LUIS ENRIQUE ORTIZ
Existen en Estados Unidos (EEUU) personas notables que se autodenominan socialistas, como el ex aspirante presidencial Bernie Sanders, pero dependiendo de quién y cómo lo diga, el fantasma que recorre América Latina puede ser desde un insulto de mediano a leve, hasta una amenaza de invasión militar tipo Granada (25/10/1983) o peor aún, la promoción y apoyo de un golpe de Estado estilo Chile en 1972.
Decirle socialista a Colombia -que le alzó la voz al presidente de EEUU Donald Trump- puede ser cualquiera de las dos anteriores, lo cual -la verdad- no es necesario dado que el país de las barras y las estrellas tiene siete bases militares en la tierra de Gabriel García Márquez, obvio operadas por el Departamento de Defensa, con sede en Arlington, Virginia y que se le conoce como “The Pentagon”.
A pesar de la cotidiana presencia de marines, el país de la cumbia sigue siendo el principal productor/exportador de cocaína del mundo.
Nadie sabe cómo es que con tantos millones de dólares, la mejor tecnología y batallones completos de Rambos, la droga conocida como “rich candy” sigue generando más ingresos que todo el café del Cono Sur, o las paltas chilenas regadas con agua privatizada.
A Estados Unidos no le interesa invadir Colombia porque ya está dentro, más bien lo que quiere es incrementar su presencia en la región para ir por el petróleo de Venezuela.
Donaldo Trump se comprometió a bajar los precios del petróleo y aunque no controla una sola petrolera de su país, les puede bajar los precios de la noche a la mañana derrocando a Nicolás Maduro, ese es el verdadero blanco, los hidrocarburos en suelo venezolano.
Por eso, ya viéndola bien el camarada Gustavo Petro o no ha sabido comunicar o le ganó el hígado a la hora de responder o tal vez solo se le aguadaron las corvas al momento de sostenerle la mirada al jefe de imperio -quien sabe si en decadencia- pero si tan letal como siempre.
La cosa no deja de estar rara de todos modos. Otros mandatarios le han dicho peores cosas Donald Trump.
La presidenta de Honduras, Iris Xiomara Castro Sarmiento, amenazó a Trump con cerrar las bases militares estadounidenses en su país, si este cumple su promesa de deportaciones masivas de personas sin estancia legal al norte de México. Hasta el momento no se sabe de muchos catrachos expulsados de EEUU del 20 de enero a la fecha.
Por su parte, José Raúl Mulino Quintero, presidente de Panamá ya le dijo a su homólogo de Washington -públicamente- que la nación centroamericana no está en venta, mucho menos el canal que lo surca y permite comunicar a los océanos Atlántico y Pacífico, ruta crucial del comercio global.
Aunque también prevalecerá otra duda: cómo saber si los aviones cuyo aterrizaje les fue negado ayer en Bogotá, iban repletos de colombianos salerosos desempleados o de agentes de la CIA, hasta eso.
Lo más probable es que quién sabe, eso es especulación y no es bueno ser especulero.
Tal vez a Petro le faltó algo más cabrón y convincente, quien sabe, algo como un zócalo hasta el… tope de pueblo unido y organizado, con decenas de millones de compatriotas metidas en la columna vertebral de la sociedad estadounidense y en las tripas económicas del país con el mayor Producto Interno Bruto (PIB) del mundo, en el peor de los casos en número dos.
Eso que dijo la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, de que los connacionales sostienen la economía de Estados Unidos no sólo no es exagerado, sino que se queda corta.
Dios podría desaparecer a Canadá de un día a otro y no hay grandes consecuencias, pero no un día, sino cuatro años sin mexicanos pondrían al gobierno de Trump en serios aprietos. Todo porque dicen que “somos un chingo y seremos más”.
Pero no se le quite mérito al papel que juega el miedo que le tienen Trump a la Unión Europea. Es como cuando un priista amenazaba en trascendidos que iba a ir de candidato del PRD, no fallaba y el tricolor le daba un hueso.
Contra alguien con la personalidad de Trump, coquetearle -en este caso México a la UE- es la triangulación perfecta, con la que el mandatario sajón será mantenido por más tiempo en estado de “love bombing” quien sabe por cuánto tiempo o “jaumach longuer”.
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