El grunge es una versión romántica hecha hippie del punk.

Marc Jacobs, diseñador”

En estos días me he topado con una gran cantidad de textos sobre los treinta años del lanzamiento del disco Nevermind, el segundo disco de Nirvana y con el cual, gracias al video de la canción “Smell like Teen Spirt” inicio toda una revolución desde Seattle para todo el mundo. Una revolución que nombraron Grunge.

Después de mucho pensarlo decidí que también me subiría a este tren y escribiría sobre este accidente como lo llama Kyle Anderson en su libro Accidental Revolution: The Story of Grunge y que fue posiblemente el último momento contracultural que se vivió de forma global. Si bien es cierto fue exprimido hasta la sequía por el mainstream, también es cierto que dejó grandes aportaciones no solo a la música sino en muchos aspectos sociales, culturales, políticos y hasta económicos.

Algo que tengo claro es que soy parte de los hijos bastardos de la Generación X, es decir, mi juventud como la de muchos otros inicio justo cuando la decadencia consumista, los excesos, la frivolidad que caracterizó a la década de los ochenta iban de salida, quedando solo los remanentes que se mezclaban con la ira del American Hardcore, la congruencia política del Anarcopunk inglés desde donde la realidad enmarcada en el “No hay Alternativa” de Margaret Tatcher comenzábamos nuestro viaje hacia la vida adulta, cargando con el fracaso político de los hippies setenteros, el fracaso económico de los yuppies ochenteros y nuestro fracaso social de saber que nada era como lo prometieron; todo eso aderezado por el experimento de las drogas de diseño, el boom de los antidepresivos, tratados como conejillos de indias por un sistema que comenzaba a perfilarse como el sistema hegemónico.

En este contexto fue donde se dieron estos cambios contraculturales. En la Costa Este Sonic Youth nos invitaba a volar con su maravilloso e inventivo ruido del disco Goo (1990). Alejados de la decadencia del Glam Metal y la autodestrucción que permeaba en ese momento al American Hardcore se fue dando un movimiento tan diverso como creativo y que tuvo en 1991 la explosión que el mainstream necesitaba para sacarlo de la ciudad, a la cual por diversos motivos se le atribuyó esta revolución: Seattle. Aunque para ser claros, así como Sonic Youth presentaba el disco que los puso en los reflectores, en Los Ángeles un grupo de mujeres llamadas L7 publicaban Smell the Magic (SubPop, 1991) o en Athens, Georgia, desde diez años atrás, R.E.M. estaban haciendo música hacia la izquierda del dial. El ojo podía estar en la Seattle pero la revolución era mucho más regional, incluso podría decir que global.

Ese año estaba entrando a mi cuarto semestre de preparatoria. Estudiaba por las mañanas y trabajaba por las tardes en un restaurante de hamburguesas local, años antes de que las franquicias transnacionales se comieran el poco comercio local que había. Escuchaba en su mayoría Hardcore y todas sus variantes, pero un buen amigo de la escuela que pasaba sus tardes en mi trabajo me rescataba para presentarme música distinta a la que sonaba en mi walkman. El fue quien me introdujo a lo que en ese momento comenzaba a llamarse Grunge y toda la música alternativa. Me grababa casettes, y en su casa veíamos MTV. Fue donde por primera vez vi el video que catapulto a Nirvana a la fama. También vi Jeremy de Pearl Jam que a mí me decía mucho más que el olor adolescente de los culpables de toda esta revolución. También vi Rusty Cage de Soundgarden que eran mucho más metal que otra cosa, igual que los Alice in Chains, pero comprendía porque los etiquetaban en un mismo movimiento. Tal vez Napalm Death y Naked Agression no suenan o sonaban igual, pero el sentimiento era/es el mismo y eso es lo que hace un movimiento. El mismo sentimiento, la misma forma de ver el mundo. También me tocó ver el Losing my Religion de R.E.M. con lo cual muchos podíamos jurar en ese momento que eran de Seattle.

Así fue como inició toda una revolución contracultural en la última década del siglo XX. Una que mientas el mainstream la exprimía hasta donde pudo, incluido otras formas de arte como el cine, la literatura (Singles, Reality Bites, entre otras) dejando muchos cuerpos regados, literalmente a su paso, fuera de los reflectores se iba forjando todo un movimiento que puso de cabeza al Establishment con una actitud mucho mas provocativa, tal vez menos radical que el American Hardcore o el Anarcopunk Inglés pero con mayor influencia social; permitiendo que muchos que en esos años éramos adolescentes nos convirtiéramos en lo que somos actualmente. Seguimos igual de rotos, lidiando con los fracasos del pasado, el presente y el futuro, pero ese sentimiento de finales del verano del ’91 se mantiene vivo, sigue permeando mucho de los que hacemos. Las bases se fundaron en esa década, no por nada en aquel mítico Seattle del ’99, cuando las movilizaciones tumbaron la cumbre de la Organización Mundial de Comercio, Jello Biafra salió de su retiro para resistir contra el sistema como solo él sabe hacerlo, formando un combo desde las cenizas del Seattle del ’91. Así de clara es lo que esta revolución fue.

Desde la rebelión contra Elisyum

Septiembre 2021.

Jorge Tadeo Vargas. escritor, ensayista, activista, anarquista, panadero casero, adicto al vino tinto, el café, el té y lo que él considera buena música