Con los primeros hallazgos e identificaciones de restos en la mina Pasta de Conchos donde murieron 65 mineros hace 19 años, una conclusión retumba: las familias tenían razón, el rescate era posible.
17 febrero 2025
Los restos de Guillermo Iglesias Ramos, un veterano minero que falleció en la mina Pasta de Conchos hace 19 años, fueron rescatados e identificados hace unas semanas, después de las labores que ha emprendido el gobierno federal por devolver a las familias los restos de los 63 mineros que murieron y quedaron enterrados.
Los restos entregados a la familia son apenas los segundos desde que se iniciaron las labores de recuperación. Los restos de Guillermo Iglesias, un minero de 58 años al que le gustaba el béisbol, pasaron a su casa, a su barrio, a la ciudad, y ya descansan en el panteón de Rosita junto a los restos de su esposa.
“Es un acto de justicia elemental para las familias, para la región”, aseguró Cristina Auerbach, activista, defensora de los derechos humanos de los mineros y representante de la Organización Familia Pasta de Conchos.
Los restos tuvieron cristiana sepultura, uno de los objetivos por los que han luchado las familias de los carboneros todos estos años.
A la fecha se han recuperado los restos de lo que se presume son 12 mineros, se han identificado a cuatro y se han entregado dos, entre estos los de Guillermo Iglesias Ramos.
Antes de la entrega de los restos a la familia, el ingeniero Guillermo Iglesias, hijo del minero fallecido, platicó que al conocer la noticia de identificación, recordó que en 2006 platicaron con muchos supervisores que habían salido turnos antes de la explosión y al conocer cómo se desarrollaban las galerías y los trabajos, suponían dónde podrían haber quedado los restos mortuorios de su padre.
Esa hipótesis se corroboró. Pero no fue la única. El ingeniero Iglesias expuso que los peritos le entregaron los argumentos y estudios para determinar la identificación de su padre.
“Fue aplastado por una roca. Su cuerpo estaba completo, eso ayudó mucho a la determinación”, aseguró.
El ingeniero recordó también todas aquellas historias y argumentos de que los trabajadores estarían desintegrados, convertidos en polvo, contaminados.
“Tantas barbaridades que cometieron los gobiernos anteriores junto con Grupo México”, comentó.
“Da la vuelta, de forma muy dramática”, agregó Y recalcó:
“Siempre tuvimos razón”.
Las familias de Pasta de Conchos siempre tuvieron la razón: el rescate era posible.

UNA LUCHA COSTOSA
Guillermo Iglesias hijo es ingeniero minero y tenía 37 años cuando ocurrió la explosión aquel 19 de febrero de 2006.
Tuvo la encomienda de decirle a su madre que sería imposible recuperar a su padre con vida. “Tráemelo, lo necesito”, le rogó su madre. “Quiero que esté conmigo”, le pidió.
“Se quedó algo tan implícito, es un trauma. Todos los días pensar, meses, años, y pues a luchar contracorriente, contra mucha corriente. Mucho tiempo en donde solo la Pastoral Laboral nos apoyaba, el Pro de Derechos Humanos; el gobierno desierto, algunas viudas. Sindicato, desierto”, platicó Guillermo Iglesias días después de recibir la noticia de la identificación de los restos de su padre.
Recuperar los restos de su padre, en efecto, no fue tarea fácil.
A lo largo de los años la empresa Industrial Minera México se negó a los trabajos para recuperar los restos, argumentando el riesgo que involucraría el ingreso.
El 4 de abril del 2007 por la noche, un miércoles santo, la empresa entregó a las familias de los mineros atrapados dos peritajes que la empresa misma pagó. Estos peritajes son conocidos por los apellidos de los peritos.
Según recuperó el informe “El carbón rojo de Coahuila: aquí acaba el silencio”, el primer peritaje fue el informe de D. G. Wooton, consejero en Procedimientos de Recuperación, que llevaba por título: “Una evaluación de las operaciones de recuperación en la Mina Pasta de Conchos y Resultado de los futuros esfuerzos de recuperación”.
