Klimaforum, cooptación. Foto: Wikipedia.

#DiasdelFuturoPasado 83

Por Jorge Tadeo Vargas

Cuando se cumplieron quince años de las reuniones o las Conferencias de las Partes de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, mejor conocidas como COPs que se celebró en la ciudad de Copenhague, Dinamarca. Fue justo cuando se dio la presentación oficial del Movimiento Global para la Justicia Climática. Por primera vez en una reunión de este tipo se dieron cita miles de activistas pertenecientes a distintas organizaciones de todo el mundo que tomaron las calles de la ciudad con consignas como “Cambiemos el Sistema, no el Clima” o “No es el clima, es el sistema” que los han acompañado hasta el día de hoy.

A la par que se daban las reuniones oficiales, con un fuerte cabildeo por parte de corporaciones transnacionales y de las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs) como el Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional, entre otros que abrieron una nueva veta de oportunidades. Con una Organización Mundial de Comercio en franca crisis, este era/es otro espacio donde mantener vivo el sistema de clases con la descarada promoción de los Mercados de Carbono como lo fue en ese momento los Mecanismos de Desarrollo Limpio. Fue justo en esta reunión en la que se fijó el precio de las emisiones, los contratos entre Norte y Sur Global con los resultados que tenemos a la fecha.

En las calles de Copenhague, a temperaturas menos cero centígrados, se llevaba a cabo la “Cumbre de los Pueblos” donde distintas organizaciones y movimientos globales con muchos años en las luchas por la justicia socio-ambiental se sentaron a discutir y debatir que es lo que desde la sociedad civil queríamos con respecto a la crisis climática que se avecinaba, según muchos, según otros, ya estaba muy presente en el día a día.

Junto a la Vía Campesina, Greenpeace, Amigos de la Tierra, Jubileo Sur y muchos otros movimientos u organizaciones globales surgieron nuevos que tenían como objetivo principal la justicia climática, 350, Rising Tide, este último convocando fuertemente a anarquistas en todo el mundo, estuvieron dentro de las discusiones que se dieron dando dentro de este espacio que fue conocido como el “Klimaforum”, el espacio de la sociedad civil, donde para muchos nos pareció que el espíritu del Seattle del ‘99 mostraba un poco su cara. Que equivocados estábamos.

La discusión que se dio en el Klimaforum fue muy similar a la que se dio en la conferencia oficial y era ver cuales medidas convenían más (claro para la sociedad civil el objetivo era la reducción del impacto negativo de la crisis, para los gobiernos y los cabilderos, era cual dejaba más dinero) si eran medidas de mitigación (es decir reducción de emisiones que tiene un impacto global más que local) o medidas de adaptación (que solo pueden ser locales, principalmente comunitarias)

Había organizaciones y activistas que pensaban que las primeras eran las más importantes, otras que adaptarnos era la única vía de supervivencia. Al final la falsa esperanza le gano al optimismo realista y las falsas soluciones se hicieron realidad.

Nos tocaba de nuevo nadar contra la corriente. La COP15 había sido un éxito. Los Mercados de Carbono se posicionaron como lo que son actualmente, dejando al planeta a merced de las corporaciones transnacionales, las IFIs y los gobiernos cómplices. El colapso iniciaba sin mucha resistencia. Al menos en ese momento. El espíritu de Seattle del ‘99, de Génova del 2000 se quedaba en una ilusión.

Después vino Cancún, su intento de Fondo Climático (promovido por Felipe Calderón que en ese momento era el presidente de México) que a la fecha no ha conseguido hacer mella en los gobiernos, siendo un intento más de paliativo contra la crisis climática que una acción real.

Aquí también inicio la cooptación del Movimiento Global por la Justicia Climático por parte de las ONGs transnacionales muy cercanas a los gobiernos progresistas y/o de izquierda, con lo que la crítica hacia el modelo extractiva pasó por el filtro del supuesto “derecho al desarrollo” que enarbolaron estos gobiernos a principios del siglo XXI.

En México, este fue un momento de rompimiento entre muchas organizaciones socio-ambientales, dejando muy clara la enorme diferencia que existe entre el hacer y el decir de muchos activistas, principalmente de aquellos que trabajan de ocho a cinco en ONGs transnacionales o cercanas a ellas. Aún recuerdo una de las pocas reuniones que asistí para ir preparando el “Espacio Climático”, fui como parte de Rising Tide donde hacíamos un intento por radicalizar un poco el espacio.

En dicha reunión una conocida activista, ambientalista del Ex-DF hizo un checklist para confirmar que todas las minorías (indígenas, mujeres, afro descendientes…) estuvieran representadas para comenzar así la reunión, obviamente esta activista y sus amigos llevaban la dirección. Era su reunión.

