En la región fronteriza de Ciudad Juárez y El Paso, Texas, organizaciones de sociedad civil y de la iglesia católica se preparan para el panorama que puede desatarse por los cambios de políticas migratorias cuando Donald Trump asuma la presidencia de Estados Unidos, en enero
POR RAÚL FLORES / LA VERDAD JUÁREZ
Ciudad Juárez –A menos de dos meses de que Donald Trump asuma de nuevo la presidencia de Estados Unidos, organizaciones de la sociedad civil y de la iglesia católica en ambos lados de la frontera en esta región se están preparando para los cambios de políticas migratorias, que podrían desencadenar sus prometidas deportaciones masivas de migrantes indocumentados.
El tiempo que falta para el inicio de la nueva presidencia de Trump es un momento de suma importancia, no solo para la frontera de México y Estados Unidos sino también para las fronteras de los países centro y sudamericanos, aseguró Dylan Corbett, fundador y director del Instituto Fronterizo Esperanza (Hope Border Institute).
El instituto trabaja junto con la iglesia católica para brindar apoyo humanitario en la región fronteriza de El Paso y Ciudad Juárez—una comunidad que, según Corbett, ha logrado demostrar que es posible recibir migrantes con dignidad y humanidad.
Mientras que organizaciones como ésta se anticipan para responder a la crisis de migración con compasión y solidaridad, el gobierno de Estados Unidos se ha inclinado hacia la creación de estrictas políticas de control fronterizo.
“Hemos endurecido nuestra frontera, hemos construido muros, hemos promulgado limitaciones al derecho de asilo, Estados Unidos está colaborando cada vez más con países como México para limitar la migración y esas prácticas han llevado a una crisis sin precedentes de violaciones de derechos humanos y muertes”, dijo Corbett durante un encuentro virtual denominado Las Elecciones de Estados Unidos, ¿y ahora qué?, donde se habló del llamado moral a la acción.
En los años noventa, el gobierno estadounidense gastaba 260 millones de dólares al año solo en patrulla fronteriza, de acuerdo con Corbett. En la actualidad, la cifra asciende a 7.3 billones de dólares.
Esta cifra no incluye los 3.4 millones de dólares que se gastan en la detención de migrantes, ni lo que se invierte en los departamentos de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés), ni tampoco los 12 billones de dólares que invirtió el gobierno del estado de Texas en su propio programa de control migratorio, aseguró Corbett.
La realidad actual es que el flujo migratorio es continuo y se mantiene constante, dijo Gustavo Meneses Castro, sacerdote y secretario ejecutivo del Observatorio Socio-Pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y El Caribe (Osmeca).
La migración desde el sur del continente a través del “tapón” del Darién se ha incrementado de manera significativa y es seguro que se mantendrá permanentemente, dijo Meneses.
Pensando a futuro, Meneses vaticinó una migración cada vez más peligrosa, en la que las personas en situación de movilidad se verán forzadas a optar por vías ilegales que ponen en peligro su vida.
Como consecuencia, se van a fortalecer las organizaciones criminales que se dedican al tráfico de personas, aseguró el sacerdote de Costa Rica.
“Esto lleva a que los países invisibilicen el flujo y de dos maneras, ya sea haciendo del migrante una mercancía que hay que movilizarla cuanto antes y también que hay que explotarlos en cuanto a los recursos que se les pueden captar económicamente”, dijo Meneses.
La cuestión de qué hacer cuando gente vulnerable llega a tocar la puerta en la frontera ya no es una cuestión de logística, se ha vuelto una cuestión de política y sobre todo de moral, comentó Corbett.
Es urgente que todas las organizaciones como Esperanza comiencen a prepararse desde hoy para lo que viene. Habrá que actuar de maneras nuevas y creativas “venga lo que venga”, expresó el director estadounidense en español.
Algunos han minimizado las consecuencias que pueden llegar con la nueva administración, porque la realidad es que Trump inunda nuestra frontera con sus retóricas antimigrantes “grandilocuentes” y tal vez no lo estamos tomando con la seriedad que deberíamos, comentó.
GOBIERNOS LOCALES FRONTERIZOS, ¿ALIADOS O ENEMIGOS?
El impacto que las políticas de Trump tendrán en México se podrá medir en distintos niveles, precisó Blanca Navarrete García, directora de la organización Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA).
