POR JORGE TADEO VARGAS
Días de revuelta, días de combate
Hace unas semanas circuló la noticia de que en Suiza saldrán a votar una serie de iniciativas en referéndum, que podrían convertirse en políticas públicas en aquel país. Entre lo que se votarán está una que se presenta como histórica por las implicaciones que tiene tanto en la defensa del territorio como patrimonio biocultural de los pueblos, como de la naturaleza.
Dicha enmienda que saldría de esta votación y que se añadiría a la Carta Magna Helvética, dice entre otros puntos que, “las actividades económicas, no pueden utilizar recursos, ni emitir contaminantes por encima de las bases naturales en que la vida se puede preservar”. También obliga al gobierno suizo a que en un plazo de diez años el impacto medioambiental del consumo no supere los límites planetarios, lo que básicamente quiere decir que no solo se tiene que poner en acción programas que regulen la actividad económica con miras al futuro, sino que también se piense en el pasado con el propósito de corregir aquello que ha tenido un fuerte impacto en la naturaleza, recuperando los límites naturales de los ecosistemas. No se plantean –como lo hace el gobierno mexicano- planes de remediación y/o restauración sin contar con una visión distinta al momento de poner en marcha planes económicos.
Básicamente el objetivo de esta iniciativa es reducir en diez años el impacto de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero en un noventa por ciento a la par de la recuperación del setenta y cinco por ciento de la biodiversidad, con un decreto de protección en su totalidad.
Vale la pena aclarar que a pesar de lo interesante de la propuesta esta se llevará a plebiscito pues tanto en la cámara baja, como en la alta se ha votado en contra, es decir, que los políticos en Suiza actúan igual que en todo el mundo privilegiando al sistema antes que a las comunidades humanas y la naturaleza, sin embargo de aprobarse en referéndum, vía plebiscito al gobierno no le queda más opción que llevar a cabo las reformas necesarias para cumplir con los objetivos de esta iniciativa que será elevada a nivel constitucional.
Esta iniciativa es valiosa pues, de darse Suiza será el primer país que tiene una política económica cercana al decrecimiento, con lo que podemos asumir que esto podría –o debería influir- para que otros países se sumaran en un franco reconocimiento del colapso socio-ecológico que estamos viviendo, producto de políticas económicas que apuestan por el crecimiento económico sin límites sin reconocer los límites planetarios, ecosistémicos.
En México no estamos ni cerca de reconocer los daños socio-ecológicos que el sistema capitalista y su modelo de producción-consumo han hecho en los ecosistemas locales, con una repercusión en la naturaleza de forma global. Todo lo contrario, se sigue priorizando la ganancia económica por sobre comunidades vulneradas, con lo que la pérdida de territorio y de ecosistemas sigue dándose a paso acelerado. Vale la pena mencionarlo pues el discurso actual del gobierno federal es por lo menos esquizofrénico, pues mientras que a las comunidades les presentan planes de remediación y/o restauración en Davos hace unas semanas la secretaria de SEMARNAT presentó una serie de acciones que incluyen políticas hidráulicas, incluso habló de “combustibles fósiles limpios”. Claramente estamos muy lejos de un gobierno que piense en un decrecimiento como acción de recuperación de ecosistemas y el patrimonio biocultural perdido en sexenios anteriores, es decir, que las prácticas capitalistas son el eje rector de las políticas y acciones de este gobierno.
Entendemos que Suiza, es país del Norte Global, tiene un historial de consumo importante, y que por décadas se han aprovechado del Sur para su crecimiento económico. Pero esta acción es lo menos que se puede hacer como parte de una restauración global de la naturaleza; es lo mínimo, podríamos pensar, desde el cinismo propio del sistema. Pero va más allá que eso, es reconocer que el capitalismo tardío nos está llevando al colapso, por lo que el decrecimiento –aunque este parta de una idea capitalista- se antoja como una mejor opción que lo que tenemos enfrente.
Ahora la broma de las redes sociales sobre “si viviéramos en Suiza no perderíamos esto” cobra un sentido de tristeza, pues su viviéramos en aquel país estaríamos viviendo un momento histórico donde las propias comunidades tiene el poder de votar por elevar a grado constitucional la protección de la naturaleza y el patrimonio biocultural.
Febrero 2025
Desde la frontera con Elisyum
Jorge Tadeo Vargas, sobreviviente de Ankh-Morpork, anarquista, escritor, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena
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