Este informe presentó un apartado que tituló: “Riesgos de la calidad del agua”, en donde, después de 13 meses del siniestro, aseveró que ya no hay material orgánico en los restos de los mineros, y decía que “el agua ha contaminado el área entera de la mina, que está actualmente cubierta por agua, lo que representa aproximadamente el 25% del área explorada”.
Añade ese informe que explorar y rehabilitar esta área expondría al personal de la mina a “patógenos infecciosos, resultando como mínimo graves problemas gastrointestinales. No obstante, dependiendo de la salud de las víctimas, los trabajadores de rescate pueden estar expuestos a infecciones crónicas incluyendo hepatitis, VIH, patógenos entéricos y tuberculosis. Esta exposición puede suponer severos riesgos para su salud, no solo al personal de la mina, sino a sus familias o en último de los casos, a la comunidad entera”.
El otro peritaje presentado por la empresa, firmado por Donald McBride, Supervisor Inspector para la Oficina de Minas y Minerales del Estado de Illinois, fechado el 20 de marzo del mismo 2007, asegura, sin anexos ni pruebas documentales, lo mismo que Wooton, pero con otras palabras.
“Estoy seguro de que la mayor parte de Pasta de Conchos está inundada hasta el techo de la mina. Además, creo firmemente que la mayor parte del resto de la mina, que puede que no esté inundada hasta el techo de la mina, aún tendrá agua estancada desde varios centímetros hasta un metro de profundidad. Esto es un gran peligro para la salud. Los cuerpos de los mineros perdidos se han descompuesto en estas áreas por más de 13 meses. Creo que muchos de ellos están debajo de esta agua. Temo que las bacterias y los niveles de contaminación en esta agua, que ahora está totalmente saturada en los suelos de la mina, los escombros, materiales y todo lo que los trabajadores de recuperación encontraran, estará contaminado con algunas terribles enfermedades posiblemente mortales”.
Así suspendieron el rescate.
Cuando pararon el rescate fue “terrible” por la argumentación que manejaron los peritos de Grupo México y que avaló Javier Lozano, recordó Cristina Auerbach.
Dijo que antes de Pasta de Conchos únicamente en un caso, en 1976, un trabajador quedó enterrado. Se trató de un ingeniero inglés. Fue la misma empresa, Grupo México, que lo dejó allí.
“Javier Lozano se prestó, no sé por qué. Fue terrible la actuación, litigando inclusive en contra de las familias”, rememoró la activista.
En otros casos, como la explosión en minas de Guadalupe en la comunidad de Barroterán un 31 de marzo de 1969, murieron 153 mineros, y un año después ya se habían recuperado todos los cuerpos.
“Cómo era posible que en Pasta de Conchos, ya con más tecnología y más conocimiento resultara que sólo en Pasta de Conchos no se puede. Era inaudito que dijeran que no podían rescatarlos, pero sí poder seguir sacando carbón”, criticó Auerbach.
El entonces secretario del Trabajo, Javier Lozano, omitió pedir a Grupo México probara sus dichos, pero no conforme, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social pagó otro peritaje hecho por el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCYT) el 5 de octubre de 2007.
El Foro Consultivo Científico y Tecnológico llegó a la conclusión de que era desaconsejable cualquier intento de rescate debido a que cualquier ingreso de personas a la mina, comprometía “significativamente” su seguridad e higiene, así como su integridad física.
Según el informe El carbón rojo de Coahuila: aquí acaba el silencio, todo el peritaje se fundó en supuestos y sin soporte ni fundamento técnico. Jamás entrevistaron a los trabajadores, ni fueron convocados los mineros.
Desde el año 2009, la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cuestionó al gobierno la decisión de parar la recuperación de los restos de los 63 mineros de Pasta de Conchos, y el gobierno respondió siempre con evasivas.
En febrero de 2011, la administración de Felipe Calderón, en palabras de su secretario del Trabajo, Javier Lozano, negó cualquier posibilidad de rescate.
