Por Isabel Dorado Auz
Este lunes 24 de octubre fue muy claro el presidente, Él no es ni de izquierda ni de derecha, porque ambas son dogmáticas, se justificaría, lo cual deja claro que la cuarta transformación no tiene rumbo. Por lo mismo, ironizó, algo que pareció sinceridad, de que ahora es neoliberal.
Podría decirse que el presidente se volvió a trasparentar, algo que había resaltado Marcelo Ebrard como una cualidad de López Obrador, quien siempre anunció lo que iba a hacer. Hoy se percibe, en esta sucesión adelantada, una intención de que sean otros actores los que suban a la palestra política y empiecen a dilucidar el rumbo que han de darle a nuestro país.
Andrés Manuel parece satisfecho con lo que ha logrado, demostrar que puede haber cambios importantes sin cambiar de régimen político. Esto es, se puede alcanzar un alto índice de popularidad con acciones espectaculares, aunque la esencia permanece. El problema reside en quién será la persona que se atreva a proponer una verdadera alternativa que nos lleve a resolver de fondo el cúmulo de problemas que están sin resolver.
El tan criticado sistema neoliberal ocasionó diversas problemáticas que la 4T no ha querido resolver hasta el momento. La educación dejó de ser gratuita y, por lo mismo, se volvió elitista. La privatización del sistema de pensiones y jubilaciones continuará, con unas pequeñas reformas sugeridas por el presidente. Seguirá el ejército y la marina como únicas alternativas para “garantizar” la seguridad pública, ya que la Guardia Nacional no pudo constituirse como el ente civil que requería la nación para enfrentar esa problemática.
El quehacer político pareciera tomar la forma de la época priista de los años 80s, donde era posible que coexistieran diversas “corrientes políticas” dentro del partido gobernante, cuyo interés principal era conservar el poder político. No es de extrañar, por tanto, que Morena sea el lugar común de priistas, panistas, perredistas, petistas, etc, sin que ese partido descarte alianzas con quienes siguen formando parte de esas “organizaciones partidistas”.
Al presidente se le ve satisfecho, repito, y ha ofrecido retirarse de la vida pública una vez que concluya su mandato. Por lo mismo, va siendo tiempo de que empecemos a construir la alternativa política que gobernará este país. Cómo diría Lorenzo Meyer, no sabemos si Morena logrará llegar unido al proceso electoral del 2024.
Hay que ponerle atención al proceso electoral que se avecina desde hoy. Que empiecen a verse los verdaderos perfiles y los equipos de quienes pretenden asumir la candidatura presidencial, tanto en el partido oficial, Morena, como en la Oposición. Saber, por ejemplo, si la Oposición ofrecerá como alternativa regresar al sistema neoliberal o cambiará su discurso y, por parte de Morena, si se atreverán a ofrecer un gobierno verdaderamente de izquierda.
Pensar en México significa marcar un rumbo claro que nos de certeza a los votantes del como se va a gobernar.