Un estudiante universitario palestino habla sobre su experiencia como refugiado en el campamento de Al-Mawasi.
Por Bilha Calderón @clitemnistra
El verano encuentra a los gazatíes bajo tiendas de lona, de hule, o a veces de lámina, o en endebles edificios que los bombardeos israelís se han comido a pedazos. Tras nueve meses de guerra en Gaza, en la “zona humanitaria” designada por las Fuerzas de Defensa Israelís (IDF, por sus siglas en inglés) el horror y el agotamiento envuelve la vida de los palestinos, la llegada de una nueva estación no ha menguado la violencia.
La cotidianidad en el campamento de refugiados de Al-Mawasi transcurre buscando y acarreando agua, resguardando la tienda con lo que quede de pertenencias, buscando por horas la comida del día y limpiando. Los días pasan así, en un aletargamiento tenso, pues aún dentro de los campamentos, en las áreas que han sido designadas como “zonas seguras”, nadie está a salvo. El sonido continuo de bombardeos, de disparos, el ir y venir de las tanquetas recuerdan a las personas desplazadas por las fuerzas israelís que el concepto de “zona segura” es una falacia.
Así es la vida de Helmi Hirez, un joven estudiante de ingeniería informática en la Facultad Universitaria de Ciencias Aplicadas de Gaza, quien, junto a su familia, sobrevive día a día en una de las miles de tiendas de campaña del área de Al-Mawasi.
Esta vida está muy lejos que lo que Helmi pensaba que estaría haciendo en su segundo año de carrera. Con voz tenue y de carácter reservado, Helmi Hirez es la imagen del chico estudioso: elocuente, apasionado de las cosas “tech” que lo impulsan a imponerse retos y dar respuesta a problemas concretos en su comunidad. Su trabajo e intereses reflejan algo profundamente resiliente de la juventud palestina que, como él, a través de la informática, el internet, las redes sociales y el gaming, ha encontrado la posibilidad de volar virtualmente más allá de los muros en que los han acorralado por décadas.
Quizá por ello, cuando Helmi habla de su experiencia, lo hace con el cansancio de meses de guerra pero siempre de manera casi académica, describiendo a detalle su entorno, a veces usando analogías de computación, para que otros puedan entender lo que sucede en su país.
Cuando comenzó la operación israelí Espadas de Hierro, el 7 de Octubre de 2023, tras el ataque sorpresivo del grupo Hamás a los kibutzim y áreas fronterizas al cerco de bloqueo que rodea a la franja, la familia Hirez: Helmi, su gemelo idéntico Mohammed, su padre y su madre, vivían en Al-Rimal, un barrio próspero al norte de la franja.
Pasado un mes de intensos bombardeos y comenzada la operación terrestre del ejército israelí, “salimos de la Ciudad de Gaza después de que invadieron el hospital Shifa y todo el barrio de Al-Rimal”, explica Hirez sobre el comienzo del escape que emprendieron como familia hacia el sur para salvarse de los ataques.
“Huimos a pie de la Ciudad de Gaza y a veces tuvimos que saltar y esquivar para evitar caminar sobre los cadáveres en la zona de Netzarim*, rodeados por los ecos ensordecedores de los bombardeos”, describe el muchacho. Una semana después, el condominio donde vivían con su familia extendida fue bombardeado. “Perdimos nuestra casa y a 14 familiares en ella”, continúa.
La Franja de Gaza es una estrecha banda de tierra de 365 kilómetros cuadrados, diez veces más pequeña que el estado más pequeño de México, Tlaxcala. Y era el hogar de 2.3 millones de palestinos y palestinas que desde 2007 viven bajo el bloqueo Israelí y, a la vez, bajo el mandato de Hamás desde hace dos décadas.
Durante ese tiempo, las y los palestinos han padecido 9 operaciones militares israelís, pero jamás como lo están viviendo ahora. Para chicos como Helmi, de 19 años, y su generación estabilidad y paz son sólo palabras abstractas, una utopía.