Además, después de que se había decidido no recuperar los restos por los diferentes argumentos, se dijo que sí se podía sacar carbón, lo que para las familias fue una incongruencia.
“Cómo esa mina sí funciona para sacar carbón y no para sacar mineros. Al final, la disputa de a quién le pertenecen los cuerpos. Deciden que los dejan como si fueran una pica o una pala”, compara Cristina Auerbach.

LA LUCHA POR LA VERDAD
A los dos años de la tragedia, Guillermo Iglesias fabricó una cruz llena de fe y la plantó en la carretera que va a la mina donde había quedado sepultado su padre. Esa cruz después fue acompañada con más cruces con los nombres pintados de los mineros. Después también clavaron cruces de otras tragedias mineras y se convirtió ese lugar en el memorial de las tragedias mineras.
Guillermo Iglesias había trabajado en mineras metálicas, inclusive del mismo grupo, Industrial Minera México. Al ocurrir la tragedia renunció a su trabajo. Su esposa lo apoyó. “Es justicia, dale pa’ delante; es amor, dale pa’ delante”, le animó.
Durante todos estos años, Guillermo Iglesias estuvo con especialistas, cancilleres; cada año viajaba a México y visitaba la mina, “a darle calor”, recordó.
“Siempre tuvimos razón, desde los primeros acontecimientos”, repitió Iglesias.
Guillermo Iglesias es actualmente perito de los juzgados federales y durante 13 años hizo dictámenes para diversos juzgados de México.
Explicó que las vías de acceso hacia el interior de la mina, apuntaron al área de mayor volumen de mineros. Y en una de esas vías estaba su padre.
Iglesias describió que en ese turno, los trabajadores bajan a las 10:30 de la noche, caminan hasta que llegan a su zona de extracción de carbón y hasta las 3 de la mañana es cuando más activos se encuentran. Para las 4 o 5 de la mañana algunos toman una siesta y después salen a la superficie.
Su padre era el capitán de la cuadrilla. Tenía trabajando en el lugar desde que inició la mina y toda una vida como carbonero. “Estaba en la mina 7 en Nueva Rosita. Le dieron continuidad a la mina 8. Tenía 58 años. Era un minero especializado, operador de la máquina, mucho conocimiento”, dijo sobre su padre.
También recordó que por entonces estaban batallando con el tema del gas y la ventilación.
“La ventilación en una mina es eficaz, falla la ventilación o hay disturbios, aumenta más el riesgo. Se quejaron mucho, pero la cultura que se tiene, de sumisión, de buscar el sostén de la familia. Los tienen sometidos”, recalca Guillermo Iglesias.
Auerbach aseveró que desde el año 200 las inspecciones de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social ya señalaban que la ventilación era insuficiente.

EL DERECHO A LA VERDAD
En febrero de 2007, el gobierno de Coahuila emitió ilegalmente 65 actas de defunción certificadas por un médico forense, aun cuando sólo dos cuerpos habían sido rescatados. En ellas se determinó fecha, hora y causales de muerte.
Con esas actas se hicieron los trámites de las pensiones, mencionó Cristina Auerbach.
Sin embargo, con los nuevos hallazgos y recuperaciones de restos, 19 años después, Auerbach consideró que estas actas tienen que volverse a hacer y definir las causales de muerte y calcular la hora.
En el caso de Guillermo Iglesias Ramos, por ejemplo, su hijo refirió que le informaron que murió aplastado por una roca. “Sí hubo una explosión, pero la roca fue por una propagación de onda”, compartió el hijo del minero.
Cristina Auerbach añadió que al parecer se cayó una parte de la mina por una onda expansiva producto de la explosión y eso obliga a tener respuestas sobre por qué se cayó la mina.
“Por qué se cayó toda la mina, por qué murieron todos. Necesitamos saber si hubo sobrevivientes. Saber de qué murieron, cómo y en qué momento. Es un derecho a la verdad. Sabiendo la verdad se debe de determinar la justicia”, comentó.
