Al filo de la navaja la manifestación llamada “Marcha por Nuestra Democracia”, pues aunque no había ni colores partidistas ni llamados a votar por alguna candidata-o, alguna coalición y/o partido alguno, por lo menos en Hermosillo sí hubo reiterados llamados a votar en las próximas elecciones, “para tener más votos de los que ellos pueden comprar o acarrear”. 

Esto, combinado con una narrativa y un discurso que claramente empata con los postulados de la oposición, y aún más, cuando las organizaciones -así llamadas- ciudadanas que convocan a estas marchas son prácticamente las mismas que en su momento postularon o apoyaron la candidatura de Xóchitl Gálvez, este ejercicio en plena periodo de inter-campañas se vuelve riesgoso, aunque sabemos que eso de respetar las leyes electorales a todos les viene guango.

Otro detalle más en ese sentido: hubo palabras clave en los discursos que relacionan y orientan el lado de la cancha. Por ejemplo, una de las oradoras dijo que, entre otras características, “las mujeres somos muy fregonas”, cuando evidentemente una de las frases favoritas de la campaña de Xóchitl es “mujeres chingonas”.

Una manifestación ciudadana que llama al gobierno a respetar la ley, pero juega peligrosamente en los márgenes de ésta.

La llamada “Marcha por nuestra democracia” en Hermosillo tuvo algunos aspectos dignos de contar. Sin entrar en el fondo de los reclamos políticos, nos centraremos en lo que vimos en el mitin final.

Hubiésemos pensado que tendría mayor asistencia… habría quizás unas 2 mil quinientas personas en su punto de mayor conglomeración. Son bastante menos personas que en la marcha en defensa del INE hace un año, en la que, por cierto,había muchos más jóvenes.

Y es que el promedio de edad de la marcha de hoy, por lo menos en Hermosillo, rebasó los 40. Es decir, los jóvenes estuvieron en un porcentaje mucho menor que en otras manifestaciones similares.

No se ve nada claro que las demandas hoy expresadas tengan eco en la juventud de Hermosillo, aunque sacar a los millenials y centenials a manifestar una postura política en domingo por la mañana no es sencillo para nadie.

Llama la atención como una manifestación que muestra puntos de encuentro con una oposición ubicada a la derecha se anime a entonar de pronto consignas que históricamente han sido de izquierda. Por ejemplo “el Pueblo Unido jamás Será vencido”, consigna que nació en el Chile socialista de principios de los setentas y que ha sido por antonomasia un lema de batalla de las izquierdas del mundo. No deja de ser una curiosidad.

El mitin en la Plaza Zaragoza empezó propiamente con la poesía “Yo soy la Constitución”, en voz de Rosa María Montaño.

Luego, y si bien es cierto había pocos jóvenes en comparación, también es cierto que los discursos de Pascual Soto y Noelia Fraga, representando a los jóvenes y a las mujeres, fueron los más encendidos y que arrancaron mayor aplauso entre la ciudadanía que, aún así, poco a poco se iba yendo. Ya para cuando habló el tercer orador se había formado un enorme hueco en la muchedumbre presente y habría menos de la mitad de los asistentes originales.

Después, la conocida activista Norma Abril, una de las principales organizadoras, leyó el pronunciamiento compartido en las manifestaciones de todo el país. En este documento se hace hincapié en la necesidad de qué el presidente López Obrador saque las manos de la contienda electoral.  También dice el pliego petitorio que los gobiernos locales y estatales dejen de brindar apoyo a las campañas electorales.

Lo que ocurrió después fue una muy triste situación, sobre todo para Leonardo Valdés Zurita, quien debió ser el orador principal y estrella de la manifestación en Hermosillo. Leonardo Valdés Zurita, ex presidente del IFE, es una persona ya de cierta edad, que no tiene ninguna intención de emitir un discurso de los que solo provocan emociones en el receptor; no tiene la formación de un orador político que encienda muchedumbres y tampoco parece interesarle.

Ya desde el inicio de su discurso, cuando dijo “bienvenidas todas, todos y todes”, arrancó risas y murmullos entre algunos de los presentes, aquellos que no tienen mucha familiaridad con el lenguaje inclusivo, por así decir.

Luego siguió con una serie de datos relacionados con la erosión que ha sufrido la democracia, según estudios, a nivel mundial. Lo pausado de su voz, lo tranquilo de su estilo empezó a acelerar la huida de muchas de las personas que aún se encontraban, mientras que otras empezaron a tomarse fotos, a platicar con el vecino, en fin, fue evidente que el interés se desdibujó por completo.

Esto fue tan claro que en un momento dado los mismos organizadores querían que ya terminara de hablar, porque “todo el entusiasmo que había hace un momento ya se acabó, pero ni modo que yo le diga que se calle”, esto dicho esto por una de las organizadoras.

Fue entonces cuando, de un grupo de personas que se estaban resguardando del calor en el Palacio Municipal, empezó el grito de  “Viva México”, de una manera tal que fue evidente que se trataba de qué el orador terminara.

Leonardo Valdés Zurita lo entendió, pues cuando apenas empezaba a compartir las propuestas concretas que llevaba “para defender la democracia en las próximas elecciones” -apenas leyó la primera de ellas- dio las gracias y guardó silencio. Enseguida se quedó varios segundos muy serio,  con la cabeza semi agachada, sin moverse, con una contrariedad y hasta cierto grado de tristeza en el rostro.

Es probable que haya intuido la gran incongruencia entre organizar una marcha para defender la democracia, donde todas, todos y todes deben contar y en la que debiera existir un profundo respeto, contra la circunstancia de que, por cuestiones de qué el “discurso no prendió”, la misma muchedumbre y/o los organizadores te corten el rollo.

Con el himno nacional terminó la “marcha por nuestra democracia”, con probablemente una cuarta parte de las personas que llegaron a la plaza Ignacio Zaragoza, y la mitad de estas resguardadas del sol, arrinconadas en el Palacio Municipal.

Se entiende que muchas de las personas reunidas ya son adultos mayores y no aguantan, después de haber caminado desde la Emiliana de Zubeldía, mucho tiempo más en la intemperie. Eso no tiene vuelta de hoja. Pero, por otro lado, una cosa es vitoriar los discursos encendidos y otra muy distinta es aguantar los calores de Hermosillo.

Aunque hoy el termómetro no rebasó los 30 grados.

Redacción: Libera Radio