Por: Isabel Dorado

Si para algo es bueno el presidente es para polarizar y poner las cosas en blanco y negro. Por lo mismo, sus opositores siempre perderán los debates cuando permanentemente caen en la estrategia de quien dirige el destino de la nación.

El enfrentamiento entre la “oposición” y el gobierno en torno a varios temas no salen de un lugar común, la descalificación del adversario y se carece de un debate que verdaderamente propicie la solución de la profunda problemática que padecemos. Claro está, se requeriría de una verdadera transformación y dejar de arrastrar los grandes vicios que ha generado el sistema de partidos políticos.

Si retomamos el tema de la Consulta, por ejemplo, tomé la decisión de no participar porque estoy de acuerdo con el presidente y mi voto hubiese sido un NO. Aunque coincido con Andrés Manuel en que no hay que ser vengativos, mi razón principal es que prefiero que metan a la cárcel a los titiriteros y no a los títeres de los expresidentes.

Cuántos “empresarios” deben sus fortunas al gran “negocio” que hicieron en tiempos de Carlos Salinas de Gortari. Por qué no se investiga la legalidad de esas transacciones y se castiga, aunque sea moralmente, a quienes se prestaron a ese desfalco del patrimonio nacional. Dónde están los responsables del Fobaproa, quiénes fueron y cómo lo operaron y por qué seguimos pagando los mexicanos ese otro robo de las finanzas públicas.

Si, como dice el presidente, los “empresarios” se dieron el lujo de imponer presidentes y se convirtieron en el real poder político del país, por qué no investigar a esos empresarios y encontrar los mecanismos fraudulentos que utilizaron para incrementar sus fortunas. Imaginen la magnitud de la presión que ejerce sobre el “político” el “empresario” que financió su campaña, quien siempre encontrará la forma de recuperar su inversión. Se ha dicho que Vicente Fox se refugió en las drogas y Felipe Calderón en el alcohol y mi percepción personal es que Peña Nieto evadió la realidad y se creó su propio mundo personal. Si los expresidentes realmente no tomaban las decisiones políticas que se les endilgan, por qué no proceder en contra de los verdaderos responsables.

Para cumplir con esto último, el presidente debiera tener un verdadero gabinete y no ese sequito de aplaudidores. Eso nos llevaría a verdaderamente informar al Pueblo Sabio para empoderarlo y, entre Tod@s, acabar con los vicios existentes. Se trata de coordinar esfuerzos con la Ciudadanía y evitar esa tentación permanente de subordinarla a los intereses partidistas. Cuando lo entienda Morena, empezará la verdadera transformación y si no logra entenderlo será un partido político más, aunque el presidente insista en que no son lo mismo.

Mientras tanto, el presidente tendrá que seguir negociando con los empresarios corruptos sus políticas públicas para garantizar que el barco morenista se mantenga a flote. Seguirá el juego de las vencidas entre el poder político y el poder de los grupos de interés hasta que las nuevas generaciones decidan participar políticamente. Un sector que no está siendo atendido y que trae un gran impulso pero que no está interesado, por el momento, en el quehacer político, lo que permite explicar el alto abstencionismo en el pasado proceso electoral.

Vienen cambios muy importantes que pudieran desconcertarnos, tal y como acaba de suceder por rumbos de Cuba, Nicaragua y otras naciones latinoamericanas. Será algo parecido a lo que provocó aquel gran suceso en la plaza de Tiananmen, China o nuestra propia tragedia de 1968. De Nosotr@s depende que tengamos una transición pacífica a un nuevo quehacer político.

Estamos a tiempo de enfrentar con argumentos nuestras causas y evitar esa nefasta práctica de descalificar al adversario. El blanco y negro solo favorece el caos y la permanencia de un sistema político en decadencia.