Tras ese primer desplazamiento, en noviembre 2023, la familia Hirez se ha trasladado múltiples veces, recorriendo la extensión de la franja hacia el sur, tratando de salvarse. Inicialmente, buscaron refugio con otros familiares en zonas declaradas como “seguras” por el IDF y donde se les había ordenado ir a través de panfletos y mensajes al celular. Hicieron lo que se les instruyó y así llegaron a Rafah donde estuvieron algunas semanas.
Pero en febrero de 2024, las Fuerzas Israelís bombardearon Rafah. Ese ataque desencadenó una de las múltiples masacres que el ejército hebreo ha justificado como “daño colateral” bajo el objetivo de eliminar a Hamas, cuya estructura armada ha optado por usar tácticas de guerrilla contra el ataque militar israelí.
Los bombardeos de ese ataque alcanzaron la casa en la que se refugiaba la familia Hirez.
–Eran las 2:10 p.m. Me quité las gafas y puse la cabeza en la almohada. Entonces, en un momento, la habitación se iluminó toda. Era como si hubiera un sol en mi habitación. Ocurrieron tres bombardeos que llenaron la habitación de escombros. Después del tercer bombardeo me levanté y comencé a correr hacia el área central de la casa, dirigiéndome hacia la otra habitación a ver a mi madre y a mi hermana. Un metro antes de llegar al área central ocurrió un cuarto bombardeo y todo el techo del área central se cayó. Retrocedí [evitando la caída del techo] y entonces comencé a correr sobre los escombros para llegar a la habitación.
“Entré a la habitación de mi mamá por la puerta rota y mi hermano gemelo llegó detrás mío y comenzamos a cavar. Sacamos a nuestra madre de entre los escombros, puse mis dedos bajo su nariz y vi que ella respiraba pero estaba inconsciente y gravemente herida. No sabía qué hacer. No podía levantarla solo. Empecé a gritar y un par de chicos vinieron y ayudaron a ponerla sobre una manta gruesa y cargarla. Seguí excavando los escombros que cubrían a mi hermana, que pensé que definitivamente estaba muerta. ¡Excavé más de un metro! Me tomó 15 minutos sacarla con vida pero vomitando sangre.
“Esa noche hubo bombardeos en toda la ciudad de Rafah. La ambulancia tardó más de 40 minutos en llegar hasta nosotros mientras los chicos llevaron a mi madre al hospital en el coche de unos vecinos. Pero antes de llegar al hospital falleció.”
Cientos de heridos llegaron al hospital y sus alrededores esa madrugada, entre ellos Helmi quien debió esperar varias horas para ser atendido al encontrarse entre personas que estaban más gravemente heridas. Su hermano y su padre también sufrieron heridas, pero sólo su madre falleció.
–Me lastimé la pierna mientras cavaba entre los escombros encima de mi madre y mi hermana y no me di cuenta [de la herida]. Ni siquiera me di cuenta que mi pierna encharcó de sangre el suelo y luego el auto, el autobús, el piso del hospital, y hasta la arena cuando estábamos enterrando a mi madre.
Estaba completamente inconsciente y en shock hasta el punto de que no me di cuenta de que estaba gravemente herido y necesitaba tratamiento médico y no podía sentir la lesión en mi cuerpo.”
Hasta la publicación de este artículo, el Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina ha reportado 38 mil 664 muertos, a los que se suman aproximadamente 89 mil heridos y al menos 10 mil desaparecidos bajo escombros. Sin embargo, un estudio realizado por el jornal médico Lancet señala que los muertos en esta guerra pueden estimarse hasta en 186 mil individuos. Se calcula que al menos un 85% de la población ha sido desplazada ya sea dentro o incluso fuera de la franja, hacia Egipto.
