Alejandro Valenzuela

Claudia Sheinbaum podría ser mejor que los presidentes anteriores si no deja que el poder la desquicie. Su ventaja radica en que tiene, al mismo tiempo, tres características que no han tenido ninguno de los anteriores, incluyendo el actual: es mujer, es científica y fue de izquierda.

Las mujeres, en general, son mejores personas que los hombres. No es que no haya, pero son menos las abusivas, asesinas, agresivas, corruptas, desobligadas, ofensivas, narcisistas, rateras, rencorosas y vengativas.

La gente de ciencia sabe que las verdades son siempre relativas, que los dogmas adormecen, que la ciencia y la tecnología son importantes para el futuro de la humanidad y que el pensamiento científico es mejor que las ocurrencias, aunque a veces sean geniales.

La gente que ha sido de izquierda, aunque se haya matizado o lo haya dejado de ser, siempre es más solidaria y empática y le molesta la pobreza, la desigualdad, la discriminación y la injusticia.

Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad única de marcar, por el bien de la nación, un antes y un después; puede usar esas tres virtudes para impulsar una democracia que impulse la justicia social (mandato de las mayorías), pero respetando los derechos humanos (respeto a las minorías).

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