Días del Futuro Pasado 127

Por Jorge Tadeo Vargas.

Para darle seguimiento a la reunión -la cuarta- que se llevó a cabo en Paris en septiembre de este año, se reunieron los participantes del Tratado Global de Plásticos, liderados por la ONU, y esta vez la sede fue en Nairobi, Kenia. La reunión mantiene el objetivo de llegar a acuerdos para lograr el tratado de plásticos que sigue bastante atorado desde la primera mesa de negociación que se llevó a cabo en el 2022 en Montevideo, Uruguay.

Después del fracaso de los otras cuatro mesas de negociaciones que antecedieron a la de Nairobi, para muchos países, activistas y organizaciones sociales, esta era decisiva para lograr acuerdos vinculantes, reales y medibles con respecto a la problemática del plástico, no solo en el uso, sino también en la producción y la disposición final, pues habrá que recordar que la pasada se vio ensombrecida por un documento/reporte presentado por la industria cementera para fomentar la incineración en los hornos cementeros, documento que se intentó convertir en el eje rector de las discusiones. De nuevo y como ocurre en este tipo de reuniones, el fracaso estaba predicho desde antes de iniciar.

Llegar a acuerdos en estas reuniones debe -o debería- de pasar en primer lugar por lo que dice la ciencia al respecto, tristemente está ha sido tan manoseada por el capital que es difícil identificar cual es la ciencia sin más compromiso que mostrar lo que ocurre y puede ocurrir y lo que dicen aquellos científicos pagados por la industria, por las corporaciones transnacionales, que es lo que lamentablemente ocurre en estos casos, este tipo de ciencia con intereses muy específicos relacionados el capital, mucho más tecnócrata que crítica es la que permea en estas reuniones.

Para mí es importante resaltar tres puntos que considero claves para entender el fracaso de estas reuniones. Primero: la cantidad de cabilderos que paga la industria para que entorpezcan las negociaciones supera, pero por mucho, a las personas que asisten de los países participantes, por lo que hay un desequilibrio de fuerzas a la hora de negociar y tomar las decisiones adecuadas a la problemática. La presión que hace las corporaciones no permite que los representantes tomen decisiones de forma libre e informada, al contrario, se busca como confundirlos, mantenerlos a su lado ya sea ofreciendo dinero o convenciéndolos con información dudosa, falsa.

La industria se gasta millones de dólares en mantener a una maquinaria de cabildeo que les de los resultados que necesitan. Para ellos es más importante y benéfico mantener las negociaciones, llevándolas al fracaso que lograr un acuerdo, incluso si este pudiera beneficiarlos.

Por otro lado tenemos a los países petroleros o que dependen de cierta manera de los combustibles fósiles de forma directa; estos países al igual que con las negociaciones sobre cambio climático y la transición energética, con un tratado global de plásticos ven su futuro económico amenazado, por lo que su posición se puede entender -aunque no estemos de acuerdo con ella- pues por múltiples factores pero principalmente por la falta de un verdadero plan de transición en el marco global, la falta de herramientas para enfrentar al cenit los hace obviar la problemática. En estos países podemos incluir a México, aunque no este al nivel de otros que si dependen en casi su totalidad del petróleo para sobrevivir y que hagan hasta lo imposible para seguir estirando el cenit hasta donde sea posible, incluido entorpecer negociaciones que puedan ponerlos en riesgo. Ellos son los mejores aliados de las corporaciones transnacionales y quienes más los apoyan para entorpecer las negociaciones. Aunque tampoco son los únicos; hay muchos otros que, por diversos factores, principalmente de colonialismo y económicos mantienen una postura de no negociar, a menos que estas sean a su favor.

La participación de la sociedad civil “representada” por las organizaciones sociales, las que en su mayoría van en forma de alianzas o redes internacionales es otro punto para tener en cuenta. Estas alianzas de cierta forma hacen otro tipo de cabildeo, que además no siempre representa a las comunidades afectadas, sino a las agencias internacionales de donde salen sus fondos. Aunque es un cabildeo que en comparación con el de la industria no tiene tanto impacto, si lo es a la hora de mediatizar sus opiniones y aquí es donde no siempre se influye desde lo urgente, sino de lo que es políticamente posible, entonces no se pide el cese -en este caso específico- de la producción de plástico de manera inmediata como nos urge, sino que este sea de forma gradual, no importa que, en lo local, las comunidades sigan viendo deteriorada su salud ambiental y humana.

Estos tres factores son desde mi punto de vista los que no permiten llegar a acuerdos en las negociaciones y esto no solo pasa en este intento de armar un tratado global de plásticos, sino que se da en todas aquellas reuniones en donde se involucra a la industria, sus intereses y la complicidad de los gobiernos, el negocio en que se ha convertido el cambio climático es un ejemplo de ello, lo es también los créditos plásticos si lo vemos desde este tratado.

El fracaso de estas negociaciones llega en un momento muy complicado de crisis socio-ecológica histórica y en un momento en que la ciencia es clara al decir que no se puede continuar produciendo -no solo consumiendo- más plástico, ni siquiera reciclando, ya que su toxicidad va en aumento, especialmente al momento de su producción y disposición final, la cual no hay una forma segura de disponer de ellos, aunque la industria insista en decir que el coprocesamiento y la termovalorización -para hablar en términos de la legislación mexicana ya que el coprocesamiento es termovalorización- y todos los riesgo a la salud ambiental que esto conlleva, que además ya están más que comprobables.

Y mientras que se producen mas de cuatrocientos millones de toneladas de plásticos al año, de los cuales dos terceras partes son desechadas de inmediato después de usarlas, con serios impactos a la salud ambiental y humana, los gobiernos siguen siendo rehenes de las corporaciones transnacionales al grado que incluso de lograr un acuerdo que no sea para dejar de producir y consumir plástico en los próximos cinco años, este debe verse como un fracaso más.

Desde el exilio en Ankh-Morpork

Noviembre 2023

Jorge Tadeo Vargas; activista, escritor, traductor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena.

Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.

A veces viaja a Mundodisco.