidad de pensamiento, sobre todo si el apego al teléfono provoca la extinción del hábito de la lectura, porque la falta de lectura, empobrece el vocabulario, reduce el lenguaje e inhibe la capacidad de pensamiento autónomo.

En una sociedad en crisis social globalizada, en el contexto de guerras que estamos viviendo con la amenaza de una tercera guerra mundial, millones de personas usan sus cerebros, teléfonos celulares, redes sociales y tiempo disponible para compartir nimiedades, huyendo de la realidad social como si fueran avestruces que hunden sus cabezas en el suelo.

La conformidad social, la indiferencia social, el alejamiento de la política, son las condiciones que favorecen la muerte de la democracia y el triunfo de regímenes totalitarios que permiten que avance la explotación laboral de los trabajadores que perciben bajos sueldos, largas jornadas y cero prestaciones sociales.

La ausencia de libertad de pensamiento autónomo, la falta de autonomía y la enajenación colectiva con las redes sociales o la televisión, impiden que surja una resistencia organizada, unida y colectiva a las agresiones a derechos laborales, humanos y prestaciones sociales.

La ironía es que las redes sociales y la telefonía celular son instrumentos que han permitido el surgimiento de movimientos colectivos de liberación social en varias partes del mundo, tal y como lo documentó el sociólogo Manuel Castells en su libro Redes de indignación y esperanza. La diferencia radica en la capacidad de comprender que el instrumento que tenemos en nuestras manos ( teléfono celular), no sólo funcione como fuente de entretenimiento, también puede funcionar como herramienta educativa y aprender a través de su uso un caudal de conocimientos y también puede ser instrumento de lucha para generar una comunicación masiva y provocar reacciones de crítica social para despertar movilizaciones en forma organizada, unida y colectiva para luchar por una verdadera transformación social y en contra de la desigualdad social. Que opinas acerca de la idea de usar de manera distinta tu teléfono celular, de tal forma que vaya mucho más allá de la diversión, entretenimiento y enajenación?

Publicado originalmente en https://www.facebook.com/oscar.yescas.50