Por Alejandro Valenzuela/Vícam Switch
I
Cuando estudiaba en la UNAM, la colegiatura costaba 200 pesos y muchos pasábamos las de Caín para conseguir esa cantidad. Con el paso de los años, la rectoría quiso aumentarla, pero hubo dos huelgas que lo impidieron. En 1992 esa cantidad se convirtió en 20 centavos cuando se le quitaron tres ceros al peso, pero el costo para cobrarlo anda en alrededor de 10 pesos. Los que encabezaron la huelga quedaron como héroes, pero solamente el 6% de los estudiantes de la UNAM proviene de familias que ganan hasta 5 salarios mínimos. Es decir, un subsidio a los más ricos.
II
Hace muchos años, el Congreso Federal decidió exentar del IVA a alimentos y medicinas. La decisión se celebró ruidosamente como un beneficio a la población más pobre. En aquel momento, algunos (muy pocos) propusieron que mejor se aumentara en ese mismo porcentaje el salario mínimo para evitar la distorsión del sistema impositivo que eso implicaba y, además, una mayor concentración del ingreso. Sucede que con esa exención, el ahorro de una familia de los estratos más ricos es 20 veces mayor que el ahorro de una familia de los estratos más pobres. Es decir, un subsidio a los más ricos.
III
El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones… y de cuentos, como que la democracia sirve para todo. Suponga que un especialista en derecho constitucional quiere ser ministro de la SCJN. Para empezar, tendría que subirse a la tribuna, donde los políticos son unas chuchas cuereras, y convencer al pueblo, a punta de ¿promesas?, ¿qué prometería?, ¿“emitiré solamente fallos que el pueblo aplauda”?, ¿con qué estructura nacional y con qué dinero haría campaña?… Es indudable que es necesario sanear todo el sistema judicial, pero si alguien propone la elección popular de los ministros, pregúntese cuáles son sus torcidos intereses…
IV
COMO LA FE CIEGA
Di con un término que describe mucho en pocas palabras. Se trata de “disonancia cognitiva”, que describe la actitud de las personas cuando creen intensamente en algo y se les presentan pruebas indiscutibles de que están equivocadas. La disonancia induce a dichas personas a que reafirmen su creencia y crean en ello con más firmeza y determinación. Hay muchos ejemplos en los campos de las costumbres, la religión y la política. ¿Usted conoce a alguien que padezca disonancia cognitiva? Es justamente la actitud contraria al postulado de la ciencia que prescribe dudar, investigar, verificar, modificar certezas y relativizar las verdades.