Anna Ogier-Bloomer es una fotógrafa aficionada que documentó en LETDOWN sus primeros dos años de maternidad. En dicho trabajo da cuenta de cómo ser madre no es tarea fácil, ya que retrata fielmente lo que a veces duele, cansa y enternece en todas las dimensiones. De esta colección fotográfica rescatamos una serie de imágenes que captan lo doloroso que es el proceso de amamantar a manera de colocar en esta Semana Mundial de la Lactancia una mirada más humana que se sume al discurso predominante de lo hermoso que es dicho proceso.
Vale puntualizar lo bello que es amamantar a un bebé y lo valioso que es en términos físico, emocional y nutricional, tanto para él como para la madre, lo cual no está en duda, por lo que es importante mostrar y hablar de las imágenes compartidas, lo que nos permite sensibilizarnos a lo complejo y humano que es la lactancia.
Así sin avisar, y con un bebé en el regazo, para una madre las emociones emergen como una ola de gran altura y de caída fuerte. Las palabras que más se escuchan es “pégatelo” o “préndetelo”, y es que el vínculo y la conexión que se forma entre madre e hijo es grandiosa, pero no por eso los pechos dejan de hincharse y doler a más no poder. No sólo duele el seno cargado de leche, duele la espalda que le sostiene, duele el pezón que poco a poco empieza a agrietarse tras ser succionado, y es que nadie te explica cómo hacerle para que un pezón no te sangre, ¿qué es eso de la mastitis?, ¿si tengo sida, puedo amamantar a mi bebé? . Incluso la autora de las imágenes comparte que no estaba preparada para ese devorador apetito.
¿Libertad e independencia?, pero ¿qué es eso? Ser madre ya de por si es demandante, lograr alimentar a un bebé bajo lactancia exclusiva supera tus propios límites, alimentar a libre demanda es sinónimo recrudecido de estar siempre para el otro, y aun cuando quieras separarte, tu cuerpo dolorosamente te lo impide, por ello frases como “lactar duele pero no hacerlo duele mucho más”, a tal grado que no sólo deseas, sino que necesitas prender a tu hijo a tus pechos.
“Estaba impresionada por lo mucho que mi cuerpo pasó a ser de esa otra entidad, ya no era sólo mío”, confiesa Ogier-Bloomer
¿Privacidad?, ¡claro que la tienes! Al menos cuando el bebé está dormido, porque despierto y con cierta edad en cualquier momento asalta tu blusa, incluso te sigue hasta el baño porque un hijo pequeño y hambriento rara vez comprende lo importante y lo bien educado que es saber esperar. El cuello rasguñado y los pezones apretados y jaloneados por su manitas, o peor aún, mordidos por los dientitos… esto también es parte de este bello cuento.
¿Dormir ocho horas continuas? ¡Claro que una madre sabe de ello!, pero como uno de sus mayores deseos porque cuando se amamanta el alimento se brinda a libre demanda, entonces el bebé no sabe si es de noche o es de día, y no sabe si su madre ha descansado lo suficiente.
Pero esto pareciese ser la parte de la historia que por mucho se olvida. Como si amamantar fuese un curso superado por las mujeres desde el mismo momento en que saben que pronto tendrán un hijo. Por ello lo importante de la obra de Ogier-Bloomer, porque Letdown (decepción y secreción de leche) habla, a través de las imágenes, del inmenso agotamiento y dolor que una madre vive en el proceso de lactancia, de lo necesario que es que las madres se sientan menos solas y de lo humano que es la normalización del amamantamiento.
Por: América Montoya