Alejandro Valenzuela/Vícam Switch
En los tiempos del primer priismo, a los diputados y senadores les decían “levanta dedos” porque recibían de la presidencia la orden de votar algo y ellos, obedientes, lo votaban.
Ahora, esa práctica ha resurgido con más fuerza que nunca y podemos ver a esos personajes dando un espectáculo que los denigra no sólo a ellos, sino al país entero. No hacen otra cosa más que aquello para lo que están amaestrados.
¿Para qué tanta simulación? Bastaría con un solo poder, el ejecutivo (presidencia de la república, gubernaturas y presidencias municipales y, estás últimas, no todas), para que, magnánimos, aprobaran todo aquello que a su interés convenga, ahorrándole al país un montón de dinero.
Imagínese usted el ahorro: tenemos 1124 diputados locales, 500 federales y 128
senadores. Son 1752 personas recibiendo un salario promedio de 150 mil pesos mensuales, lo que hace un total de 3,500 millones de pesos al año.
Ya encarrerados, podríamos prescindir del INE y de los dos otros poderes de la
Unión (legislativo y judicial). Con ello, el ahorro sería de más de 130 mil millones de pesos al año.
Es cierto, no seríamos un país muy democrático que digamos, pero por lo menos dejaríamos de simular que somos lo que no somos.
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