Por: Daniel Villaman
Filiberto Varela, fundador del colectivo Más Acciones MX, habla sobre los retos del activismo en medio de la ola de violencia que azota Sinaloa.
En medio de una ola de violencia, la cohesión y solidaridad para la realización de actos de interés social resaltan como una esperanza, así describe Filiberto Varela, activista medioambiental y fundador del colectivo Más Acciones MX, la labor del activismo sinaloense en tiempos de narcoguerra en el estado.
“No nos podemos arriesgar a ir a una comunidad que ahorita tiene registros de balacera, o registros de violencia. Aunque me duela, aunque tenga muchísimas bolsas de ropa y comida, no puedo ir. No puedo poner en ese riesgo a las personas que son parte de mi equipo“
La ola de violencia que se ha extendido sobre Sinaloa desde el 9 de septiembre ha paralizado la vida pública de los ciudadanos del estado desde todas sus dimensiones, como lo son lo económico, laboral y hasta educativo. Las organizaciones civiles que realizan actos de interés social y sin ánimo de lucro no están exentas de la irrupción generada por la crisis de seguridad.
Más Acciones MX es un colectivo sinaloense compuesto principalmente por jóvenes que realizan actos solidarios en Culiacán, comunidades aledañas y cuarterías de los campos agrícolas. Algunos ejemplos de estos actos son el llevar alimento a hospitales, entregar despensas, colectas para tratamientos de personas enfermas de bajos recursos, acopio de ropa, entre otros.
Sin embargo, desde el inicio de la jornada violenta, en la que a la fecha se han superado los 421 asesinatos y 433 desapariciones de personas en todo el estado, la realización de estos y otros actos civiles se ha visto impedida ante la percepción de inseguridad que impera entre la población.
Entre las complejidades para el activismo originadas por la crisis, está que la situación económica y laboral de muchas personas se ha visto afectada, dificultando aún más el recabar recursos para efectuar cualquier actividad de esta índole.
Filiberto, quien fundó y coordina al grupo desde hace dos años, habla sobre los efectos que la violencia ha venido a representar en sus actividades.
“La economía de las personas no están al 100 en estos momentos, y las actividades se financian completamente por el apoyo voluntario de la gente. ¿Con qué cara les puedes pedir apoyo cuando ellos también están lastimados?“
Además de la cuestión económica, el miedo de ser objeto de la inseguridad es otro principal impedimento para la coordinación y realización de los actos caritativos. La ola de violencia dificulta traslados, por ejemplo, a comunidades rezagadas de la periferia.
“No nos daba miedo desplazarnos, comunicar que había problemas para ir y ayudar. Todo cambió, definitivamente todo cambió”
Y mientras la complejidad para ayudar aumenta, las solicitudes de apoyo se multiplican, afirma Varela.
ALTRUISMO ES UN RAYO DE ESPERANZA A LA COMUNIDAD
De acuerdo con el activista, los actos altruistas que reúnen el apoyo de la sociedad civil son un rayo de esperanza para la comunidad, de ahí la importancia que los diferentes colectivos encuentran en encontrar formas para seguir llevando apoyo.
Resalta la importancia de seguir formando “espacios de paz“, en el sentido de grupos de colaboración ciudadana para apoyar causas civiles, dentro de la búsqueda de soluciones para formar una sociedad sana.
Publicado originalmente en Revista Espejo