Durante la plática pregunté a las y los jóvenes si verdaderamente se sienten dueñ@s de sus cuerpos. La respuesta inmediata fue “sí” con mucha naturalidad; después, poco a poco, empezamos a ver cómo, sobre todo las mujeres, no somos tan dueñ@s de nuestros cuerpos y cómo hay diversas formas de control sobre ellos, por parte del Estado y la religión principalmente.
Por Wendy Briceño Zuloaga.
Hace unos días acudí, por invitación, a dar una charla sobre Derechos Sexuales y Reproductivos en una universidad, y mi interés fue poner el acento en la importancia política del ejercicio de estos derechos.
Durante la plática pregunté a las y los jóvenes si verdaderamente se sienten dueñ@s de sus cuerpos. La respuesta inmediata fue “sí” con mucha naturalidad; después, poco a poco, empezamos a ver cómo, sobre todo las mujeres, no somos tan dueñ@s de nuestros cuerpos y cómo hay diversas formas de control sobre ellos, por parte del Estado y la religión principalmente.
Aclaramos durante la charla que el culto religioso es libre, respetable y privado, pero que el Estado es laico y el bienestar que procura es público, y desde esa perspectiva lo que está en principio es el respeto por los derechos humanos. Así, hablamos de matrimonio igualitario (entre personas del mismo sexo), derecho a decidir, violencia hacia las mujeres, machismo y feminicidios. Muchos comentarios, muchas inquietudes; por supuesto, como suele suceder, la mayoría de ellas no fueron expresadas en ese espacio, según compartieron después algun@s maestr@s. Pero quienes estaban inquiet@s por participar manifestaron su pensamiento, por ejemplo, respecto a que “las cosas han cambiado para las mujeres”.
Es probable que much@s jóvenes lo puedan ver así, porque piensan que en su medio la discriminación no sucede, a veces no lo vemos porque estamos habituad@s a ello y normalizamos las cosas; o puede ser también, en el mejor de los casos, que efectivamente much@s jóvenes procuren relaciones más saludables, pero el hecho es que sí que sucede: seguimos viviendo violencia, la igualdad no llega del todo y seguimos teniendo muchos retos y muchas deudas en torno a la ciudadanía de las mujeres.
Y precisamente recién conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres, fecha que nos recuerda la larga lucha que han dado muchas mujeres en todo el mundo por obtener la igualdad, por ganar espacios, por lograr tener voz, por ser visibles, y esta fecha en sí misma da constancia de todo lo que nos falta: a propósito de violencia, en Sonora el 52% de las mujeres vive violencia, ocupando un vergonzoso tercer lugar nacional; seguimos siendo las menos representadas en el espacio público (a nivel nacional: 0 gobernadoras, 6% presidentas municipales, 33% senadoras, 41% diputadas federales, 13.6% funcionarias de “primer nivel” y alrededor del 30% de diputadas en los congresos locales), y seguimos teniendo menos oportunidades de empleo y ganando menos (alrededor de 8% menos de lo que ganan los varones), seguimos haciéndonos cargo del 80% de las labores domésticas y la crianza de l@s hij@s; seguimos siendo menos dueñas de la tierra y las que menos acceso a servicios de seguridad social tenemos; mujeres adultas y también jóvenes seguimos teniendo miedo al caminar por las calles. La lista es larga, puede seguir, y no hablo de otros países, hablo de México y de Sonora como estado.
En relación con los feminicidios, asesinatos de mujeres por ser mujeres, en el caso de Sonora y de acuerdo con la representante en Sonora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), Silvia Núñez, se han registrado 10 en lo que va del año. Uno por semana. Es tremendo y estamos a la espera de alguna reacción por parte de las autoridades.
Hoy que vivimos periodo electoral y que se observa una creciente participación de mujeres, tenemos un reto mujeres y hombres en el espacio público; pero particularmente las mujeres, tenemos el reto de la congruencia: muchas mujeres hoy están participando en política, es un derecho, pero todas esas mujeres, si bien representamos a tod@s, debemos asumir el compromiso de representar las necesidades de las mujeres; porque para la mayoría las condiciones no han cambiado. Por ello, yo hago un llamado a asumir la participación desde la congruencia, para hacer realmente una política distinta.
Es urgente también sumar a l@s jóvenes, realmente tienen muchas cosas que decir, y están dispuestos a abordar los temas, contra lo que se pueda pensar: rompiendo tabúes, con el fin de tener una sociedad más plural y respetuosa; a las cosas por su nombre y desde la congruencia.
Como cierre de último momento
Quiero externar mi desacuerdo como ciudadana por la acción de MVS de terminar su relación laboral con Carmen Aristegui. Queda de manifiesto nuevamente que lo que importa no es el interés de la gente, sino el interés cupular, de una empresa, de un gobierno (y su opacidad y corrupción). Es lamentable y tenemos que manifestarlo desde todos los espacios posibles.
Hasta pronto.
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