Para “destruir a Hamas” y rescatar a sus secuestrados –la justificación que ha esgrimido el gobierno israelí– el ejército ha destruido o dañado estructuralmente más de la mitad de los edificios en Gaza desde el comienzo de la guerra, dejando el espacio esencialmente inhabitable, como lo han reportado organizaciones como UNRWA desde hace meses.
El gobierno Israelí defiende que los miembros de Hamas se esconden entre la población, y que construyeron túneles y han hecho bases logísticas debajo o dentro de edificios públicos, históricos, religiosos e incluso en edificios propios de la ONU, así como casas particulares, lo cual los convierte en blancos legítimos. Sin embargo, esto han sido confrontadas con muestras de que la desmesura de los ataques militares no corresponden con las evidencias encontradas en los remanentes de los edificios atacados, los testimonios de los abusos que sucedieron durante los ataques, ni por el número de muertes causadas, donde los afectados han sido especialmente mujeres, bebés, niños, ancianos, enfermos, heridos y personas incapacitadas.
Por ello, el actuar bélico del ejército israelí enfrenta críticas internacionales, que han llamado a la investigación de estos hechos y la imposición de sanciones a Israel y sus líderes por crímenes de guerra. Desde Enero 2024, Sudáfrica expuso frente a la ICC (Corte Criminal Internacional) que el gobierno de Benjamin Netanyahu muestra una clara intención no sólo de destruir a Hamas, sino que los hechos prueban que están tratando de exterminar al pueblo palestino, o desplazarlo al menos.
De esta manera, una parte clave en la actual guerra en Gaza ha sido la eliminación sistemática de su clase educada y sus artistas e intelectuales, como lo han hecho las IDF en este tiempo.
Israel ha arrasado con edificios históricos, museos, sitios arqueológicos, bibliotecas, archivos, mezquitas e iglesias por igual, dejando un hueco no sólo en la capacidad para la reconstrucción de la vida pública, sino dejando vacías las estructuras sociales que sirven a crear espacios básicos de gobernabilidad para que la sociedad pueda reconstruirse.
A la catastrófica pérdida de vidas en Gaza y al sufrimiento de su población, se suma, entonces, la destrucción de casi todas sus instituciones públicas, específicamente las educativas. El Ministerio de Cultura Palestino ha reportado 76 universidades destruidas, la totalidad de centros de educación superior, así como todos los centros educativos han sido blancos que el ejército israelí se ha empeñado en eliminar sistemáticamente. Las instituciones educativas, que en total tienen más de 90.000 estudiantes matriculados, han sido completamente arrasadas por ataques aéreos y al menos 95 profesores universitarios han sido asesinados.
El objetivo del asesinato selectivo de la élite educada sirve para obstaculizar las posibilidades de que los palestinos puedan restablecer las condiciones políticas y socioeconómicas fundamentales para la supervivencia y reconstrucción de Gaza. A esto, algunos grupos de derechos humanos lo han llamado un “genocidio cultural”. Con lo anterior, las alegaciones de crímenes de guerra y genocidio se suman a lo que parece un plan para despojar a los palestinos de su identidad.
Este verano, Helmi Hirez debe cumplir 20 años junto a su gemelo Mohammed. Con una vida entera enfrente, como debería ser para un joven de su edad, Helmi a veces ni siquiera puede contar las horas que tiene por delante. Quiere, más que nada, que esta guerra se acabe y volver a su normalidad, aunque lo normal no sea lo que tenía antes.
En el pequeño espacio asignado para la tienda, él y su familia cubren necesidades mínimas, mientras lidian con el hecho de estar perdiendo cada vez más el sentido de lo que “era”. Ahora el futuro es esperar con ansiedad la tregua o el fin del conflicto, para rehacer sus vidas con los recursos que logren juntar a través de donaciones y apoyos.
