“Sencillamente no hay forma de exagerar la crisis de agua que sufre el planeta hoy en día.”

Maude Barlow

Hace unas semanas el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo presentó el Plan Hídrico Sonora 2023-2030, con el que –en palabras del gobernador- se garantizará agua para el Estado por los próximos treinta años. En la presentación, se asegura que para su elaboración se contó con la participación y el consenso de todos los actores involucrados –gobierno, sociedad civil e industria- en las cuestiones hídricas y que con esto se garantiza el abasto de agua, incluso se habla de que es la forma de hacerle frente a la crisis que se vive no solo en Sonora, sino en todo el país y el mundo. Esto se logrará asumiendo compromisos que fortalezcan el uso sostenible del agua. Esto –de nuevo- son palabras del propio gobierno, quien plantea una serie de soluciones y acciones que se engloban en el Plan Hídrico Sonora.

Ahora bien, si vemos este plan desde las problemáticas socio-ecológicas actuales, especialmente las que se están presentando en el estado, donde las actividades agroindustriales y mineras son a las que más se apuesta, junto a la supuesta transición energética, vale la pena hacerse algunas preguntas. La primera seria ¿Es suficiente las acciones y compromisos propuestos en el documento del plan hídrico? ¿es adecuado a las problemáticos socio-ambientales presentadas de lo local/municipal a lo estatal? ¿Tiene compatibilidad con los planes de desarrollo económico, ecológico y territorial tanto municipales como los que debe presentar el estado? ¿Es vinculante entre municipios y problemáticas a nivel estatal y nacional? Así a bote pronto y con una leída rápida de las más de doscientas páginas del documento la respuesta es no a todas las preguntas -aunque valdría la pena responder una por una-.

Plan Hídrico Sonora 2023-2053

Este plan hídrico es está plagado de –en papel- buenas intenciones que no responden a las necesidades reales para un estado que tiene en uno de los mayores estrés hídricos del país desde hace décadas y que las políticas gubernamentales, incluido este plan se alejan de la visión integral de cuencas y de los enfoques ecosistémicos a la hora de pensar en acciones que ayuden a mantener a los ecosistemas sanos y en funcionamiento, para así poder garantizar en realidad el agua para el consumo humano en primer lugar y para las actividades productivas en segundo. Esto claro, manteniendo a las cuencas sanas en todo su ecosistema.

Revisando el documento nos podemos dar un panorama de cuál es el objetivo real del gobierno con respecto a la gestión del agua –no una gestión hídrica y esto hay que tenerlo claro- y esta no dista mucho de las propuestas de los gobiernos anteriores, como las propuestas del Sonora SI en tiempos de la administración de Guillermo Padres, aunque ahora se trata de ocultar esto bajo falsos discursos de sustentabilidad y sostenibilidad, cuando en realidad lo que se busca es mantener las políticas hidráulicas que han perjudicado a la mayoría de las cuencas del estado, causando en gran parte el estrés hídrico que se está viviendo en la actualidad. Pensar en acueductos, presas, plantas desaladoras como acciones para garantizar el agua, no es tener una visión integral de cuencas, sino todo lo contrario, de nuevo se ve a los ríos como un almacén de agua que sirve solo para las actividades humanas. Esta lógica es la razón por la que cada vez hay menor disponibilidad.

Por si fuera poco, las actividades productivas no están siendo cuestionadas en lo más mínimo, por lo que tenemos que ni la agroindustria, responsable de utilizar más del noventa por ciento del agua y de la minería quien usa aproximadamente el cinco por ciento, sin contar los daños que causa en las cuencas como actividad extractiva. Para estas dos actividades no hay un cuestionamiento serio, se parte de la idea del desarrollo económico como motor del desarrollo social, por lo tanto, no se cuestionan ni los daños y contaminación que causan. Esto es totalmente contradictorio al plan hídrico pues sin una reconversión justa de estas actividades es imposible hablar de garantizar el agua como lo propone el gobierno. Son contrarias a la visión de cuencas y el enfoque ecosistémico tan necesario para la protección de los ríos y la garantía de agua para los ecosistemas y los humanos.

Esto se suma –como lo mencionamos al inicio del texto- a que el plan hídrico no es vinculante a los otros planes de desarrollo –o de justicia en el caso de Cananea, pueblos del Río Sonora, Pueblo Yaqui y Pueblo Comca’ac- ni a nivel municipal, estatal o federal, tampoco es vinculante con los planes de ordenamiento ecológico y territorial, por lo tanto, solo queda como un puñado de buenas intenciones, esto por decir lo menos. Aquí es importante decir que ningún plan que no sea vinculante es inútil pues se contraponen entre si y se corre el riesgo de que las acciones propuestas no se apliquen, como lo que ha ocurrido con el plan de acción climática, al cual no se ha puesto en marcha por la falta de vinculación entre los distintos planes y políticas públicas a nivel municipal, estatal y federal.

Foto: Plan Hídrico Sonora 2023-2053

También es importante mencionar que el plan hídrico sufre del mismo mal que sufren todo este tipo de proyectos y es que parten de una idea tecnócrata que dice que la tecnología es la que nos dará las herramientas para solucionar todos los problemas, por lo que tenemos una serie de políticas hidráulicas –acueductos, presas, trasvases de cuenca…- que no tienen ninguna relación con mantener los ecosistemas riparios y/o las cuencas sanas, sino todo lo contrario, estas políticas son las que han causado gran parte de los problemas que nos tienen con el estrés hídrico actual, por lo que asegurar que se puede garantizar agua por treinta años resulta un tanto ingenuo por decir lo menos.

Por si esto no fuera suficiente, en el tema de la crisis climática, solo se menciona como un escenario adverso, pero no hay medidas de adaptación que conjuguen las dos crisis y que busquen adaptarse a las circunstancias presentes y futuras. De nuevo, si desde los gobiernos se sigue pensando en políticas hidráulicas tecnócratas, no vinculantes es poco probable que se pueda garantizar la disponibilidad de agua para las actividades humanas, menos en un plazo de treinta años. Estas políticas, presentadas en el plan hídrico se contraponen a mantener las cuencas sanas y así no se puede garantizar agua, mucho menos viendo que este plan es hidráulico disfrazado de hídrico.

Sin visión de cuencas y políticas basadas en enfoques ecosistémicos, cualquier acción no es sino un discurso vacío que no solucionará la problemática de raíz.

Septiembre 2024

Desde la periferia de Elisyum

Jorge Tadeo Vargas: sobreviviente de Ankh-Morpork, activista, escritor, traductor,

anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena.

Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.

A veces viaja a Mundodisco