Extraído del Border Hub. Por Melva Frutos.
A Rodolfo Flores el periodismo lo encontró en una barda. Le dio la alternativa para escapar de un terreno ciclado de violencia y la posibilidad para visibilizar la crisis social que impera en Chiapas y que ha visto cara a cara.
A unos días de concluir la universidad no sabía a dónde dirigirse. Un amigo diseñador lo invitó a pintar la barda de su negocio. No tenía más trabajo que ofrecerle. Ese muro se convirtió en la puerta a la carrera de periodismo, por medio del cual ahora cuenta cómo la falta de oportunidades en los jóvenes los ha arrastrado a la violencia.
“Lo más desagradable es que de repente me ha tocado ver, o ver en una fotografía, a un amigo, compañero de infancia, ahorcado, por ejemplo. Decir ‘caray, se siente feo aquí en el corazón’ y decir ‘ése pude haber sido yo’.
“Pero por algo no pasó, por algo estudié, por algo tomé la oportunidad, por algo llegué ese día a pintar la barda, por algo me metí a esa escuela”, recuerda.
El reportaje sobre los niños indígenas reclutados por bandas criminales
El 14 de marzo publicó el reportaje “San Cristóbal: El crimen recluta niños indígenas”, que fue merecedor de la segunda mención honorífica en el Premio del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Sur.
En el artículo publicado en el Border Hub, Rodolfo Flores contó que, según un informe de noviembre de 2021 de la Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias (REDIAS), en Chiapas, el 8.1% de los niños, niñas y adolescentes (NNyA) se encuentran en riesgo de ser reclutados por el crimen organizado.
El periodista ha ido más allá de los números, narrando las historias de jóvenes de San Cristóbal de Las Casas, el “pueblo mágico”, en donde detalla que, “se pasean en pandillas motorizadas, vendiendo droga, robando vehículos, atacando y retando a la autoridad”.
El reportero inició cuestionando: “¿Qué les hizo vulnerables, la pobreza, el racismo, la desesperanza, la impunidad, la narcocultura o avance del crimen organizado? ¿O la suma de todas estas razones?”.
Sobrevivir en medio de la violencia
Es un tema que aborda con respeto, explica, porque se los debía, porque él viene de allá, del contexto de un barrio complicado de San Cristóbal de las Casas en donde nació y creció.
Estudió en el turno nocturno de la secundaria José María Morelos y Pavón, que según describe en su reportaje, era “la escuela más ‘cabrona’ de la zona norte de esa ciudad”.
Un compañero se suicidó. A otros los mataron y algunos más, terminaron en prisión, incluso, cuenta que en una ocasión abusaron de mujeres estudiantes en el interior del plantel.
No se sentía ajeno al entorno, percibía que tampoco había muchas oportunidades para él. Su padre murió cuando apenas tenía tres años y su madre, sin saber leer ni escribir, hacía lo que podía por sacarlo adelante.
“Yo llegué a esa escuela, no porque yo quisiera, sino que me tocó ahí porque era nocturna, era donde aceptaban a los más pobres, donde el 90% de la población es indígena, o de ascendencia indígena.
“Híjole, me topé con una situación más compleja todavía, porque tienes que sobrevivir, así de simple. Tienes que pelearte, tienes que ver ‘hay una pandilla por allá, una pandilla por acá y si me quedo solo me van a golpear’”, detalla.
Comenta que desde que estaba en primaria y hasta después de graduarse en 2009 de licenciado en Ciencias de la Comunicación con especialidad en periodismo por la Universidad Intercultural de Chiapas, trabajó en un taller de soldadura.
Estudió la preparatoria sin estar completamente convencido de que ello le daría un futuro cierto. A la universidad también llegó con dudas.
“Siendo honesto, yo no puedo decir ‘fíjate que soñaba con ser periodista’. Yo simplemente soñaba con salir adelante”.
Incluso, le gustan mucho las matemáticas y dice que quizá hubiera sido un buen ingeniero, pero no tuvo los recursos para cursar esa carrera.
Se enteró que una nueva universidad tendría la carrera de Comunicación y se inscribió, “dije bueno, como que comunicación me late, como que veo ahí a una persona con una cámara y a lo mejor sale en la tele”.
Fue su amigo y diseñador, Jesús Toledo el que, en 2009, a pocos días de graduarse le dio el trabajo para pintar su barda con publicidad.
Ese día, Toledo debía entregar la primera edición del semanario Mirada Sur. Llegaron los encargados de la edición, los periodistas, Ángeles Mariscal, Hugo Robles, Elio Enríquez, Heriberto Velazco, Francisco Ruíz y Carlos Herrera.
Se ponían de acuerdo de quién iría a Comitán a imprimir la publicación y traer de vuelta los ejemplares. Nadie podía. Toledo recomendó a Rodolfo Flores, diciéndoles que sería una buena manera de que iniciara en el medio.
Francisco Ruiz le cuestionó sobre sus conocimientos en el periodismo. Rodolfo Flores respondió a todo que “sí sabía”, incluso aseguró que conocía Comitán. No era cierto, pero quería una oportunidad.
Después de cumplir con el encargo fue que Carlos Herrera le dio la bienvenida como aprendiz del equipo.
“Me dice ‘¿quieres aprender?’, ‘sí’, le dije, ‘sí quiero aprender’.
“Creo que me pidieron una nota de las elecciones. Fui, entrevisté y todo, y Carlos muy a su estilo, que le agradezco también porque es medio especial, me acuerdo que agarró mi nota así, por ejemplo y dice, ‘a ver, no sirve’. Así la aventó la basura, ‘no sirve, pero vas a aprender’”, recuerda Rodolfo Flores.
Su tarea era reportear y escribir una nota de color a la semana, y asegura, el mayor aprendizaje lo obtuvo de cada uno de los integrantes de esa redacción, pues los conocimientos adquiridos en la escuela fueron muy básicos.
Estando en ese medio fue merecedor de un reconocimiento al periodismo local por un reportaje en el que dio a conocer que una organización internacional estafaba a comunidades indígenas.
Un buen día del 2011, Elio Enríquez lo animó a dar el siguiente paso, salir de esa ciudad y mudarse a Tuxtla a cubrir una vacante en el medio Cuarto Poder, en donde aún continúa reporteando.
En su haber profesional ha prestado sus servicios en El 7 de Chiapas, en algunas agencias de comunicación; como independiente ha sido proveedor de notas y fotografías para reporteros y medios nacionales y lleva más de 10 años en Radiorama.
Del mismo modo, hace más de diez años, su amigo, Hugo Sánchez y él unieron sus talentos para crear el portal de noticias Reporte Ciudadano, que asegura, le ha dado satisfacciones profesionales y lo más valioso, publicar a sus anchas, sin compromisos.
“Lo alimentamos todos los días, hago una síntesis, una portada y con eso también hay un poquito más de libertad de trabajar ciertos temas”, dice.
El taller de investigación del Border Hub le dio grandes aprendizajes, que asegura, representan herramientas para, a través del periodismo continuar creciendo y aportando a la sociedad.
“Definitivamente, y a mí el periodismo vino a cambiar mi vida, pues vino a darle otro sentido a mi vida. Vino a hacerme sentir, no sé si vivo, pero sí útil.
“En algún momento dije, tal vez si le pongo ganas, si me empeño y con lo que aprenda pueda salir adelante, pero fue mi única oportunidad, yo no tuve otras y ahorita mi mamá está contenta, mi mamá ya está grande y me dice ‘Rodolfo yo estoy muy orgullosa de ti’”, asevera.