Por: Isabel Dorado Auz*
En una de mis colaboraciones del año 2012 denunciaba una serie de acciones que tomaron “los químicos” para asegurar su permanencia en el poder político de la Universidad de Sonora, hoy puedo decirles que se han vuelto un poco más sofisticados, pero se están llevando entre las patas las aspiraciones de cientos de profesores de horas sueltas que aspiran a obtener una plaza de tiempo completo.
Denunciaba en aquel entonces que me tocó padecer una serie de arbitrariedades: nombraron ilegalmente como presidenta del Jurado a la Presidenta de la Junta Universitaria, en uno de los concursos de oposición en los que participé para obtener una plaza de técnico académico, destituyeron por completo a un Jurado dado que presumían que académicos muy honorables no se sujetarían a los caprichos de Rectoría, también obligaron al Director académico de la Universidad para que exigiera derecho de antigüedad en una materia que se sometió a Concurso de Evaluación Curricular y que, para desgracia de ellos, me tocó ganar, negándome de esa forma el derecho de prórroga que establecía el Contrato Colectivo de Trabajo. Desgraciadamente, no fui el único maestro incómodo y la Universidad perdió a elementos muy valiosos que eran ejemplos de entrega y dedicación: la Doctora Alma Rosa Bustamante, en el caso de Medicina; el Doctor Felipe Castillón, en Polímeros y Materiales; y Alfonso Torúa Cienfuegos del área de historia; entre otros más. De todos ellos, creo que el único que ha regresado a laborar en la Universidad soy yo, pero tuve que hacer una maestría en Matemática Educativa para que pudiera contratarme el departamento de Matemáticas ya que sigo vetado para impartir clases en el Departamento de Químico Biológicas donde laboré por cinco años y medio desde 1998 hasta el 2003, antigüedad que por cierto no me reconoce la autoridad universitaria a pesar de que si es reconocida por el ISSSTESON.
Pero les decía que se han vuelto más sofisticados. Encontraron la forma de controlar a la dirección sindical y le impusieron al Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora (Unison) una modificación unilateral al Estatuto de Personal Académico (EPA), misma que fue cuestionada en su momento pero que en los hechos se ha venido implementando, violando así el Contrato Colectivo de Trabajo que especifica que cualquier modificación debe ser producto del acuerdo de ambas partes, el sindicato y la Universidad. En la presente revisión, ni siquiera se menciona esta violación en el Pliego de Violaciones al Contrato Colectivo de Trabajo.
Las modificaciones al EPA han favorecido la entrada de jóvenes doctores con plaza de tiempo completo, algunos de ellos sin experiencia docente, por encima del derecho de cientos de profesores que solo cuentan con el grado de maestría. Hasta hace poco, todavía era posible que cuando se convocaba a un examen por oposición para ocupar una plaza de profesor investigador de tiempo completo para el nivel de Asociado se permitiera la participación de profesores con grado de maestría, dado que todas las categorías para el nivel de Asociado exigen como requisito mínimo ese grado de estudios. Con las nuevas convocatorias que se darán a conocer próximamente en el departamento de Matemáticas la gran mayoría excluyen a los profesores que tienen el grado de maestría, no otorgando la oportunidad a ese amplio sector académico de que logre su estabilidad laboral en un concurso en el que deba demostrar que está mas apto para el puesto que los que tienen un grado superior, ya que muchos de ellos tienen 10, 15 o más de 20 años de experiencia docente y, por ende, podrían ser mejores que los jóvenes inexpertos que acaban de culminar un programa de doctorado.
Hubo también un tiempo en que se le ofrecía al profesor universitario una beca plaza para garantizar la indeterminación como profesor de tiempo completo siempre y cuando aprovechara esa beca y obtuviera el grado de Doctor. En los últimos años, justo cuando empieza a tambalearse el grupo que conduce a la Unison, se cargó la balanza a los nóveles doctores y hay un desprecio hacia aquellos docentes que le han dado prestigio a nuestra Alma Mater, maestros que llevan años, repito, impartiendo clases y que hoy son discriminados por no contar con un papelito que los acredite como doctores en sus disciplinas. Se impone pues, el criterio neoliberal de que el papelito vale más que la capacidad que puedan mostrar los académicos en un examen de oposición donde, además, el grado de doctor, les otorgaría una ventaja en puntaje, pero tendrían que demostrar que son mejores en otros aspectos a los docentes que solo cuentan con el grado de maestría.
Todavía hay tiempo para corregir la falla y no darle vuelo al rumor de que existe el temor de que un docente con maestría pueda mostrar mas aptitud que los recomendados a quienes parece están teledirigidas las convocatorias.
*Miembro de Amigos y Amigas del Parque Madero, Ciudadanía Activa y es maestro universitario.
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