“Estamos atascados en callejón sin salida montados en un 4×4 con el depósito vacío”

End of Suburbia, 2004

#DiasdelFuturoPasado Vol. 65

Jorge Tadeo Vargas

En el 2004, Gregory Greene se dio a la tarea de entrevistar a especialistas, investigadores, activistas que hablaran sobre la crisis del petróleo que arrojaría como consecuencia natural un colapso en la civilización actual y su forma de producción-consumo. Esto dio como resultado el documental End of Suburbia, donde de forma muy clara presentan que estamos ante el fin de una era donde el uso del petróleo controló cada una de nuestras actividades, donde el capitalismo como forma de gobierno se apoderó de nuestras vidas, básicamente usando a esta “materia prima” como la fuente de dominación y control absoluta. Antes de la emergencia climática actual, las últimas guerras fueron por petróleo, toda la geopolítica se fue definiendo con base a este combustible fósil.

La bonanza que se fue dando desde la década de los 20’s que trajo consigo la democratización del automóvil, la invención del plástico, el crecimiento de las ciudades también fue creando el espejismo de que el sueño americano era la felicidad absoluta, dando como resultado una relación desigual entre las comunidades. Las zonas de sacrificio, es decir, las regiones industriales donde se produce todo lo que consumimos con serios impactos en la salud ambiental y humana de las comunidades donde se realizan estas actividades. Los combustibles fósiles, son lo que sostiene -al menos hasta hoy que están buscando alternativas para continuar con su hegemonía- al sistema de clases actual. Su fin, al cual esta más cerca de lo que esperamos presagia un colapso civilizatorio sin precedentes, el cual ya se prepara para llevarnos a un sistema neofeudal, maquillado de verde, pero mucho más agresivo con las poblaciones vulneradas y la naturaleza que lo que tenemos actualmente. El fin de Suburbia, tomando como referente este documental, se presenta como un retroceso dentro de la crisis socio-ecológica actual.

Greene entrevista a varios investigadores que hablan del fin del petróleo barato como el primer paso hacia el colapso, esto ya lo estamos viviendo desde hace al menos cinco años, presentando además la Curva de Hubbert como el argumento más sólido al respecto. En este momento a 17 años de este documental, cada una de las predicciones de los investigadores se han venido cumpliendo, incluido el uso de petróleo no convencional, conocido de forma coloquial como fracking o fractura hidráulica. Estamos bajando del cenit del petróleo, la curva es muy clara en esto, y aunque tenemos investigadores como Teruel que nos dice que no hay mucho por hacer, la situación se complica aún más cuando el discurso progresista por un lado nos dice que debemos apostar por las mal llamadas energías limpias y/o renovables y por el otro a los firmantes de la carta del tratado de energía con un discurso de que los combustibles fósiles en este momento se deben de considerar como energéticos de transición. Tanto los unos como los otros nos dicen verdades a medias. Ni las energías mal llamadas limpias nos van a salvar del colapso, ni los combustibles fósiles en este sistema de clases son de transición, menos si lo pensamos en que sea una justa.

Debemos tener en cuenta dos cosas cuando se plantea el uso de las energías mal llamadas limpias como la solución, primero a la crisis climática que es el principal argumento que arguyen los activistas climáticos y segundo el cabildeo que hacen las corporaciones transnacionales para fomentar los pactos verdes. Esto se plantea cambiando la matriz energética, es decir la forma de producir energía, pero no el modelo, aún se mantiene la idea de megaproyectos que privatizan territorios y la naturaleza. Es decir, se sigue pensando que SOLO la producción de energía la que genera los costos socio-ecológicos y que los combustibles fósiles SOLO se usan con ese objetivo. Primera falacia. Tan solo en la distribución de productos entre países y continentes, es decir el uso de camiones, aviones, barcos, este genera la misma cantidad de Gases de Efecto Invernadero que la producción de energía, de igual forma, se usa más combustibles fósiles para la distribución que en la producción de energía. Desde esa lógica, no se puede pensar que con modificar la matriz energética todo se solucionara. No estamos ni cerca de lograrlo.

Cuando se promueven las energías mal llamadas limpias o verdes, se hace desde el mismo modelo que tiene décadas promoviendo los combustibles fósiles, por lo tanto sus argumentos son la reducción de emisiones causantes de la crisis climática como el único fin, sin contabilizar todos los costos socio-ecológicos que se generan al mantener el modelo de megaproyectos pintados de verde. Es imposible minimizar los impactos del colapso si seguimos pensando con la misma lógica que nos inserta el sistema de clases. Zonas de sacrificio, privatización de territorios, comunidades enfermas, es decir se mantienen las formas, solo cambia el combustible, además de fomentar un nuevo colonialismo, ahora maquillado de verde.

Por otro lado, este tipo de energías, si se mantienen dentro del modelo de producción-consumo actual, tienen una arista de racismo ambiental muy fuerte. El costo de instalación, mantenimiento, etc., etc. es tan alto que las zonas de sacrificio deben de buscar otras formas de producir energías. En México, por todos los cambios legislativos que se vienen dando desde la llegada de la 4T al poder, es claro que el uso de residuos para la producción de energía, algo que es altamente dañino pero que se considera energías verdes, será la forma de producción, con lo que los daños a la salud ambiental y humana aumentarán, claro, esto se dará en zonas pobres, marginadas, vulneradas, un claro ejemplo de racismo e injusticia socio-ecológica que ya estamos viviendo.

Ahora, pensar en los combustibles fósiles como de transición, es no entender de que cuando se pide una transición justa. Se puede hablar de usarlos hasta que sea insostenible, que la Curva Hubbert llegue a su punto máximo y los no convencionales sean tan caros que sean impagables. Estamos muy cerca de eso y muchos países no están en condiciones de hacerlo, por lo que entrarle a usarlo hasta el tope es entender que no se puede seguir invirtiendo en ellos, ni comprando fierros viejos de refinerías antiguas, ni construyendo nuevas, no es costeable a mediano plazo, mucho menos a largo; a corto nos dejan un daño en la naturaleza irreparable. Por esta simple razón no es viable mantener el petróleo como la piedra angular del modelo de producción-consumo y el sistema de clases.

Si pensamos en darle la vuelta al modelo, continuar usando el petróleo es irreal. El camino hacia proyectos comunitarios no es compatible con los combustibles fósiles, esto solo pueden usarse desde la lógica de mercado. Ningún proyecto comunitario se sostiene si quiere o piensa en usar petróleo para su caminar.

Las alternativas no pueden venir envueltas en maquillajes sin un cambio de raíz, pues se convierten en soluciones de final de tubería que solo sirven para fortalecer lo que ya se tiene, si el colapso es inminente, la búsqueda de soluciones debe de ser imaginadas, construidas, puestas en marcha en lo pequeño, las comunidades, los barrios, no desde arriba. Ni los gobiernos, mucho menos las corporaciones están preocupadas por naturaleza o por terminar con las zonas de sacrificio, al contrario se basan justo en mantenerlas, controlarlas, para ir creando su neo-feudalismo, es por eso por lo que necesitamos que estas se den desde bajo, que sean incluyentes, participativas, horizontales y lo más importante, desde un enfoque ecosistémico y comunitario.

Desde la rebelión contra el Elisyum

En el infierno/desierto junio 2021.

Jorge Tadeo Vargas. escritor, ensayista, activista, anarquista, panadero casero.