Isabel Dorado Auz
Empiezan a moverse, y muy fuerte, las corcholatas de Morena. La pregunta es, ¿cuál es la prisa? Si se supone que todo pinta muy bien para la 4T.
Pareciera que en estos meses se está definiendo la elección de 2024. Claudia y Marcelo parecen ser l@scandidat@s más viables, pero solo podrá representar a la 4T un@ de Ell@s, a menos que haya sorpresas y el que parece el gran elector se defina por otra persona. En tiempos de Vicente Fox, apareció un “rebelde” y se robó la elección de 2006, Felipe Calderón. Mientras que, para la transición de 2012, televisa se aseguró de imponer, mediante todo el poder mediático, a Enrique Peña Nieto.
Ahora, se supone que las cosas han cambiado y que no hay poderes fácticos que puedan enfrentar con éxito al partido del presidente. Las encuestas actuales son contundentes y, por lo mismo, no se entiende el surgimiento de tanta efervescencia electoral, antes de que concluyan los procesos electorales de 2023 en Coahuila y el Estado de México.
Será que en Morena tienen otros datos y, por ello, ese enfrentamiento frontal con el actual árbitro electoral, quien pareciera estar en campaña para desacreditar a la 4T representada en la figura del presidente de la República. O sea, el acelere no nada más es de parte de Morena, sino que los disminuidos poderes fácticos que pretender recuperar los privilegios del pasado, empiezan a presionar desde las trincheras de poder que aún le quedan, el INE y parte importante del poder judicial.
El presidente cuestionó implacablemente al sistema económico neoliberal, pero en muchos sentidos seguimos inmersos en esa misma dinámica, porque para cambiar de modelo económico hay que echar abajo las reformas estructurales que se implementaron y el tiempo ya no le es suficiente al presidente. Pareciera no tener sentido la embestida de López Obrador en contra del INE neoliberal, dado que tomará control de esa estructura el próximo mes. Pudiera ser que cuente con otros datos, más ahora que el poder judicial quiere prolongar la estancia de Edmundo Jacobo en la conducción electoral de nuestro país.
La mayoría de los mexicanos estamos a la expectativa de cómo se mueven las fichas y un poco ansiosos por tener una orientación de hacia dónde se dirige el país. Esto es, si en el próximo sexenio se concretarán los cambios de fondo o solo fue un quítate Tú porque voy Yo. Urgen verdaderos cambios en el ámbito educativo, que es de donde se debe empezar a operar el cambio de sistema. No solo hay que criticar al Neoliberalismo, hay que dar certeza de cual es la alternativa. Hasta ahora, sigue la prevalencia de la banca extranjera; las universidades públicas no han recuperado su autonomía, arrebatada durante el periodo neoliberal; el poder judicial se percibe corrupto y la burocracia dorada sigue gozando de grandes privilegios.
Con tanto acelere es bueno convocar a la calma y si el presidente verdaderamente piensa en jubilarse políticamente el próximo año, entonces deberá empezar un proceso de reconciliación interna en las filas de Morena. El país entraría en crisis si el partido en el poder se conflictúa internamente. No hay rostros creíbles en la “oposición” y, por lo mismo, una mala decisión en Morena nos podría llevar al desencanto generalizado.