En el otoño de 1980, toda la ilusión de Michael Jordan estaba depositada en ver su nombre entre los seleccionados para el primer equipo de la High School a la que asistía. Sin embargo, su nombre jamás figuró en dicha lista. Los motivos dados a Michael por el entrenador Cliff “Pop” Herring, fueron que se consideró que, con un escaso 1.80 de estatura, no aportaría nada al equipo. El golpe moral recibido fue tremendo, y su reacción fue la de encerrarse en su cuarto a llorar.
Su madre, Deloris Jordan, inmediatamente tomó cartas en el asunto y le dijo: “Muy bien, llora hasta desahogar tu frustración, pero, después, ¿qué vas a hacer?” Y Michael preguntó: “¿Qué debo hacer para crecer más?” La respuesta de Deloris fue contundente y realista: “Pon sal en tus zapatos y reza”.
El mensaje era claro: que no se atuviera sólo a atributos físicos ni a milagros. Más trascendental fue el consejo: “Tu grandeza está en el interior; podrás ser tan grande como quieras ser en tus pensamientos”. Una reflexión más profunda que caló en Michael y que marcó la personalidad para toda la vida de un ganador. Desde entonces no hubo día en que Jordan no se despertara a las 5:30 a.m. y practicara cien tiros a la canasta hasta perfeccionarlos y encestar cien de cien. Lo demás fue una historia de un cúmulo de triunfos profesionales.
El autismo es incurable y, sin embargo, en el 2014 se publicó un libro escrito por el japonés de nombre Naoki Higashida, en el que relata cómo a los 13 años de edad pudo romper su aislamiento y comunicarse con el mundo.
¿Cómo fue que logró esto tan excepcional? Gracias a que su madre ideó un sencillo sistema para ello: una tabla en la que podía señalar las letras de las palabras o símbolos de las más frecuentes que quería transmitir. Esto le permitió, por fin, tener voz propia.
Hace alrededor de cuatro años, en Brasil, el equipo de fútbol Sport Recife contrató a las madres de fanáticos de su torcida (porra) para evitar los disturbios que siempre ocurren en los partidos del clásico regional contra el Náutico, y ellas formaron un cuerpo de seguridad con el que los jóvenes aficionados de ambos equipos quedaron perplejos y neutralizados al ver que las señoras madres resguardaban la seguridad en el estadio y nadie se atrevió a dar comienzo a actos violentos.
Por primera vez en muchísimos años, el saldo fue blanco y a nadie se le introdujo el espíritu de la vesania para actuar contra las madres.
La sonorense Rosa María O’Leary es una madre luchadora incansable e inquebrantable, activista social en defensa de los derechos a la salud y medio ambiente, que emprendió movimientos sociales para el cierre en la capital sonorense del basurero tóxico Cytrar de la transnacional Tecmed y en contra de la minera chilena Molymex por las altas cantidades de gases tóxicos emitidos en sus procesos.
En diciembre de 1999 fue detenida y encarcelada junto a otros tres líderes más del movimiento por el bloqueo a las instalaciones de la minera ubicada en Cumpas. Lo anterior no le debilitó su garra estoica y ella hizo caso omiso a las amenazas y coacciones gubernamentales y de poderes fácticos.
El motor de toda su fuerza radica en la lucha para un futuro ecológico y socialmente más esperazador para sus hijos y los de la demás sociedad sonorense. Este tipo de sucesos nos muestra cómo a través de la madre se pueden lograr cambios significativos en la sociedad.
Las madres de los delincuentes pueden ayudar a menguar la violencia que vivimos. Como paradigmas contundentes tenemos muchas imágenes en que ladrones de un banco, al frustrarse el asalto y tomar rehenes para negociar su huida, la policía recurre con mucha frecuencia a la estrategia de contactar a la madre del asaltante para que esta lo convenza de que se entregue y, en la gran mayoría de los casos, esta maniobra resulta exitosa.
La activista liberiana y Premio Nobel de la Paz 2011, Leymah Roberta Gbowee, quien organizó el movimiento que puso fin a la guerra civil en su país, ha dicho: “Si cualquier cambio tuviera que suceder en la sociedad, dicho cambio tendría que llevarse a cabo por las madres”.
Aquí es donde entra mi propuesta modesta para nuestras Secretarias y Direcciones de Seguridad Pública de los tres niveles:
Si se planeara perpetuamente programas preventivos del delito y de las adicciones a través de la madre, con una capacitación sería y sin escatimar los recursos humanos ni materiales, serían mucho más eficientes y diligentes los resultados.
La razón para afirmar que esto funciona es que las madres tienen (evidentemente no todas, pero muchísimas) una relación con sus hijos e hijas que las hace capaces de inventar recursos que parecen sacados de la nada, con tal de protegerlos y apoyarlos. Esto funcionará sin duda, porque me atrevo a afirmar que, en la especie humana, la relación madre-hijo es la relación afectiva más potente que existe, y máxime en nuestra cultura mexicana.
Y, a propósito, nuestra gobernadora sonorense quien también es madre, ¿en algún lapso del sexenio se emancipará de quién vox populi dice ser su padre político, y que es a quien verdaderamente obedece y vela por sus intereses?
De lo contrario, jamás podrá emular la conducta ejemplar de algunas de las madres, como las ya mencionadas, para ofrecer un mejor bienestar social a sus “hijos” sonorenses, para que cristalicen sus sueños, que no vivan en el autismo o en la violencia, para heredar un estado ecológicamente sano y óptimo para bien vivir y evitar que los mate la policía en un enfrentamiento. Porque anteponer los intereses de un padre egoísta y manipulador por encima del de los hijos, siempre será un obstáculo mayor para el libre y eficiente desarrollo de los vástagos.
“Si yo fuese madre de un soldado al que enviaron contra su voluntad a combatir, me compraría un arma y mataría al responsable. Cambiaría mi vida por la de mi hijo”. Jasmina Tesanovic, periodista yugoslava.
Por: Aarón Tapia, Hermosillense, amante del sarcasmo y de la buena polémica para el debate. Conductor de La Tertulia Polaca/Ensalada de Tópicos.
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