El mensaje es claro: En Hermosillo, al igual que antes, los empresarios ─al menos los empresarios cuates o socios comerciales─ pueden hacer lo que quieran y no pasará nada. Pueden talar árboles, incendiar miles de llantas en sus campos agrícolas, darle plusvalía a sus negocios privados con recursos públicos y todo lo que el dinero pueda comprar. Para todo lo demás, existen las alianzas políticas.
Es que no hace mucho, la empresa que administra el Hotel Holiday Inn en Hermosillo, taló ─del espacio público─ siete palo verdes azules para darle otra vista arquitectónica a su restaurante La Tinto, muy visitada por empresarios y políticos con alto poder de compra y de consumo, en especial por las tardes noches, cuando la cantina de los ricos de la capital renace y reverdece.
Cuando mocharon los árboles, lo hicieron con la autorización y apoyo del gobierno municipal, al que solicitaron permiso para botar la flora nativa y plantar palmeras, de esas que por su tamaño y especialización para ser plantadas, significan un buen negocio del que alguien obtuvo atractivas utilidades, pues esas palmas son caras, muy caras y más si se facturan a algún Gobierno Municipal, por así decir.
En su momento y en voz de su director de Servicios Públicos, Norberto Barraza Almazán, la administración municipal se rasgó las vestiduras gritando a los cuatro vientos que el permiso para la tala y sustitución le había sido negado a la empresa hotelera y que no sólo eso, además serían sancionados con la desorbitante multa de siete mil pesos y la obligación de plantar 30 árboles nativos, por cada palo verde derribado, en distintos puntos de la ciudad. No existe evidencia de que la empresa haya hecho ni de lo uno ni de lo otro.
De lo que sí hay evidencia, es que cuatro meses después aparecieron palmeras donde había palos verdes, pese a que la autoridad negó, según su dicho, el permiso para que la cosa fuera legal.
¿Qué fue lo que pasó? una de tres: o los del Holiday Inn son muy huevudos, la autoridad incompetente o una mezcla ambos, que dan un perfecto caldo de cultivo para actividades muy parecidas a la corrupción, ese que a diario se dice en conferencias mañaneras que es el principal problema del país.
El tema del Holiday Inn nos ayudó a varias organizaciones ambientalistas a visibilizar un problema muy común de la capital sonorense, que cada día se agrava, que puede tener pésimas consecuencias ambientales y que en verdad a muy pocos parece importarles: la tala cotidiana de árboles con todo tipo de propósitos, dentro de los que destacan los económicos, en los que prevalecen los ligados al comercio y la industria de la construcción.
Y es que lo mismo se talan árboles centenarios que le estorbaron al arquitecto que diseñó la nueva distribuidora Nissan, esa muy cerca al estadio Héctor Espino, que se derriban y trasplantan sin éxito alguno, una veintena de mezquites para hacerle un retorno a un centro comercial ubicado al costado Norte del mercado Madero. O igual se pueden talar las ceibas de más de 50 años, para que no tapen las fachadas de algunas farmacias, restaurantes de mariscos, bares y hasta casas habitación que barren con todo tipo de plantas, nativas e importadas.
Comparado con las decenas o centenas de árboles que se han talado desde el 15 de septiembre a la fecha, los siete palos verdes que derribó el Holiday Inn parecería nada o más bien una necedad de quienes nos multi-indignamos por el hecho. Así es, lo importante ya no es el hecho, sino la burla de haberse salido con la suya y que la autoridad se haga el Tío Lolo y voltee para otro lado y que pretenda que los demás lo hagamos.
Ese otro lado no es más que una mala edición del Parque Metropolitano, inaugurado a las carreras por la pasada administración, el último día de su gestión. Dónde, por cierto, la arquitecta Angelina Muñoz inauguró una obra donde, para plantar amapas ─su árbol favorito─ debieron ser “removidos” cientos de organismos de flora nativa.
Mal y tarde, éste jueves 14 de febrero será inaugurado el mismo Parque Metropolitano con otro nombre, mismo que ya fue inaugurado hace exactamente cinco meses, por la administración qué, según ha dicho la presidenta municipal sin mostrar prueba alguna, dejó en la ruina las arcas municipales. El día de los Humedales (Ramsar) fue el 2 de febrero, pero alguien lo confundió con el de la Candelaria y el evento fue reprogramado al menos en dos ocasiones. Y es que se supone que el parque del malorismo, será un humedal, tipo Ramsar.
El agua que produce la carísima planta tratadora de aguas negras, aves migratorias, nuevas especies de fauna, amapas (¿no se habrán secado?, por cierto), asadores y otros atractivos serán de nuevo mostrados al público precisamente en ese lugar muy cerca del estadio de béisbol Sonora, donde se le siguen inyectando recursos públicos para darle plusvalía a un lugar que algún día tratará de ser vendido como hoy se pretende con el Héctor Espino y La Sauceda y dónde alguna vez se le inyectó valor excedente desde las tesorerías gubernamentales, contados por miles de millones de pesos.
Por cierto, ¿va o no a investigar la alcaldesa Célida López el presunto negocio de la planta tratadora de aguas negras?
Por: Luis Enrique Ortiz, administrador de Red Ambiental Hermosillo,
Presidente Estatal de Unidad de la Fuerza Indígena y Campesina UFIC SONORA
Publicado originalmente en: https://www.facebook.com/luisenrique.ortiz1/posts/10217448970154438