Extraído del Border Hub, por Melva Frutos.
La experiencia acumulada en 32 años de trabajo periodístico llevó a Carlos Arredondo Sibaja a la subdirección del periódico Vanguardia de Saltillo. Sus responsabilidades en su puesto actual crecieron a la misma velocidad con que se le fue encogiendo el tiempo. Aun así, dice, encuentra siempre la coartada para escapar del escritorio, mirar afuera y seguir contando historias a las que, de verdad, vale la pena echarles ojo.
Tener un cargo en la producción de un medio de comunicación trae consigo grandes responsabilidades y el tiempo es absorbido vorazmente, sin embargo, dejar abierta una ventana hacia el trabajo en el exterior revitaliza y brinda un aporte invaluable a la sociedad.
Desde la subdirección editorial del periódico Vanguardia, Carlos Arredondo Sibaja, así es, no se queda quieto.
Entregado al periodismo desde hace 32 años y multifacético como es, no deja de mirar para afuera de la oficina del medio de comunicación asentado en Saltillo, Coahuila. Continúa echando mano de su experiencia y de la valía de las fuentes que ha cosechado con los años.
En Vanguardia escribe semanalmente una columna de opinión y el pasado 23 de agosto publicó el artículo “La historia del pagaré dudoso que derribó un edificio centenario de Saltillo”, replicado por el Border Hub.
La historia analiza cómo fue que el documento arrebató a la Sociedad Mutualista y Recreativa Manuel Acuña, fundada en 1906, el edificio que ocupaba desde 1925 en la calle Morelos, en el centro de Saltillo.
Según el artículo, esta organización era famosa, entre otras cosas, por organizar “bailes rancheros” a los que asistieron generaciones enteras.
Y añade: “El trabajo periodístico permite atisbar una trama que implicaría la comisión de actos ilegales, pero la confirmación de tal hipótesis sólo puede llegar de la Fiscalía General de Coahuila, que ya inició una investigación. Por lo pronto, del edificio ya sólo queda una fachada y escombros”.
Confluyen varias cosas en el caso del edificio de la Sociedad Manuel Acuña, explica en entrevista, por un lado, el hecho de que se trata de una sociedad mutualista, “que es una forma de organización social en desuso que fue muy común a inicios del siglo pasado, que tuvo muchos ejemplos de reproducción a lo largo del país y de la cual sobreviven pocos ejemplos ya, porque cuando las ciudades fueron creciendo, se fueron haciendo más complejas, fueron surgiendo otras modalidades de organización que fueron dejando al mutualismo, digamos, en una especie de prestadores de servicio de cada vez menos valor o de menos valor agregado”.
La segunda arista del texto, dice, trata de un edificio que, si bien por su arquitectura no estaba incluido en un catálogo de conservación de construcciones históricas, era una edificación que perteneció a la historia de Saltillo, la ciudad más antigua del noreste de México, que este año cumplió 444 años.
“Entonces, digamos que el valor arquitectónico del edificio en sí mismo quizá es discutible, pero lo que opinan algunos historiadores, por ejemplo, sobre todo el que entrevisté, que sale en el reportaje, Carlos Recio, es que ese es un edificio que tiene un valor añadido, que no es tangible porque está impregnado en las paredes, o estaba, y que tiene que ver con la vida de miles y miles de personas que ahí se conocieron y se fundaron familias y de múltiples memorias que tiene muchísima gente y que eso forma parte del patrimonio histórico de la ciudad”, relata.
Lo que encendió las alertas del periodista y dio lugar al reportaje fue la trama jurídica que encerraba la historia, de la que se enteró, primero, por un comentario en WhatsApp y luego, en una plática de sobremesa.
“Tiene que ver con toda esta trama, que es como una novela de alguien calculador que hizo todas las cuentas y fue cuadrando las cosas para que se pudiera dar este proceso que terminó despojando a la sociedad Manuel Acuña de su edificio”, detalla.
Con una licenciatura en Derecho por la Universidad del Valle de México y el olfato periodístico, Arredondo Sibaja divisó una probable estafa en la historia digna de contarse.
“Es muy claro que eso no pudo haber ocurrido en el mundo real. No es posible que alguien haya prestado a la Sociedad Manuel Acuña 5 millones de pesos, que lo haya prestado a 3 años y que luego haya iniciado un juicio mercantil, con el que termine quedándose con el edificio”, advierte.
Además, añade, se negoció un acuerdo para terminar el proceso, reconociendo el acreedor que el edificio vale mucho más que lo que supuestamente le debían y aceptó le entregaran el edificio, “es un cuento incluso mal contado”.
La importancia de cultivar fuentes
Las fuentes han sido un elemento fundamental desde que Arredondo Sibaja inició en el periodismo, en 1989, cuando tenía apenas 19 años.
Gracias a éstas es que logró obtener la documentación que sustentara la historia en la que describió el litigio y que enriqueció con entrevistas con expertos en leyes, incluyendo al Fiscal General del Estado.
