Cuando la gobernadora del Estado de Sonora Claudia Pavlovich anunció con bombo y platillo la llegada de la empresa minera Bacanora Lithium, lo hizo no solo presumiendo los 420 millones de pesos que costaría la construcción de una planta de extracción de litio en la región de Bacadéhuachi, también presumió los 1200 empleos que generaría la construcción de esta planta, empleos que no serán para la población de las comunidades cercanas pues la empresa constructora como es lo usual traerá a sus propios trabajadores. Pavlovich también hablo de las 35 mil toneladas de litio que la empresa piensa extraer anualmente dejando claro que esto es algo histórico para el sector minero –sí, para el sector minero, no para la población del Estado- y por si esto no fuera poco tanto ella como su secretario de economía, Jorge Vidal Ahumada, presentaron el proyecto como un avance para ir convirtiendo a Sonora como un “impulsor de tecnologías verdes” pues es bien sabido que el litio es un mineral que se usa principalmente para baterías de productos electrónicos (celulares, computadoras, tablets…) y para coches eléctricos y por lo tanto es energía renovable. De hecho, Bacanora Lithium presume que tiene un contrato con Tesla Inc para venderle todo el mineral que necesite para sus coches eléctricos. Estas unidades que han sido altamente criticados por la enorme huella residual tóxica que traen desde su producción, consumo y posterior disposición.
Para la gobernadora este proyecto marca un antes y un después dentro de la minería en el Estado, lo dice principalmente por ser este el primer proyecto de extracción de litio en el país. No tanto porque este sea un proyecto limpio, menos dañino y/o tóxico. Para ella lo que este proyecto esconde no es importante, ya sea por ignorancia o por complicidad, pero estos proyectos que se venden bajo la marca de “sustentabilidad” son parte del capitalismo verde que va dejando a su paso devastación, contaminación y desplazamiento forzado en las comunidades donde se instala, justo como cualquier otro proyecto. La minera por simple lógica, no puede ser sustentable, ni mucho menos responsable.
Veamos: el gobierno del Estado habla de que cuando la minera esté operando empleará aproximadamente 350 personas. Bacadéhuachi solo tiene 1,083 habitantes, de los cuales los que están en edad de trabajar lo hacen en la agricultura y/o ganadería. Es decir, no se necesita una nueva fuente de empleo, sino mejoras las condiciones de las que ya existen. Para la extracción del litio se utiliza mucha agua y es una minería a cielo abierto. La traducción es que los destrozos serán visibles y dejará un residuo de salmuera contaminado con ácidos sulfúricos, sulfatos y otros contaminantes que aumentarán los riesgos de contaminación en los mantos acuíferos y superficiales con lo que se vulneran las actividades productivas de la zona. Si este proyecto lo vemos de forma integral junto a las otras plantas mineras tenemos que sus afectaciones suman a todo un territorio en riesgo. 350 empleos que la comunidad no necesita no justifican la extracción de litio.
Una planta similar a la que se pretende construir en Bacadéhuachi está ubicada en San Pedro de Atacama, provincia de Argentina, donde la cantidad de agua que se usa para la extracción es de aproximadamente 200 millones de litros diarios entre la salmuera y el agua dulce lo que para una región netamente agropecuario es peligroso.
El mito del trabajo y el progreso con la minería esta sobrepasado. Existen muchos casos donde esta práctica extractiva y contaminante ha sido fundamental para el rompimiento del tejido social creando una serie de conflictos en las comunidades donde antes no las había. La clara competencia entre la vocación natural de los pueblos y la entrada de las grandes empresas mineras va dejando un rastro negativo tan fácil de seguir que ya se ha escrito mucho al respecto.
Dentro de todos los argumentos que da tanto la empresa como el gobierno del Estado. ¿Cuáles son los que me parecen más peligrosos? En un momento donde la minería es cada vez más evidenciada sobre sus impactos negativos y el rechazo a esta actividad va en aumento la extracción del litio se presenta como una alternativa “verde”, sustentable, que es parte de la lucha contra el cambio climático y se encamina a que dejemos de usar los combustibles fósiles. Así es como lo venden. Ese fue una parte fundamental del discurso de la gobernadora cuando presento el proyecto.
Veamos: en los últimos años, ante una fuerte crisis socio-ambiental, el modelo de producción-consumo ha buscado las alternativas para pintarse de verde y en muchos casos sus estrategias han funcionada bastante bien. El ejemplo de los coches eléctricos es uno de estos casos. El capitalismo verde nos dice que es mucho mejor usar autos eléctricos que los comunes que utilizan gasolina. Estar en desacuerdo con eso es poco sensible. Sin embargo, el modelo es un experto en esconder las huellas residuales que deja su eco-capitalismo. La cantidad de residuos que deja un coche eléctrico son mayores que los que deja un coche “normal” principalmente en lo que se refiere a residuos minerales como son el uso de cobre, cobalto, y litio. Ni hablar de la disposición final de estos minerales cuando el coche cumpla su vida útil. Esto aún no lo vivimos, pero seguro no será sin impacto socio-ambiental.
El capitalismo verde tiene como base un ecofascismo donde los impactos quedan fuera del ojo del consumidor. Es discriminatorio pues alienta la construcción de territorios de primera y de segunda. Los territorios de primera son para aquellos que pueden pagar el “ecofriendly” los que se garantizan una vida sin cuestionar las raíces de la crisis socio-ambiental que vivimos actualmente y los territorios de segunda que son aquellos que asumen (de forma obligada por el sistema) los costos socio-ambientales de todo el modelo de producción-consumo. Aquellos territorios que pierden su forma de vida. Que son violentados con la contaminación de sus tierras, su agua, su aire, su total forma de vida. Que en muchos casos son obligados a migrar a las ciudades donde siguen construyendo territorios de segunda, siendo los invisibles de las urbes.
El proyecto que Bacanora Lithium presenta para Sonora, no dista mucho de ser diferente a los demás proyectos mineros que tienen devastado a más de la mitad del territorio de ese Estado. No, es igual. La única diferencia es que es un proyecto ecofascista, promovido por un gobierno ignorante, cómplice que va creando estos territorios de primera y de segunda que son básicos en un capitalismo verde.
En una última entrega hablare sobre las alternativas a la minería extractiva y las trabas que pone el gobierno para que esta se lleve a cabo.
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