El rompimiento era tal que en Cancún, en la COP16 hubo tres espacios de la sociedad civil, incapaces de trabajar juntos, pero eso no era lo peor, sino el ataque sistemático entre ellos que dejaba ver que al interior de los movimientos socio-ambientales en México era imposible llegar acuerdos. Esto sin contar que al menos dos de los espacios/campamentos estaban muy alejados físicamente de donde se llevó a cabo la Conferencia de las Partes. Rising Tide y el movimiento anarquista fueron quienes lograron un mejor posicionamiento en los medios. Aspirar a mas en las condiciones en las que se trabajó, era impensable.

En la COP16 las IFIs y las corporaciones transnacionales fueron las victorias, el Mercado de Carbono tomó mayor fuerza con nuevos mecanismos (REDD, MDL…) El incipiente Movimiento Global para la Justicia Climática recibía su primer golpe y comenzaba a desdibujarse como un espacio de las comunidades, para fortalecer a las ONGs, principalmente a las transnacionales.

Pero este texto no lo escribo para hablar de algo de lo que se ha escrito mucho y es un tema conocido por los interesados. Esta debacle es parte de una crisis en las ONGs, principalmente en aquellas que por muchos años fueron cercanos a los gobiernos progresistas, de izquierda y que han visto mermado su financiamiento. Este texto es para vislumbrar un poco cómo desde la propia sociedad civil organizada el discurso sobre las medidas de mitigación o de adaptación ha estancado las últimas once COPs, desde Copenhague hasta Glasgow, Escocia.

Las discusiones son muy similares en las conferencias oficiales como en las cumbres de los pueblos, con resultados parecidos. Claro, los motivos son distintos, pero las medidas de reducción siguen siendo las prioritarias, obviando que cualquier medida de adaptación es por sí misma una forma de reducción de emisiones.

Hace un par de años previos a la pandémica COVID-19, el Movimiento Global por la Justicia Climática tuvo un repunte, principalmente de la mano de Greta Thunberg, los Friday for Future y el movimiento Extintion/Rebellion que al menos en Inglaterra tenía sus raíces en Rising Tide por lo tanto su horizontalidad y forma de trabajo era mucho más anarquista que en el resto del mundo donde ha sido muy representado por activistas blancos, privilegiados. Sin embargo, de nuevo esta idea de que la reducción de emisiones es más importante que la adaptación a las nuevas condiciones climáticas del mundo fue la que prevaleció, con muy poca acción horizontal por parte de sus líderes, los nuevos movimientos van quedando solo como una anécdota dentro de las resistencias por la justicia socio-ambiental.

En el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climática de las Naciones Unidas (IPCC por sus siglas en inglés) finalmente reconoce (aunque no con esas palabras) de la necesidad de apostar por las medidas de adaptación en un escenario donde ya no queda más por hacer, sino esperar que las pérdidas (desde muertos hasta desplazados climáticos) sean en un mínimo.

Este informe solo comprueba lo que muchos venimos diciendo desde hace al menos once años, tal vez más. La adaptación es esencial para la supervivencia y eso implica un mayor empoderamiento comunitario, una vuelta atrás al modelo de producción-consumo extractivo, privatizador y globalizado.

Resulta curioso como en estos momentos cuando el Movimiento Global para la Justicia Climática se ha convertido en un espacio blanco, con una fuerte influencia de grupos que ostentan el poder económico, cada vez con menor influencia real sobre las comunidades, es cuando surgen intelectuales e investigadores que hablan del colapso civilizatorio como si este fuera de unos años a la fecha, y no como una problemática en la cual desde hace décadas muchos otros investigadores e intelectuales, principalmente desde el anarquismo venimos hablando.

Resulta curioso que justo ahora el IPCC venga a confirmar lo que muchos tenemos años diciendo y ahora ya se hable de colapso climático, que los gobiernos retomen los pactos verdes, que hablen de transición justa y una serie de conceptos, los cuales vale la pena revaluar desde abajo para darles su significado real y no el que el sistema quiere en su mutación neo-feudal.

También es necesario evaluar si las COPs son el espacio donde se puede incidir en algo o solo sirven para el cabildeo de las corporaciones transnacionales, las IFIs y algunos gobiernos.

El Movimiento Global de Justicia Climática necesita evaluar sus objetivos o de lo contrario su mayor incidencia como movimiento será sobrevivir la nueva mutación del capitalismo y ver desde el palco designado por sus amos como el planeta y las zonas de sacrificio agonizan en una supervivencia hacia la extinción.

Desde Klatch City, muy lejos de Elisyum

Marzo 2022

*Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de X.