Por Ñaní Pinto
Fuente: Avispa Midia

El pasado jueves 5 de enero, miles de habitantes del municipio de Chicomuselo, ubicado en la Sierra Madre de Chiapas, realizaron una manifestación para exigir el fin de la violencia “desatada por la delincuencia organizada que pretende imponer la minería en la región con el silencio cómplice de las autoridades”, remarcaron voceros del poblado chiapaneco durante la movilización.

La protesta ocurre en un contexto de aumento de violencia en la región, localizada en la frontera con Guatemala, donde la presencia del crimen organizado se ha incrementado durante los últimos años arrojando un saldo de enfrentamientos entre grupos armados y contra militares, así como desapariciones y ejecuciones.

La demanda de los pobladores, quienes marcharon acompañados de representantes ejidales y comunitarios, se debe a que desde mediados del año pasado registraron la reactivación ilegal de una mina de barita ubicada en el ejido Santa María.

Para el 16 de octubre del 2022, los habitantes registraron el ingreso a la cabecera municipal de diversos camiones de carga para trasportar material minero. Un día después, los habitantes del ejido Santa María se percataron que dichos camiones ya se encontraban en el lugar de donde han estado extrayendo el material de barita, sin que los pobladores tuvieran conocimiento de la actividad minera.

Miles de habitantes en Chicomuselo se manifestaron contra la violencia y la minería que destruye el tejido social en la región al sur de Chiapas.

Mediante la movilización que denominaron “Marcha por la vida”, las y los habitantes de Chicomuselo destacaron que la actividad en la mina tiene relación con la concesión otorgada a la empresa canadiense Blackfire Exploration Ltd, la cual se estableció en el ejido Grecia en el año de 2009 para la extracción del material minero utilizado para perforación de pozos petroleros y para el mismo sector extractivo.

Según comunicado de los habitantes de Chicomuselo, la extracción realizada hace más de 15 años en comunidades de dicho municipio se efectuó sin una consulta previa e informada, “afectando principalmente al agua subterránea, ríos, arroyos, montañas, la salud de la población y el tejido comunitario que caracteriza a las comunidades de nuestra región; situación que nos llevó a vivir bajo amenazas, hostigamientos y persecuciones”.

Las operaciones en el ejido Grecia se detuvieron después del homicidio del defensor Mariano Abarca, quien fue asesinado el 27 de noviembre de 2009 tras haberse opuesto a la industria extractiva.

Tras el cierre de la mina se originó una disputa legal con la minera canadiense, quien exigió el pago de casi 800 millones de dólares como indemnización. Al mismo tiempo, familiares de Abarca han señalado el involucramiento de empresarios, funcionarios locales y miembros de la embajada canadiense en el asesinato del activista.

Mariano Abarca jugó un papel relevante en la organización contra las operaciones de la minera canadiense en Chicomuselo.

La concesión con título 225159, denominada La Revancha 2 Fracc A, cuyo titular es Tristán Canales Reyna, prestanombres de Blackfire, y cuya superficie se empalma con el ejido Grecia, aún continúa vigente y representa la concesión con mayor cantidad de tierras abarcadas en el municipio con un total de 11,387 hectáreas.

Paramilitares, en contubernio con minera

La población de Chicomuselo señala que desde el año 2017 la empresa canadiense realizó un cambio en el título de concesión para ahora llamarse “Barita de Chiapas” y, con ello, reiniciar la explotación ilegal del mineral en el ejido Santa María.

Para ello, sostuvieron los voceros durante la marcha, “se han valido de la violencia que ejerce por cuenta de esta minera un grupo de la delincuencia organizada denominado MAIZ, que ha recorrido las comunidades con armas largas para amedrentar a la población y advertirles que, si se oponen a la minería, les harán daño y, de paso, han comenzado el cobro de ‘derecho de piso’ al comercio y al transporte en el municipio”.

Las y los habitantes de Chicomuselo enfatizaron su preocupación de que la extracción minera se realice en contubernio con la delincuencia organizada y en un contexto de militarización, “siendo Chicomuselo la sede del 101 Batallón de Infantería del Ejército, lo que hace presumir que para imponer la minería se aplica una estrategia contrainsurgente”.

Como demandas principales, la población de Chicomuselo exigió a los tres niveles de gobierno el “cese de la minería tóxica y los proyectos de muerte, y la clausura de la mina de Santa María y la cancelación de las concesiones mineras de ‘Barita de Chiapas’ y/o BlackFire”.

En octubre del 2022, mediante documento difundido por miembros de Modevite, pobladores de Chicomuselo señalaron la existencia de 12 concesiones vigentes y 2 vencidas en la región.

Mediante una revisión a la base de datos proporcionada por la Secretaría de Economía en 2022, el equipo de Avispa Midia encontró un total de 15 concesiones en Chicomuselo. De estas, cuatro fueron canceladas. Entre las 11 restantes, que aún se encuentran vigentes, abarcan una superficie de 18,857 hectáreas concesionadas a la minería en el municipio de la Sierra Madre de Chiapas.

Sin permiso

En septiembre del año pasado, miembros del Modevite denunciaron el incremento en la violencia contra defensores del territorio y pobladores de Chicomuselo derivado de la presencia de empresas y personas interesadas en reiniciar la explotación minera en localidades como El Naranjo, Nueva Morelia, Santa María, Ricardo Flores Magón, Grecia y Benito Juárez.

En aquel momento, sostuvieron que de nueva cuenta no se ha realizado el procedimiento de consulta previa, ni tampoco los estudios de impacto ambiental. Ante ello, presentaron una denuncia ambiental ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), institución la cual argumenta que no existen condiciones de seguridad para realizar la investigación ante la ola de violencia e inseguridad que se está dando en la región.

“Esta omisión de Profepa y demás autoridades activa el riesgo para nuestras comunidades y para quienes cuidamos y defendemos nuestro territorio (…) Tampoco hemos tenido respuesta efectiva ante esta situación tan delicada que se está dando en el municipio, sabemos que no hay permiso de explotación minera en Chicomuselo y aun así se están realizando sin que las autoridades correspondientes actúen”, señalaron mediante comunicado.

En la denuncia presentada a Profepa, los pobladores argumentan que la extracción minera es ilegal y se está realizando a través de la intimidación, hostigamiento y amenazas. Al mismo tiempo, exigieron a los gobiernos estatal y federal para que emitieran una declaratoria oficial en la que se señale que no existe permiso de reactivación de las concesiones mineras en el municipio de Chicomuselo.

“Como Pueblo Creyente y Modevite hemos agotado los recursos legales y con apego a derecho para detener este proyecto extractivo con las autoridades municipales que no han actuado ante esta problemática que estamos viviendo y se ha dialogado con el fin de que la actual administración cumpla con sus promesas de campaña y proclame al municipio de Chicomuselo libre de minería y solo se ha quedado en un discurso bonito para ganarse aplausos pero sin un compromiso real con las luchas y resistencias del pueblo”, sostuvieron los voceros durante la movilización.