Por: Sandra Dibble
De todas las personalidades que surgieron de la guerra contra las drogas en México, ninguna se compara con Julián Leyzaola, el teniente coronel retirado del ejército que dirigió el departamento de policía de Tijuana de 2008 a 2010. Fue el jefe de policía de Tijuana y luego secretario de seguridad pública. Soportó repetidas amenazas de muerte mientras denunciaba a los delincuentes, acudía corriendo a las escenas del crimen y purgaba a cientos de sus propios agentes acusados de vínculos con narcotraficantes.
Sin embargo, aunque muchos lo consideran un héroe por sus decididos esfuerzos por erradicar el crimen y la corrupción, decenas de sospechosos lo acusaron de arresto ilegal e incluso de tortura. Si bien Leyzaola ha negado las acusaciones, organizaciones de derechos humanos han denunciado reiteradamente sus tácticas, primero en Tijuana y luego en Ciudad Juárez. Se ocultó hace cuatro años, después de que los fiscales de Baja California presentaran cargos en su contra por tortura y lo declararan prófugo.
Leyzaola ahora prepara su regreso al mando de la policía municipal de Tijuana después de casi 14 años fuera. El alcalde electo de Tijuana, Ismael Burgueño, lo nombró nuevo secretario de seguridad pública de la ciudad cuando asuma el cargo a finales de este año.
“Con su experiencia vamos a garantizar la seguridad de todos en Tijuana”, dijo Burgueño cuando aún era candidato en abril pasado cuando anunció que Leyzaola se uniría a su equipo.
¿Pero podrá Leyzaola estar a la altura de tales expectativas? Tijuana es una ciudad diferente. La sangrienta guerra entre líderes de cárteles rivales –Sinaloa y Arellano Félix– por el control de la plaza de Tijuana durante el mandato de Leyzaola ha dado paso a rivalidades más pequeñas entre narcotraficantes de barrio por el control de las esquinas. La batalla contra los narcotraficantes, llevada a cabo con apoyo militar y coordinada con todos los niveles de gobierno, ha pasado a ser de un nivel mucho más bajo.
“Leyzaola tiene experiencia, no viene aquí a aprender y eso nos da confianza”, me dijo Julián Palombo, presidente de la Cámara de Comercio de Tijuana. Pero otros líderes empresariales y cívicos a los que pregunté parecían menos seguros y evitaron hacer declaraciones públicas cuando les pregunté la semana pasada.
Desde que dejó Tijuana en 2010, Leyzaola ha tenido varios contratiempos. Un ataque en 2015 en Ciudad Juárez lo dejó paralizado de cintura para abajo. Al regresar a Tijuana, se postuló para alcalde en 2016 y perdió por estrecho margen ante un candidato del entonces gobernante Partido Acción Nacional (PAN). Se postuló nuevamente en dos elecciones de alcalde posteriores, en 2019 y 2021, Leyzaola perdió ante candidatos del partido MORENA del presidente Andrés Manuel López Obrador.
En junio de 2020, bajo el gobierno del anterior gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, los fiscales estatales presentaron cargos de tortura contra Leyzaola. El exdiputado de Leyzaola testificó en su contra, diciendo que vio a Leyzaola torturar a sus propios oficiales. Leyzaola se convirtió en un fugitivo y vivió escondido mientras sus abogados luchaban contra los cargos en los tribunales y criticaban a la actual administración de la alcaldía de Tijuana.
Luego, en septiembre pasado, Leyzaola hizo una aparición grabada con la actual gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda. Ella lo llamó “un hombre valiente” y le atribuyó la reducción de las tasas de criminalidad en Tijuana en más del 70 por ciento cuando encabezó los esfuerzos de seguridad pública en la ciudad.
El semanario Zeta informó que los fiscales optaron por desestimar su caso después de que Leyzaola ganara dos amparos federales.
Leyzaola todavía enfrenta su rigurosa autorización de seguridad antes de poder regresar a su trabajo.
En una entrevista con Frontera a principios de este año, Leyzaola dijo que las recientes administraciones de Tijuana han carecido de la voluntad política para luchar contra los grupos criminales, y la ciudad ha pagado el precio con una mayor violencia. Como jefe de policía, trabajaría para “recuperar la ciudad” por sectores, erradicar a los agentes corruptos y aumentar la capacidad técnica.
20 años de impunidad
El asesinato del periodista Zeta Francisco Ortiz Franco el 22 de junio de 2004 fue un hecho espantoso: su asesino le disparó mientras estaba dentro de su automóvil con sus dos hijos pequeños, de 8 y 10 años. Ambos ahora son adultos y el sábado se unieron a los periodistas. y otros familiares en una marcha hacia la Procuraduría General de la República para exigir que sus asesinos sean llevados ante la justicia.
“Cada año, nuestra sensación de impotencia crece a medida que nos quedamos sin respuestas”, dijo su hija Andrea, ahora maestra de escuela de 28 años. El evento fue organizado por miembros del colectivo tijuanense #YoSiSoyPeriodista, y contó con declaraciones de los grupos de protección al periodismo Artículo 19, Comité para la Protección de los Periodistas y Sociedad Interamericana de Prensa.
Los fiscales federales han vinculado el crimen con la Organización Arellano Félix. Su asesinato se produjo poco después de que Zeta publicara un artículo de Ortiz que revelaba que miembros del cártel se habían confabulado con agentes estatales para obtener tarjetas de identificación gubernamentales falsas. En un artículo de su edición del viernes, Zeta afirmó que las autoridades han “abandonado abiertamente y, en el peor de los casos, decidido ignorar cada línea de investigación que ha surgido tras el alevoso, premeditado… homicidio”.
Me alegro de estar de regreso después de un tiempo fuera. Border Report seguirá publicándose cada dos lunes, pero ahora me alternaré con Kate Morrissey, quien se centrará en cuestiones de inmigración mientras yo analizo otras cuestiones que afectan a nuestra región. Puede comunicarse conmigo en: sandradibblenews@gmail.com
Publicado originalmente en: https://voiceofsandiego.org/2024/06/24/border-report-tijuanas-tough-former-police-chief-turned-fugitive-will-return-to-lead-cops/
