Luis Enrique Ortiz

Bien jugado por parte de la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, al referir que el 86% de los estados de la Unión Americana (43 de 50), eligen por voto popular a los titulares de sus aparatos de administración de justicia o Poder Judicial.

Es sin duda una respuesta a las declaraciones del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, quien afirmó que la propuesta de reformas al Poder Judicial que esgrime la izquierda gobernante: “pone en riesgo el funcionamiento de la democracia mexicana y la integración económica de Norteamérica”.

La historia del intervencionismo gringo en México es de larga data y se remonta a la primera mitad del siglo XIX, con invasiones militares, hasta la fecha se mantiene con formas más sutiles, como son el financiamiento de organizaciones de grupos proempresariales de derecha, quienes desprecian los subsidios sociales, mientras abogan por el rescate de banqueros corruptos o por la moralidad de jueces que liberan presuntos delincuentes o les descongela cuentas bancarias.

Luego de una relación más o menos tersa del Gobierno de México y Ken Salazar, donde hubo incluso adulaciones mutuas, hoy el águila imperial saca sus garras para dejar claro que a Estados Unidos no le conviene que se limpie el aparato de administración de la justicia.

Del otro lado de la frontera norte, siguen viendo al país como su patio trasero, como si aún estuvieran en el gobierno Carlos Salinas, Calderón o Peña Nieto, serviles -entre muchos otros- a los intereses extranjeros.

Sin ser del todo independiente, en especial en materia migratoria, el gobierno de centro izquierda que encabeza, Andrés Manuel López Obrador, ha pintado su raya con la tutela de Estados Unidos sobre México, en especial en materia de política exterior y defensa del sector energético.

Las declaraciones de Ken Salazar son un llamado al bolsillo o cuenta bancaria de aquellos traidores a la Patria que saldrán a festejar las agresiones a la soberanía nacional, como le aplaudieron otros en su momento a Henry Lane Wilson, quien tuvo un papel relevante en el asesinato de Francisco Indalecio Madero, el caudillo que derrocó a Porfirio Díaz.

Porfiriato y neoliberalismo se parecen mucho, son casi lo mismo, sólo que el segundo es más esclavizante, corrupto y violento.

Foto: Henry Lane Wilson (tomada de la red).

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