En Random/ Ing Javier Ruiz

La elección de una mujer a la presidencia en México, representa no solo un hecho aislado en la cronología política, sino el resultado de una serie de cambios estructurales, sociales y culturales profundos. En el contexto mexicano, este fenómeno puede analizarse desde múltiples dimensiones que evidencian como es más una causalidad, fruto de un proceso de transformación sostenido, que una mera casualidad.

Históricamente, México ha sido escenario de importantes movimientos sociales, incluyendo aquellos que luchan por los derechos de las mujeres. Desde las sufragistas mexicanas en el siglo XX hasta los colectivos y movimientos feministas contemporáneos, ha habido una lucha constante por la igualdad de género. La participación activa de las mujeres en estos movimientos ha ido cambiando gradualmente las percepciones sociales y políticas sobre su rol en la sociedad.

México ha implementado diversas reformas legales orientadas a promover la igualdad de género y combatir la discriminación. Leyes como la General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (2006) y la General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007), son parte de un marco jurídico que busca establecer las bases para una sociedad más equitativa y en el ámbito político, las cuotas de género para candidaturas a cargos de elección popular han sido instrumentales para aumentar la representación femenina, en el marco de la ación afirmativa.

Al día de hoy, no hay partido que no sea rebasado en su militancia por la presencia femenina en sus registros oficiales, ya que ante el Instituto Nacional Electoral, estos claros indicadores dan el manifiesto de la voluntad por ser parte de la historia.

En el presente sexenio, la sociedad mexicana ha experimentado un cambio significativo en su percepción de los roles de género, aunque aún enfrenta desafíos considerables en términos de machismo y desigualdad, es con la educación, los medios de comunicación y el activismo social, los que significativamente han jugado papeles fundamentales en propiciar este cambio, promoviendo la importancia de la equidad y el respeto a los derechos de las mujeres, las diferentes plataformas digitales y las redes sociales se han convertido en espacios clave para la visibilización de las luchas feministas y la sensibilización sobre la igualdad de género en México. Campañas y movilizaciones, como el movimiento #NiUnaMenos, han tenido un impacto considerable, generando conciencia y movilizando a la sociedad en su conjunto hacia una reflexión sobre la violencia de género y la desigualdad.

El perfilado socioeconómico da una señal también importante, porque serán las jóvenes mujeres y millennials de clase social baja, las que habrán de dar el triunfo a Claudia Sheinbaum. Y es porque se ven representadas en su candidatura, que es mérito también de las políticas públicas emprendidas durante el presente gobierno, pues el 95% de las trabajadoras con registro de salarios mínimo, son ellas las más favorecidas, ya que ha aumentado cuatro veces desde la llegada de este gobierno.

El triunfo de la cuarta trasformación del 2018 lo dieron los jóvenes, pero en su mayoría los hombres y siguen respaldando, pero el crecimiento de la aprobación femenina es ejemplar, a tal punto que puedo asegurar que son las mujeres el sector más importante de la historia actual, de la cuarta trasformación y del partido MORENA, ya que la visibilidad y el liderazgo de mujeres en espacios de toma de decisiones, no solo en política sino en todos los ámbitos de la sociedad, han contribuido a cambiar estereotipos y demostrar la capacidad y eficacia del liderazgo femenino. Las mujeres que han asumido roles de liderazgo han servido como modelos a seguir para otras mujeres y niñas, inspirando a las futuras generaciones y ampliando las posibilidades de su participación en la vida pública y política del país.

El triunfo electoral de una mujer en México es el reflejo de un profundo proceso de transformación social y cultural, donde las luchas históricas por la igualdad de género, los cambios legislativos, la evolución de las normas socioculturales, la influencia de las redes sociales y el liderazgo visible de mujeres han jugado papeles cruciales. Este fenómeno no es un accidente de la historia, sino el resultado natural y esperado de años de progreso hacia una sociedad más equitativa.

Publicado en: dossierpolitico.com, reproducido con el permiso expreso del autor.