Dr. Mario Alberto Velázquez García

Donald J. Trump logró lo que nadie había hecho en la historia reciente de los Estados Unidos de América: convertirse por segunda vez en presidente después de perder hace cuatro años la votación para su reelección. ¿Cuáles son los elementos que explican la victoria de Trump? La mayoría de los periódicos y analistas señalan como factores principales los problemas que enfrentaba la economía cotidiana de los estadounidenses debido a la inflación, la preocupación por la llegada de inmigrantes, la resistencia de los hombres a votar por una mujer como presidenta y el tema racial. Aquí ofrezco otra explicación: Trump se presentó como un hombre cercano a las preocupaciones de los cristianos, y esto fue determinante para su victoria. 

El peso de las religiones en las elecciones, particularmente en las democracias de países laicos es menospreciado tanto por los analistas como por los medios de comunicación. Sin embargo, la separación del Estado y la Iglesia ha entrado en un área gris, impulsada, entre otros factores, por lo que yo llamo el “populismo profético”. 

La palabra “profeta” proviene del griego y significa “hablar en nombre de”; es decir, es alguien que habla como representante de algo superior. Los profetas son entonces una suerte de intermediarios entre esa fuerza superior y el pueblo, se caracterizan por tener fuertes personalidades y por tener la misión de indicar cuál debería ser el camino correcto y advertir, en todo caso, sobre los riesgos que existen de proseguir con la situación actual. 

En la última década, Donald Trump no es el primer político de Norteamérica en usar este tipo de estereotipo para presentarse. Como lo mostró José Gil Olmos en su libro El pastor de masasAndrés Manuel López Obrador (AMLO) construyó su imagen y discurso utilizando abiertamente diferentes pasajes bíblicos durante su carrera política, de manera más notable en la última campaña electoral para llegar a la presidencia. AMLO profetizo sobre todas las desgracias derivadas de la corrupción y la ambición de los políticos, su movimiento, dijo, buscaba “limpiar” a la sociedad mexicana; mientras no existiera una regeneración moral y política, el país no podría prosperar. El mismo nombre del partido que fundó, “Morena”, aunque es un acrónimo de Movimiento de Regeneración Nacional, buscaba hacer eco de uno de los nombres populares con los que es conocida una de las figuras religiosas más importantes de México: la Virgen de Guadalupe, llamada también la Morenita del Tepeyac. 

Al igual que AMLO, Donald Trump ha buscado consistentemente ser identificado con grupos religiosos. La persona que escogió como vicepresidente para su primer periodo presidencial fue Mike Pence, un personaje que se definía a sí mismo como “un cristiano, un conservador y un republicano, en ese orden”. Esto permitió a Trump recibir el apoyo de distintos grupos evangélicos, los cuales constituyen una de las agrupaciones cristianas más importantes de los Estados Unidos de América. 

Durante las últimas campañas, Donald Trump mostró una alineación (si es posible, mayor) con algunos de los temas más importantes para los grupos cristianos y conservadores norteamericanos, como la prohibición del aborto, la afirmación de que sólo existen dos géneros, el control del uso de drogas, la frontera y la economía. Durante muchos de sus discursos, utilizaba abiertamente mensajes religiosos, llamándose a sí mismo un devoto cristiano y pidiendo para él y sus votantes el apoyo de Dios. En un acto, Donald Trump puso a la venta un libro titulado God Bless the USA Bible. El libro incluye la llamada Biblia del Rey Jacobo, la Constitución de los EUA, la Carta de Derechos, la Declaración de Independencia y el Juramento a la Bandera. 

Este acto fue muy criticado por sus opositores y objeto de burlas; sin embargo, fue una acción perfectamente calculada pensando en el público que votaría por Trump. La religión no sólo es una parte central de nuestro país, sino que será una parte central de mi gobierno. Justo lo que los grupos cristianos querían escuchar: el primer candidato de una democracia occidental que abiertamente declara que gobernará bajo algunos de los intereses largamente sostenidos por estos grupos religiosos en su versión norteamericana. 

Por su lado, los demócratas subestimaron el peso que tuvo en la victoria del presidente Joe Biden su abierta fe católica, y presentaron tanto a una candidata a presidenta ( Kamala Harris) como a vicepresidente ( Tim Walz) que no tenían una fuerte presencia dentro de las comunidades cristianas y tampoco presentaron un discurso cercano a estos grupos. Por el contrario, los demócratas apostaron por apoyar las posturas liberales como el aborto y las comunidades con distintas orientaciones sexuales. 

Finalmente, estas elecciones son el último enfrentamiento entre una postura cristiana y conservadora (racista y patriarcal), frente a una que tiene una visión laica, integradora y profeminista. Estados Unidos mostró que, por ahora, los valores conservadores, particularmente aquellos asociados con el cristianismo estadounidense son fundamentales para la mayoría de la población. Las religiones vuelven a ocupar un lugar central en los países occidentales.

Tomado de: https://www.colson.edu.mx/coldetalle.aspx?cx=6090