Helmi soñaba con ser un programador, usar su conocimiento para resolver problemas y, junto a su gemelo, establecer una empresa de informática. Aún estando apenas en su segundo año de la carrera, Helmi ya ha formado parte de proyectos e iniciativas tech, ganando incluso premios por su involucramiento en proyectos de animación y creación de protocolos de seguridad para la salud en tiempos de pandemia. No es de sorprender que en la tecnología y el conocimiento haya encontrado un escape a lo que, aún sin bombardeos, tampoco era una vida fácil, ni común, ni justa. Pero este no es un problema que un algoritmo pueda solucionar.
Para los jóvenes gazatíes en los campamentos de refugiados, cada día se vislumbra como una pizarra de la que se van borrando posibilidades con cada pérdida a ras de suelo y cada fracaso en las negociaciones de una tregua que no llega.
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La entrevista que presentamos a continuación, es un diálogo íntegro que Lado B mantuvo con Helmi Hirez desde finales de mayo hasta principios de julio de 2024. Su testimonio fue levantado con las limitaciones que la comunicación en línea permite al interior de Gaza, a veces por mensaje de texto, a veces por grabaciones de audio, a veces optimista, a veces enfermo y desesperado. Por encima de todo, es notoria la valentía de Hirez y la dignidad con la que, con la fuerza de su juventud, nos ha descrito el terrorífico camino desde su casa hasta una tienda de refugiados, así como su apreciación sobre la universidad, sus compañeros y el papel que ellos tienen en esta sangrienta guerra.
Su historia es la de un muchacho atravesando el luto por su madre, un vacío que continúa tomando forma en una realidad llena de incertidumbres y una situación desesperante desde todo punto de vista.
Bilha Calderón (BC): Usted fue muy activo como estudiante, con el club tecnológico en google y el grupo de cine, etc. ¿Qué es lo que más extraña de la dinámica estudiantil?
Helmi Hirez (HH): Como estudiante extraño la dinámica estudiantil. Extraño el proceso de aprendizaje, la idea de poder simplemente sentarme y pensar con claridad sobre lo que voy a hacer. No simplemente haciendo cola durante horas y horas y haciendo trabajo físico, que simplemente te agota físicamente y te enferma la mayor parte del tiempo. Extraño todo lo relacionado con ser estudiante, especialmente como alguien que es introvertido como yo, que nunca estuvo en una situación en la que debía lidiar con cientos y cientos de personas cada día, caminar kilómetros bajo el sol y hacer todas estas cosas difíciles. Eso es difícil para cualquiera en el mundo.
Pero lo que más extraño es aprender cosas nuevas. Después de vivir esta vida [la guerra] durante mucho tiempo, tu cerebro ya no puede aprender nada nuevo y olvidas todos los conocimientos previos que tienes. Te olvidas de todos los trucos complicados y de todo lo que habías aprendido, trucos y algoritmos de programación. Tu cerebro simplemente piensa en cómo cocinar al fuego, qué hacer, cómo conseguir ingresos, todo eso.
BC: ¿Aún tiene contacto con algunos de tus profesores o compañeros?
HH: En realidad, cuatro de mis profesores fueron asesinados. El rector de mi universidad fue asesinado, el director de mi departamento fue asesinado y muchos de mis compañeros de clase también. Aún tengo conexión con el resto de mis compañeros de clase.
BC: Como estudiante palestino (en Gaza), ¿qué le pareció colaborar en una plataforma internacional con personas de todo el mundo?
HH: Fue genial interactuar con otras personas de todo el mundo, porque Gaza está bloqueada desde hace más de 17 o 18 años. Tengo 19 años [risa tímida], nunca he experimentado viajar fuera de Gaza a otro país y todo eso, para tratar con otra cultura. El bloqueo que ha tenido Gaza durante los últimos 17 años ha hecho que la sociedad sea lo más extrema posible y no acepte nuevas ideas y nuevos pensamientos.
BC: En octubre, ¿cómo se enteró de que las clases y la escuela no continuarían en absoluto?