La activista dijo que no se trata sólo de entregar restos y mantener la narrativa de que fue un accidente. “¿Y luego, nadie es responsable, nadie tuvo la culpa?”, cuestionó.
Además, Auerbach discutió que el tema de las actas de defunción es un asunto importante porque a partir del 20 de febrero les estuvieron pagando triple el salario a las familias, pero al poner el gobierno estatal que murieron el 19 de febrero, todas las pensiones se calcularon con el salario previo.
“Recuerda que cotizaron muertos en el Seguro social hasta marzo de 2007. En este país pueden cotizar los muertos, es algo increíble”, criticó la representante de la Organización Familia Pasta de Conchos.
Es decir, que a las familias les calcularon las pensiones con 80 pesos, y nunca se les hizo un cálculo con el salario integrado, donde corresponden los pagos por asistencia, despensa, entre otros.
Cristina Auerbach preguntó si con todo lo que se tiene, con todo lo que se está sabiendo, se están haciendo nuevas investigaciones.
Comentó que posibles delitos ya prescribieron y muchos de los responsables ya fallecieron. “Vencen cuando entra el presidente López Obrador. ¿Por qué no siguieron con esas carpetas para que los delitos no vencieran?”, reclamó.
También dijo que estarán a la espera de lo que haga la Fiscalía General de la República porque poner multas no cumple con el derecho de verdad ni el derecho de justicia.
“Lo fundamental es el derecho a la verdad”, recalcó. Y también remató: “siempre tuvimos la razón”.

RESCATE DE VIVOS Y MUERTOS
La lucha de Pasta de Conchos, recalcó Guillermo Iglesias, no ha sido sólo por el rescate de los muertos, también por el rescate de los vivos: “que no mueran por condiciones así. Es rescatar a los vivos, ampliar la seguridad en las actividades industriales. La vida del ser humano vale mucho”.
Para Iglesias, la lucha y ahora identificación de los restos de su padre, 19 años después, deben servir para que el mundo sepa que hay empresarios que tienen una mentalidad mala, que no velan por los intereses de sus trabajadores. Que siguen impunes.
Pero también para que el mundo sepa que con empeño, fortaleza y amor, se logran muchas cosas: como rescatar los restos dejados en las profundidades de Pasta de Conchos, 19 años atrás.
Los restos de su padre fueron velados el 7 de febrero de 2025 y enterrados en el panteón al día siguiente.
“Fue un sepelio normal, entre paréntesis normal”, comentó el ingeniero Iglesias. Para él tiene otro sentido: “sacas la estaca, coses, curas, pero la cicatriz está ahí”.
-¿Es un descanso? -pregunté a Guillermo Iglesias.
-Es una alegría poner el alto. Lo que hace la sociedad cuando lucha y se genera un cambio. Es una alegría. Tristeza la forma en que murieron mi padre y mi madre, y la forma como se acabó la familia. Explotó la mina, enfermó mi madre y a los 11 meses falleció. La familia se desintegró. Muchas familias se desintegran.
-Alegría porque la sociedad actuamos y no quitamos durante mucho tiempo el renglón de justicia. Es con base en la dedicación de la sociedad. Es algo bonito, pero también pudiésemos decir que es una bandera para seguir luchando. Es muy valiosa la vida humana.
Guillermo Iglesias no dejará de visitar la mina donde murió su padre y cuyos restos permanecieron enterrados por 19 largos años. Aunque ya tenga un lugar donde descansan los restos de su padre, aseguró que seguirá luchando para que se hagan mejores vías para que los trabajos de recuperación terminen lo más rápido posible. El mejor escenario, expuso, es bajar un minero y comenzar a hacer cañones aledaños para empezar a comunicar; modificar la ventilación y explorar.
“Que se cumpla para los que faltan”.
Publicado originalmente en: https://vanguardia.com.mx/coahuila/semanario/pasta-de-conchos-19-anos-despues-las-familias-tenian-razon-AE14986457