Por Miguel Ángel Zebadua Carboney
Frente al bombardeo recurrente y oportunista, traducido en la intervención vía DEA, revelaciones, hackeos a la Defensa, investigaciones ad hoc, programas en hora estelar, avanzada de cuestionamientos de la inseguridad por “periodistas”, “académicos” adeptos a defender el ejercicio de la política como negocio, como botín, como “capitalismo de casino” como alguien denominó al fenómeno cercano a la conformación de una cleptocracia como gobierno. Frente a esto ahora en marcha en tiempos electorales, y lo que posiblemente vendrá, el gobierno de la 4T recibe metralla desde varios frentes.
Pero esta vez han llegado lejos, a un piso delicado: probar, acusar, que el presidente recibió, supuestamente, dinero del narcotráfico. Años atrás la DEA había ya subido un escalón con la aprehensión del general Cienfuegos, secretario de la Defensa en el peñismo, aunque después fuera liberado. Presiones que vienen después de que esta agencia habría sido acotada -en Bolivia fue expulsada en el gobierno de Evo Morales precisamente por intervenir en asuntos internos-, después de prácticamente haber llegado hasta la cocina en el calderonismo.
Viene la metralla junto a estrategias mediáticas como esa repetida frase de “concentración de poder” por parte del Ejecutivo Federal cuando éste ha enviado reformas constitucionales. La única salida por donde se van esa alocuciones en coro es el de la “libertad” en alusión al “equilibrio de poderes”, expresión liberal no fácil de comprender como para ser dejada en las plumas de los “intelectuales orgánicos” enojados y supuestamente “liberales” para intentar justificar el porqué de la “concentración del poder”, cuando el Ejecutivo -otra vez- pretende reformar un Poder Judicial obcecado, aletargado, injusto y elitista… Ni el reelegido presidente salvadoreño, quien fue recientemente felicitado por el departamento de Estado norteamericano, pero también por otros de estar en camino hacia una dictadura ha sido criticado por esto. En México, políticamente hablando, el Poder Judicial ha estado al servicio de Ejecutivo en turno. Si no revisen lo que el expresidente Ernesto Zedillo -Poder Ejecutivo, quien- cambió prácticamente todo el Poder Judicial. ¿Acaso hubo iniciativa para el debate? ¿Acaso el equlibrio de poderes de repitió todos los días?
El otro frente, el de la seguridad, manifestada en algunos espacios del territorio nacional, donde presumiblemente están en poder o disputa por las organizaciones de narcotraficantes, es donde las baterías están a todo lo que dan. Que es lamentable la situación -por cierto no inventada ni resuelta ahora, sí heredada por el actual gobierno-, es cierto; porque la población desea seguridad. El pobre, el clase mediero y el rico. Sin embargo, la apuesta de la oposición es mostrar un país en “caos”, “ingobernable”, para entonces se oigan inmediatamente las voces “salvadoras” de la manu militari del vecino norteño y terminar por fin con el problema, el cual, según ellos, está en México y no allá.
Desde adentro operan las plumas de siempre, otrora dueños de la “verdad” construida -y pagada-, líneas trazadas para el gobierno con engaños a la “opinión pública” y a la masa. Eran tiempos de frotarse las manos cada seis años, pero después de 2018 ese frote, sonrisa y ojos avispados, pasó a convertirse en unos nerviosos pestañeos. Eran los tiempos del negocio, del saqueo, diría el gobierno. “De canallas” diría la escritora norteamericana Lillian Hellman.
Publicado originalmente en Chiapas Paralelo
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