A pesar del discurso del presidente López Obrador –que repita la presidente electa- así como de los responsables de las instituciones que trabajan el tema ambiental en México, es más que evidente que no solo no hubo verdaderas iniciativas de protección a la naturaleza, al patrimonio biocultural y los territorios, sino que en muchos casos hubo un retroceso en lo ganado en la lucha por las comunidades. En este sexenio se priorizaron los megaproyectos impulsados por el Estado, que la búsqueda de verdaderas soluciones a las problemáticas socio-ambientales.
Si bien por diversos motivos –muchos de ellos político partidistas- el tren mal llamado maya se llevó los reflectores como el megaproyecto más ecocida y devastador, donde se habla de un impacto severo a los ecosistemas de toda la rivera, hay muchos otros proyectos o iniciativas que están poniendo en riesgo a la naturaleza y las comunidades humanas, incluso algunas de ellas se han convertido en ley u otra forma de manipular para detener las resistencias.
Un ejemplo al cual no se le ha dado la importancia debida es el programa “sembrando vida” que, con un presupuesto de casi cuarenta mil millones de pesos, solo benefició a el monocultivo de especies que tienen un valor comercial, ayudo a pintarse de verde a algunos municipios y agroindustriales, sin tener un mayor impacto en la recuperación de ecosistemas, como era el objetivo o al menos el que cacareaban las autoridades federales.
Calcado al cien por ciento de “Probosque” que se puso en marcha en la administración de Felipe Calderón, los dos tuvieron el mismo resultado. Un fracaso en materia ecológica y un fracaso en materia económica, pues se gastaron millones de pesos sin resultados provechosos para los ecosistemas o para los objetivos presentados por el gobierno federal, como es el caso de la agenda climática, donde “sembrando vida” sería un factor, pero no pasó nada, al contrario, benefició a la crisis climática.
Con esto podemos entrarle al fracaso que significo las políticas climáticas en tiempos de la 4T, donde estás no solo no existieron, sino que el presupuesto destinado –porque había que destinarle un presupuesto- se usó para programas de la Comisión Federal de Electricidad que no tenían nada que ver cómo adaptar o mitigar en tiempos climáticos, además de que, con el paso de los años, el presupuesto fue recortado en un seis por ciento cada año. México no alcanzo a cumplir en este sexenio ni el uno por ciento de los acuerdos tomados en Paris; de los más reciente, ni hablar. Esos tendrían que tener un impacto en la administración entrante en octubre.
En materia energética desde la visión socio-ambiental tampoco hubo un cambio positivo, al contrario, la (mal) llamada soberanía energética priorizo mantener a los combustibles fósiles como los energéticos de transición, con lo que se aposto por comprar una refinería en Estados Unidos, construir una nueva en México y coquificar –aún más- a la región del Valle del Mezquital, además de la construcción de gasoductos por todo el país. Es decir, la política energética se mantiene con los combustibles fósiles como hegemónicos. Cualquier intento de energías renovables, erróneamente llamadas limpias, solo han sido presentadas desde los megaproyectos que generarán en mediano y largo plazo impactos aún mayores. No existe un cuestionamiento hacia el modelo o la matriz, mucho menos un intento real de una transición justa. Tampoco existe una discusión real sobre la efectividad de las energías renovables en el capitalismo, mucho menos se ve el nuevo colonialismo, ahora pintado de verde que se viene con el “Green New Deal” propuesto por el gobierno de Estados Unidos y respaldado por la Unión Europea.
Lamentablemente las expectativas con el gobierno electo, no son favorables, lo que se observa es un continuismo con las políticas del gobierno actual, lo que me hace pensar que todo se mantendrá igual, es decir empeorando para la naturaleza y las comunidades vulneradas por el sistema de clases. Esto se entiende desde la lógica de los gobiernos en todo el mundo, donde la crisis socio-ambiental a lo mucho es un discurso vacío o una forma de pintar los negocios de verde para mantener al capitalismo funcionando.
La tendencia, sumado a las declaraciones dadas por la presidente electa es que, en tiempos de la 4T, las políticas ambientales no existen, a no ser como maquillaje verde donde los costos socio-ambientales los paga la naturaleza y las comunidades vulneradas que defienden su territorio y su patrimonio biocultural, mientras que los beneficios económicos –que no hay de otro tipo- son para una minoría que continúa destruyendo el planeta.
Agosto 2024
Desde el (auto) exilio en los bosques de Klatch City
Jorge Tadeo Vargas: sobreviviente de Ankh-Morpork, activista, escritor, traductor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena.
Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.
A veces viaja a Mundodisco