HH: Éramos conscientes de que lo que pasó era grande o enorme, y que las consecuencias de ese evento iban a ser devastadoras para nosotros como estudiantes y como palestinos en general. Entonces esperábamos la destrucción de todas las universidades, porque en guerras anteriores mi universidad fue bombardeada, en la guerra de 2014 quedó casi completamente destruida.
Periodista: ¿Por qué cree que Israel ha destruido todas las universidades de Gaza?
HH: Es simplemente una decisión continua que toma el ejército israelí para acabar con la vida en Gaza, bombardeando hospitales, universidades y cualquier esperanza de que alguien pueda vivir en esta zona del mundo. Y los israelíes piensan que cualquier palestino educado causa daño o es un peligro a la existencia del estado israelí.
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En los últimos días, antes de la publicación de este artículo, el IDF había comenzado a atacar el campamento de Al-Masawi y áreas aledañas al campamento de refugiados donde se encuentra Helmi, esencialmente apretujando a los desplazados, imposibilitando su movimiento y obligando a la gente a tomar medidas extremas para su supervivencia.
En el campamento se escuchan niños gritando, jugando. Un balón pega sobre un metal y los niños chillan de emoción. Alguna bocina hace ruido y un motor pasa ronroneando en el fondo de la grabación en que Helmi, con voz tenue y débil por la hepatitis que contrajo, describe una de las masacres, la del 28 de Mayo, en Rafah. Su familia se encontraba a un kilómetro del lugar, escuchaban los bombardeos, pero su hermana sí perdió a un cuñado esa noche.
Hay una sensación extraña y cansada de estar salvando la vida cada día “sobre todo porque la operación militar en Rafah está llegando a su fin. Todos aquí en Al-Masawi nos dicen que el ejército israelí podría venir aquí y mandarnos a Deir-el-Balah o a otra zona. El ejército israelí ya está a menos de 2 kilómetros del lugar donde estoy. Escuchamos los bombardeos y la destrucción de edificios que se convierten en escombros durante todo el día y toda la noche”, explica el chico.
Bajo las lonas, las colchonetas y alfombras que hacen de piso, de cama, de mesa, de asiento, están infestadas de bichos. Mientras los alrededores se llenan de excremento humano y animal al no haber sistema de letrinas que funcione, más aún después de tantos meses y sin espacio donde colocarlas ni mantenerlas. La hepatitis y enfermedades virales y bacterianas son la normalidad. El hambre está acabando con la población que sobrevive a base de comida enlatada de la ayuda humanitaria que cae del cielo esporádica e insuficiente
El porvenir de Gaza, de Palestina entera, es su juventud. Si se destruye toda capacidad para educar y formar, estos muchachos de los que hoy leemos, no tendrán futuro. Sin estructuras sobre las cuales restaurar la vida física y social, y sin identidad ni referentes, los jóvenes no podrán sanar el daño que han sufrido bajo el peso entero del horror que han soportado.
En 13 de Julio Israel atacó el campamento de Al-Mawasi con bombardeos por aire y con drones, matando a 90 personas en las tiendas de refugiados que estaban precisamente en el área designada como segura. Hasta el momento Lado B no ha logrado volver a tener comunicación directa con Helmi Hirez. Sin embargo, a través de terceros sabemos que tanto él como su familia están a salvo.
- Si Usted, estimado lector o lectora, quisiera ayudar a Helmi Hirez y su familia con una donación, puede hacerlo en este link de Go Fund Me https://www.gofundme.com/f/twin-from-Gaza-who-lost-their-mother-and-home
* Netzarim- Corredor Netzarim o Ruta 749 es un paso de Este a Oeste a través de la Franja de Gaza construido por el Ejército de Defensa Israelí para facilitar el acceso militar en el norte y centro de Gaza. En efecto, la ruta divide a la Franja en dos y permite el control del movimiento a la población palestina.
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