En primer nivel se verá reflejado en las personas en situación de movilidad que estarán llegando a la frontera. Otro nivel es el de las comunidades fronterizas que serán “interpeladas” por las políticas migratorias y las medidas que surgen de la misma. Finalmente, también se verá en los espacios humanitarios y organizaciones defensoras.
Para Centroamérica se espera la presencia de dos flujos migratorios, “los que van hacia el norte y los que se están devolviendo”, un fenómeno que ya están observando en Costa Rica, aseguró Meneses.
También se tendrá que considerar el papel de los gobiernos locales como el de Ciudad Juárez y de los países de Centroamérica que “van a tener la disyuntiva de ser nuestros aliados o ser el Caín de esta historia como lamentablemente ya lo hemos visto en el pasado reciente”, afirmó Navarrete.
Si no se logra la coordinación regional y nacional, va a ser muy difícil dar respuesta a lo que viene, ya que la inversión por parte de los gobiernos para asistencia humanitaria “sabemos que no se va a presentar”, comentó Meneses.
“No podemos nosotros pensar que esto es una situación que se puede manejar únicamente desde la perspectiva local, se tiene que realizar un planteamiento serio, regional, para poder satisfacer la demanda que va a significar a nuestros países”, dijo.
Navarrete previno que el esfuerzo de los gobiernos estará encaminado hacia la contención, pero el de la iglesia mexicana tiene que estar encaminado a la protección del migrante.
Entre los riesgos que podrían afectar a la comunidad migrante están las diversas violencias que ya se han documentado por varios años, el rechazo comunitario, y el incremento de delitos como secuestro y tráfico de personas.
“Reconocemos que el discurso de odio lamentablemente ha permeado en algunas personas y vamos a poder ver rechazo ante un incremento de la presencia de más personas migrantes, desplazadas internas y solicitantes de protección internacional”, comentó la directora.
El deber como iglesia sinodal es trabajar de manera “articulada”, no solo con las otras confesiones de fe, pero también con organizaciones de la sociedad civil y con cualquier persona que tenga la voluntad de sumarse al esfuerzo.
“Las casas del migrante son sin duda también una fortaleza de la iglesia mexicana, están listas para acoger y proteger a lo largo de la ruta migratoria en nuestro país”, dijo Navarrete.
“Estamos de lado del migrante”: obispo de El Paso, Texas
La iglesia está del lado de la comunidad migrante en este momento, reiteró Mark Seitz, obispo de la diócesis de El Paso. Sin importar el país de origen, religión y estatus migratorio, todos los migrantes tienen un aliado y un hogar en la iglesia católica, comentó.
“Quiero decirlo lo más claramente posible, aquellos que hoy tienen miedo, a los migrantes que son parte de nuestras comunidades, de nuestras iglesias, que realizan trabajos esenciales en la economía, que tienen su hogar en El Paso y en este país … sepan que la iglesia católica en los Estados Unidos está con ustedes y está a su lado”.
Seitz reconoció que lo que viene será desafiante y cansado. La prioridad en los próximos años será asegurar que los derechos humanos y la dignidad se respeten en las fronteras.
El obispo estadounidense hizo un llamado a las demás congregaciones para que contribuyan con ayuda humanitaria para migrantes en Ciudad Juárez y El Paso.
Seitz dijo que, en las próximas semanas, cada diócesis debería de proponer planes concretos para ofrecer apoyo pastoral y tiene que empezar por centrar las voces y experiencias de aquellos en la comunidad migrante.
A pesar de que la realidad actual de la frontera no es perfecta, Corbett celebró las pequeñas victorias que han sido el fruto organizaciones como la suya y la comunidad religiosa–el fin de las políticas como “Quédate en México” y la separación de familias, y también la creación de mecanismos para solicitar asilo.
Todas estas victorias y progreso que han logrado lentamente a través de los últimos años están en juego a partir del 20 de enero cuando el presidente electo pise la oficina ovalada, dijo.
“Aquí en la frontera necesitamos tu apoyo, en ambos lados de la frontera necesitamos acciones, necesitamos trabajar juntos para salvar a los que podamos, tenemos que alzar una voz moral en nombre de la justicia para aquellos que se ven forzados a migrar”, dijo Corbett.
Publicado originalmente en La Verdad Juárez