Lo primero que nos viene a la mente cuando hablamos o pensamos en los océanos o mares, son sus costas, las playas donde nos vamos a descansar, donde pasamos nuestras vacaciones y que a base de cierta domesticación mediática pensamos que son el lugar ideal para el descanso de la vida de la ciudad. Asociamos vacaciones con turismo de sol y playa. Estamos condicionados a ello. Lo segundo que se nos viene a la mente es la comida. Pescados, mariscos, son comida que también asociamos como comidas no solo de buen sabor, sino que nos da cierto estatus comerlas. Es un tema de clase.
¿Quién no disfruta de estos supuestos placeres que nos dan los océanos? ¿Quién no cree que sentarse a ver un atardecer en la playa es de las mejores experiencias que les puede pasar? Los océanos son importantes para nuestro hedonismo capitalista.
Sin embargo la realidad es otra, es mucho más oscura, deprimente y aunque visible preferimos ignorarla: los océanos están al borde del colapso ecológico. Están a punto de convertirse en espacios sin vida. ¿Cuál es la causa? Existen algunas, pero las más importantes son: la sobrepesca, principalmente la industrial, la contaminación, el turismo de sol y playa y el cambio climático. Estos cuatro factores están contribuyendo directamente con el colapso de los océanos.
Hablemos de la sobrepesca: más del 80 por ciento de las zonas pesqueras en el mundo está sobreexplotada, es decir que se está pescando más de lo que las especies capturadas por las redes de arrastre son capaces de reproducir en su tiempo y forma. Muchas de estas especies ya están dentro de la zona roja de peligro de extinción donde muchas de ellas ni siquiera son especies comerciales, sino que son arrastradas a los barcos-factorías para después ser rechazadas. La pesca industrial afecta severamente la biodiversidad marina y sus técnicas de pesca hacen complicado que se cumplan con ciertas regulaciones como lo es la pesca tradicional o familiar donde incluso los tiempos de veda es más fácil cumplir y vigilar que se cumplan. El modelo de extracción de especies comerciales por medio de los barcos-factorías no es compatible con los océanos y sus dinámicas de poblaciones. Este debe desaparecer.
Una de las principales fuentes de contaminación de los océanos es las fugas de pretróleo que se dan de manera permanente, principalmente en las zonas de extracción. Pero también las aguas residuales que llegan a las costas son muy dañinas, pues es en esas costas donde ocurren la mayor parte de los procesos de reproducción de mucha especies marinas, especialmente invertebrados bentónicos o algunas especies de peces. Las aguas residuales contienen altos grados de contaminación de distintos niveles como son la aguas negras residuales de las ciudades o las aguas industriales contaminadas con metales pesados o agrotóxicos.
A esto le tenemos que sumar que, en los últimos 50 años los océanos se han convertido en la disposición final de más de 10 toneladas métricas de plástico al año con lo que la muerte de cientos de miles de especies marinas se viene dando de manera sistemática. Los esfuerzos que se vienen haciendo para evitar que el plástico llegue a los océanos quedan en buenas intenciones pues no quedan más que en eso. La prohibición del plástico de un solo uso debe ser una política impulsada a nivel global donde se obligue a los productores de plástico a dejar de hacerlo. Esto no solo sería benéfico para los océanos sino en general, pues un buen porcentaje del petróleo que se extrae se usa para la producción de plástico tanto en el uso de energía como en el producto final. Si tenemos en cuenta que se proyectó según la industria del plástico para el 2050 duplicar la producción estamos ante un escenario nada favorable.
El turismo de sol y playa es la actividad turística que más realizan los seres humanos en todo el mundo. Esto ha llevado que ciertas zonas costeras con mayor demanda turística estén en riesgo de desaparecer. Las razones principales es que la construcción de grandes hoteles como los que necesita esta actividad generan perdida de líneas costeras con lo que se genera una erosión en la playa y la migración de ciertas especies. El aumento de la intensidad de los huracanes también está relacionado con esto, además de la perdida de vegetación principalmente de zonas de manglares que de forma natural son una barrera contra estos fenómenos naturales. No es casualidad que el impacto de los huracanes sea mayor en las zonas con mayor afluencia turística. Los huracanes están relacionados el deterioro ambiental en favor del turismo y la intensidad con la que llegan. Y si esta le sumamos que actividades como la pesca tradicional terminan por desaparecer para darle paso al turismo, el impacto incluso se siente en la economía local.
Por último, el cambio climático que no es sino la consecuencia de los impactos ecológicos de esto modelo de producción-consumo y donde los océanos no solo no se han salvado, sino que al ser ecosistemas donde se llevan a cabo gran parte de las dinámicas de control del clima, la afectación ha sido mucho mayor. Desde la acidificación de los océanos que no permite que ciertas especies se reproduzcan o lleven a cabo sus procesos, los cambios en las corrientes marinas, la perdida de especies relacionadas con la producción de CO2, son consecuencias directas del cambio climático y causas secundarias de los efectos en todo el mundo. Este calentamiento global tiene como cómplice a todos los otros factores de impactos que mencionamos en este texto, por lo que el cambio climático es una causa-consecuencia de un modelo de producción-consumo muy alejado de los procesos ecosistémicos que permiten un equilibrio en el planeta.
Celebrar el Día Mundial de los Océanos como nos invita la ONU de manera muy tibia, sin compromisos de ningún tipo es tan absurdo como celebrar el día mundial de la tierra o cualquier otro de estos días que se presentan como una oportunidad para el sistema se pinte la cara de verde, sin hacer una verdadera critica a este modelo que nos tiene a punto del colapso.
Por: Jorge Tadeo Vargas. @primaindie