POR JORGE TADEO VARGAS

Al igual que el concepto de economía circular, el de transición justa ha venido apareciendo cada vez más en los medios de comunicación y en el discurso de aquellos que buscan ya sea verdaderas alternativas a la crisis socio-ecológica que vivimos o simplemente para maquillar acciones o proyectos que se mantienen dentro del modelo de producción-consumo, es decir los dos conceptos son usados muchas veces con un propósito ajeno al que fueron creados y desde una idea “green washing” que solo pinta de verde las injusticias sociales que el mismo sistema provoca ya sea por omisión, por complicidad o por culpabilidad directa con sus proyectos de “desarrollo” o lo que ellos entienden por desarrollo.

Sin embargo es muy importante no caer en maniqueísmos e ir recuperando estos conceptos que nacen en y por las propias comunidades en la búsqueda de alternativas que contribuyan a la autonomía y la autodeterminación de los pueblos. Hay que sacarlos de la idea economicista que le dan los gobiernos y los cabilderos de la industria contaminadora y extractiva.

Entonces desde las comunidades ¿de qué hablamos cuando hablamos de transición justa? Primero tenemos que entender que para avanzar hacia esto, tenemos que ir más allá de lo que muchos proponen que es el cambio del modelo y la matriz energética pasando del uso hegemónico de los combustibles fósiles hacia los mal llamados renovables y/o limpios. Es importante pero no lo único que tenemos que modificar. La crisis socio-ecológica no solo tiene que ver con cómo producimos, distribuimos y consumimos la energía, esto es solo una parte de lo que tenemos que modificar.

Desde el Norte Global, sus comunidades y sus ONGs transnacionales si se puede hablar de “descarbonizar nuestra energía” como la mejor alternativa a la crisis climática y/o socio-ecológica, en el Sur, donde están la mayoría de las zonas de sacrificio del mundo, de donde se extrae casi la totalidad de la materia prima de la naturaleza para mantener este modelo injusto funcionando, con los inmensos costos pagados por la naturaleza y las comunidades más vulneradas, es difícil quedarse solo con el tema energético.

Tenemos que pensar que ante el inminente colapso que ya estamos viviendo no podemos pensar que todo se resolverá cambiando el modelo y la matriz energética, esto es mucho más complejo que solo eso. Además de que la propuesta que se viene dando desde la academia, los gobiernos, la iniciativa privada no es ni justa, ni mucho menos viable. Es solo un placebo mucho más peligroso que la enfermedad.

Lo segundo a tener en cuenta son todos los síntomas que estamos viviendo como sociedad postindustrial capitalista: la crisis climática, hídrica causadas por la devastación ambiental de ecosistemas que nos recuerdan que toda esta ligada, que el efecto mariposa existe, son muy claros de que nos encontramos en un punto de quiebre donde necesitamos cambiar radicalmente el paradigma actual por uno completamente distinto basado en un profundo enfoque ecosistémico y de apoyo mutuo. No se puede hablar de transición justa sin estos factores, los cuales no están presentes en ningún plan oficial por parte de los gobiernos, ni a nivel nacional, ni a internacional.

La transición para que sea justa debe de basarse en dos aspectos fundamentales: el proceso y los resultados. El primero tiene que ser colectivo, horizontal, incluyente, ecosistémico y asambleario, para así garantizar que los resultados tanto los beneficios como los costos se repartan equitativamente, que no causan un impacto mayor en la naturaleza y que estos se mantengan en una lógica desde lo local hacia lo global, además de que deben de tener una perspectiva hacia el futuro.

Los planes deben ir más allá de una transición energética, contemplando una transición alimentaria, laboral basándose siempre, como regla estricta en las necesidades de las comunidades y los ecosistemas por sobre las ganancias. No se puede poner primero el tema económico y después la salud ambiental y humana. Esto es parte de lo que nos ha llevado a este colapso civilizatorio.

Dentro de la crisis que vivimos que ya la tenemos encima en todos los ámbitos, desde lo social, lo económico y por supuesto en lo ecológico que es la raíz de toda la devastación ambiental. Quedarnos con un solo factor es peligroso para el cambio de modelo que necesitamos y el cual no está siendo promovido a nivel gobierno. Las comunidades en todo el mundo están pidiendo una transición justa ante los oídos sordos de quienes en un primer momento deben ser quienes tienen esa responsabilidad. Al final seremos nosotras quienes la tenemos por nuestro propio bien común.

En México el discurso gubernamental no pasa ni siquiera por el de transición energética, al contrario, este desaparece por una arcaica y obsoleta idea de la soberanía, la cual dentro del libre mercado es absurdo. El gobierno actual ha decidió obviar la crisis socio-ecológica y tratar de mantener un modelo que está agotado.

Hablar de transición justa es necesario y urgente a la par que debe tener en cuenta factores socio-ecológicos más que económicos; este cambio de paradigma se está dando lo queramos o no y es necesario que sea justa y equitativa, de lo contrario es un cambio de sistema que seguirá beneficiando a los mismos de siempre.

Desde la rebelión contra Elisyum

Noviembre 2024

Jorge Tadeo Vargas: sobreviviente de Ankh-Morpork, activista, escritor, traductor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena.

Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.

A veces viaja a Mundodisco

Foto: https://climatepromise.undp.org/