El comunicador es nacido en Piedras Negras, aunque dice que últimamente es de Saltillo, a donde llegó hace más de dos décadas procedente de Acuña.
En Acuña había dado sus primeros pasos en los medios cuando trabajaba en instalaciones técnicas, de intercomunicaciones y parabólicas en la estación XHPL.
Empezó dando apoyo en la cabina, después le pidieron editar y en un momento en que un reportero se ausentó, y le tocó suplirlo. “Empecé a salir a reportear con una grabadora, a buscar notas, a hacer entrevistas”.
Como parte de “los accidentes felices” que considera que suelen sucederle, le fueron cayendo propuestas de corresponsalías desde esa ciudad. Luego se fue a trabajar en la sección policiaca del noticiero de la estación Radio Centro, que ahora es RCG, en donde además fue conductor en el noticiero que la empresa tenía en el sistema de cable.
Su heterogeneidad queda más que clara cuando comenta que, además de la Licenciatura en Derecho de la Universidad del Valle de México, es ingeniero industrial por la Universidad Autónoma de Coahuila, tiene una Maestría en Administración por parte de la Universidad Iberoamericana y está por terminar el Master en Derechos Humanos.
“En estos 32 años, más o menos, que tengo haciendo cosas de periodismo, he combinado el periodismo con el servicio público. Yo fui, también por accidente, síndico municipal en Acuña y luego me contrataron acá en Saltillo para asesorar a un par de diputados en el Congreso. Estuve cinco años ahí”, recuerda.
En 2001 fue invitado a colaborar en Vanguardia, detalla, y desde entonces ha mantenido su colaboración, algunas veces parcial, combinada con trabajo académico.
De unos años para acá está de tiempo completo en áreas de operaciones y procesos y escribe la columna de opinión, por la que en 2001 recibió el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila en la categoría de columna periodística.
“Pero siempre procuro darme una escapada, hago un esfuerzo por darme una escapada y escribir reportajes, escribir algunas notas”, agrega.
Participó junto con Francisco Rodríguez y Jesús Peña en el reportaje “Migrantes haitianos: El sueño que se disipó en la frontera Acuña – Del Río”, publicado el 27 de septiembre de este año en el Semanario de Vanguardia y el Border Hub.
Informaron cómo fue que el número de inmigrantes haitianos que cruzaron a pie y a nado el río Bravo para instalarse en un campamento improvisado debajo del puente internacional que une a Ciudad Acuña con la ciudad texana de Del Río creció de cientos a miles apenas en unas cuantas semanas.
“Los inmigrantes indocumentados de origen haitiano pasaron de 2 mil en todo el 2020, a 19 mil 523 en 2021, siendo el grupo con mayor tasa de crecimiento. Además, casi el 70 por ciento, es decir, 13 mil 452, fueron detectados sólo entre junio y agosto pasados, detalla la publicación.
Los tres periodistas descubrieron que en ningún otro sector de la frontera entre México y Estados Unidos el arribo de personas provenientes de Haití había tenido un crecimiento semejante.
“Los nacionales haitianos detectados en el Sector Del Río constituyen casi el 66 por ciento de todos los migrantes de esa nación caribeña identificados por la Patrulla Fronteriza en la frontera sur de la Unión Americana durante 2021”, se lee en el texto.
“Ellos (Francisco Rodríguez y Jesús Peña) fueron a Acuña y yo hice trabajo de escritorio, digamos, buscando datos, corroborando cifras.
“Sobre todo, la idea de mi participación fue darle contexto a la historia, hacer un retrato de la situación de ese momento, digamos, que dejara claro el origen, porque digamos que una de las cosas que había dentro de esta crisis migratoria que se vivió en Acuña y Del Río, era la oscuridad de cómo había ocurrido eso, por lo que te decían las personas”, explica Arredondo Sibaja.
Haber residido ocho años en esa ciudad fronteriza aportó uno de los valores que aún conserva y que desde el principio de la conversación dejó claro cuánto aprecia: los contactos.
“Lo que te decían ellos es que habían llegado de un día para otro, de pronto y la gente que tiene mucho tiempo viviendo allá, pues está acostumbrada a la migración, la conoce, la ha visto de cerca, pero todos te decían lo mismo, esto no había pasado nunca”.
Gracias al acercamiento con las fuentes de esa ciudad que lo vio nacer como reportero, logró descubrir y plasmar una serie de escenarios inusitados entorno al arribo de los migrantes de Haití.
El experimentado comunicador reconoce la importancia de esfuerzos de financiamiento que rescatan y revaloran al periodismo, como las emprendidas por el Border Hub, pues es gracias a éstos que se pueden realizar trabajos de profundidad.
“Este tipo de sinergias que se están generando permiten, primero, desarrollar trabajos que por falta de recursos se dejaron de hacer, el trabajo de investigación, el trabajo de investigación profunda, de largo aliento, de gente que se pueda dedicar exclusivamente a investigar, por lo menos de tiempo parcial, un tema, durante varias semanas”, concluye.